Santa Joaquina de Vedruna, Viuda y Fundadora
Mayo 22 - Agosto 28Fundadora de las Hermanas Carmelitas de la Caridad
Martirologio Romano: En Barcelona, en España, santa Joaquina de Vedruna. Madre de familia, educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez viuda, fundó el Instituto de las Carmelitas de la Caridad, soportando con tranquilidad de ánimo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera (1854).
Fecha de
canonización: Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la
primera persona que canonizó este Pontífice).
Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació en
Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto
empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La niña
desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas
almas.
Algo que
la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No
toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no
tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.
A los doce
años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la
aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación
religiosa.
A los 26
años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy
amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres
hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño
paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo
demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan
las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como
esposa.
Al
principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido
la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su
esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan
alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría
reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16
años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a su
sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas
también.
Cuando
Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la
patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores.
Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia
la pequeña ciudad de Vich.
Cuando
Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una
misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que
los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar
razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a
auxiliarla.
Un día
mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía:
"Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y
a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años,
murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho
hijitos.
Desde
aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a
ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio
la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su
esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una
gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la
gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían
miseria o enfermedad.
Durante
diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de
caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el
futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se
fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña.
Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser
religiosa.
Se
encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban,
capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad
de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban
redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo
de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva
comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la
Caridad".
Pronto ya
las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de
mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos
frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la
provincia.
Tuvo Santa
Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María
Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva
congregación.
Vino luego
la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los
izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años.
Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó
siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una
familia española que la trató con verdadera caridad.
Al volver
a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones,
empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando
como verdadera bendición de Dios.
En 1850
empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar
por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y
se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque
conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas
que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para
su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a
las religiosas según el espíritu de la santa
fundadora.
Durante
cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo
hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual
acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la
eternidad.
Antes
había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa
Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus
religiosas que se han extendido por muchos países.
La
Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con
2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas
soln atendidas en sus hospitales.
Fue
declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona
que canonizó este Pontífice).
Santa
Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de familia,
una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que
dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un
modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra
santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta, muchas
Joaquinas más.
La orden
carmelita la recuerda el 22 de mayo.
=
Fuente:
EWTN.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario