Beata
María Ráfols, Religiosa Fundadora
Agosto 30
(Vilafranca del Penedés, Barcelona, 5-XI-1781 - Zaragoza, 30-VIII-1853). Religiosa fundadora de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y su primera superiora general. Hija de un molinero, tras la muerte de su padre ingresa en el monasterio femenino de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, en 1794.
En 1803 tiene ocasión de ejercitar duras tareas benéficas con motivo de la peste que se produce en torno a Barcelona; ese mismo año conoce al P. Juan Bonal, quien será durante muchos años su director espiritual e inspirador de la fundación de un instituto religioso que, a la manera de las Hijas de San Vicente de Paúl en Francia, se ocupe ante todo de la atención a los enfermos.
El 28-XII-1804 llega a Zaragoza un grupo de doce hermanos y doce hermanas reunidos por el Padre Bonal para hacerse cargo de los servicios del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado en 1425, cuya Junta o Sitiada les había solicitado.
Esa primera comunidad se prolongará en un principio a Huesca (1807). Al comenzar la guerra de la Independencia, el papel de las hermanas va a ser muy destacado; tras el primer Sitio de Zaragoza queda destruido el gran edificio del Hospital y la Madre Rafols se ocupa de colocar a los enfermos, que pronto se multiplicarán hasta alcanzar la cifra de 6.000, en diversos edificios oficiales y privados, de rescatar objetos religiosos y artísticos y conseguir ayudas, solicitándolas insistentemente no sólo al general Palafox sino incluso al sitiador, Lannes, y a Madrid, escribiendo a la escritora aragonesa Josefa Amar y Borbón Atienden las hermanas a la redención de cautivos.
Retirados los franceses el 14 de agosto, el Hospital era una ruina total. Los enfermos heridos, en número superior a 4.000, fueron trasladados a la Real Casa de Misericordia. El 10 de diciembre comenzó un nuevo asedio; ante la trágica situación de la ciudad por la difusión de nuevas epidemias de peste, la Madre Rafols acompañada de dos Hermanas, se presentó al general francés en petición de ayuda; les fueron concedidos víveres y un salvoconducto. Tras la ocupación de la ciudad, la nueva Junta de la Sitiada impone unas nuevas Constituciones a las Hermanas y acepta la dimisión de la Madre Rafols (12-XI-1811), quedando encargada de la sacristía; después marchó al Orcajo (Daroca), para volver tras la marcha de los franceses (1813) a dirigir la Inclusa o Asilo-Cuna del Hospital. En 1826 es elegida de nuevo superiora hasta 1829.
En 1834, oscuros acontecimientos aún no del todo esclarecidos la llevan durante dos meses a la cárcel de Predicadores. Se le acusaba de complicidad en una conspiración contra la reina. Dos meses después fue puesta en libertad, y al año siguiente obtuvo sentencia eximiéndola de culpabilidad; pero fue desterrada a su pueblo natal, que pudo cambiar por Huesca, donde desde 1807 existía casa de la misma Hermandad. Seis años duró el confinamiento. En 1841 es autorizada a regresar a Zaragoza y vuelve al Hospital destinada a la Inclusa. Se retira en 1845, resentida su salud, y pasa una temporada en Belver de Cinca (H.); durante sus últimos años redacta escritos espirituales.
Tras su muerte, comienza su fama. En 1908, centenario de los Sitios de Zaragoza, la patria y la ciudad de Zaragoza la proclaman «Heroína de la Caridad». Fama también de santidad, que se prolonga hasta que en 1944, Pío XII, suspendió la causa de beatificación. Autorizó la reanudación del proceso Juan Pablo II, el 4-XII-1980. Retomado el proceso de canonización, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 1-X-1994. Su fiesta se celebra el 5 de noviembre. Su cuerpo y su altar se hallan en la capilla del Noviciado de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Zaragoza fundada por la nueva beata para atender los segmentos de población marginados.
Agosto 30
(Vilafranca del Penedés, Barcelona, 5-XI-1781 - Zaragoza, 30-VIII-1853). Religiosa fundadora de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y su primera superiora general. Hija de un molinero, tras la muerte de su padre ingresa en el monasterio femenino de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, en 1794.
En 1803 tiene ocasión de ejercitar duras tareas benéficas con motivo de la peste que se produce en torno a Barcelona; ese mismo año conoce al P. Juan Bonal, quien será durante muchos años su director espiritual e inspirador de la fundación de un instituto religioso que, a la manera de las Hijas de San Vicente de Paúl en Francia, se ocupe ante todo de la atención a los enfermos.
El 28-XII-1804 llega a Zaragoza un grupo de doce hermanos y doce hermanas reunidos por el Padre Bonal para hacerse cargo de los servicios del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado en 1425, cuya Junta o Sitiada les había solicitado.
Esa primera comunidad se prolongará en un principio a Huesca (1807). Al comenzar la guerra de la Independencia, el papel de las hermanas va a ser muy destacado; tras el primer Sitio de Zaragoza queda destruido el gran edificio del Hospital y la Madre Rafols se ocupa de colocar a los enfermos, que pronto se multiplicarán hasta alcanzar la cifra de 6.000, en diversos edificios oficiales y privados, de rescatar objetos religiosos y artísticos y conseguir ayudas, solicitándolas insistentemente no sólo al general Palafox sino incluso al sitiador, Lannes, y a Madrid, escribiendo a la escritora aragonesa Josefa Amar y Borbón Atienden las hermanas a la redención de cautivos.
Retirados los franceses el 14 de agosto, el Hospital era una ruina total. Los enfermos heridos, en número superior a 4.000, fueron trasladados a la Real Casa de Misericordia. El 10 de diciembre comenzó un nuevo asedio; ante la trágica situación de la ciudad por la difusión de nuevas epidemias de peste, la Madre Rafols acompañada de dos Hermanas, se presentó al general francés en petición de ayuda; les fueron concedidos víveres y un salvoconducto. Tras la ocupación de la ciudad, la nueva Junta de la Sitiada impone unas nuevas Constituciones a las Hermanas y acepta la dimisión de la Madre Rafols (12-XI-1811), quedando encargada de la sacristía; después marchó al Orcajo (Daroca), para volver tras la marcha de los franceses (1813) a dirigir la Inclusa o Asilo-Cuna del Hospital. En 1826 es elegida de nuevo superiora hasta 1829.
En 1834, oscuros acontecimientos aún no del todo esclarecidos la llevan durante dos meses a la cárcel de Predicadores. Se le acusaba de complicidad en una conspiración contra la reina. Dos meses después fue puesta en libertad, y al año siguiente obtuvo sentencia eximiéndola de culpabilidad; pero fue desterrada a su pueblo natal, que pudo cambiar por Huesca, donde desde 1807 existía casa de la misma Hermandad. Seis años duró el confinamiento. En 1841 es autorizada a regresar a Zaragoza y vuelve al Hospital destinada a la Inclusa. Se retira en 1845, resentida su salud, y pasa una temporada en Belver de Cinca (H.); durante sus últimos años redacta escritos espirituales.
Tras su muerte, comienza su fama. En 1908, centenario de los Sitios de Zaragoza, la patria y la ciudad de Zaragoza la proclaman «Heroína de la Caridad». Fama también de santidad, que se prolonga hasta que en 1944, Pío XII, suspendió la causa de beatificación. Autorizó la reanudación del proceso Juan Pablo II, el 4-XII-1980. Retomado el proceso de canonización, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 1-X-1994. Su fiesta se celebra el 5 de noviembre. Su cuerpo y su altar se hallan en la capilla del Noviciado de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Zaragoza fundada por la nueva beata para atender los segmentos de población marginados.
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