San Marcos de Aretusa, Obispo
Marzo 29
Martirologio Romano: Conmemoración de san Marcos, obispo de Aretusa (actual Er Rastan), en Siria, que durante la controversia arriana no se desvió lo más mínimo de la fe ortodoxa y, bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue perseguido. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón eximio y santísimo anciano. (364)
La Iglesia oriental conmemora en este día a San Marco, obispo de Aretusa en el Monte Líbano, Baronio.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Marcos, obispo de Aretusa (actual Er Rastan), en Siria, que durante la controversia arriana no se desvió lo más mínimo de la fe ortodoxa y, bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue perseguido. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón eximio y santísimo anciano. (364)
La Iglesia oriental conmemora en este día a San Marco, obispo de Aretusa en el Monte Líbano, Baronio.
La confesión de fe de San Marco es en sí misma intachable, pero entre los
anatemas que le siguen hay un pasaje ambiguo que puede fácilmente entenderse en
sentido herético.
De todas maneras, los elegios que le tributan San Gregorio Nazianceno,
Teodoro y Sozomeno al relatar sus sufrimientos, nos hacen concluir que aun
cuando se manchó en algún tiempo con el semi-arrianismo, se adhirió en seguida a
la estricta ortodoxia y expió completamente cualquier anterior vacilación.
Durante el reinado del emperador Constantino, Marco de Aretusa demolió un
templo pagano y construyó una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe
cristiana.
Al hacer esto, se granjeó el resentimiento de la población pagana, que, sin
embargo, no pudo vengarse mientras el emperador fuera cristiano.
Su oportunidad llegó cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono y proclamó
que todos aquellos que hubieran destruido templos paganos deberían
reconstruirlas o pagar una fuerte multa.
Marco, que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia de sus enemigos,
pero enterándose de que algunos de sus fieles habían sido aprehendidos, regresó
y se entregó.
El anciano fue arrastrado por las cabellos a lo largo de las calles,
desnudado, azotado, arrojado en una sentina de la ciudad y después entregado al
arbitrio de jóvenes escolares para que lo punzaran y desollaran con agudos
estiletes.
Ataron sus piernas con correas tan apretadas, que le cortaron la carne
hasta el hueso, y le arrancaron las orejas con pequeños cordeles. Finalmente, lo
untaron de miel y encerrándolo en una especie de jaula, lo suspendieron en alto
al medio día, bajo los ardientes rayos del sol de verano, para que fuera presa
de avispas y moscones.
Conservó tanta calma en medio de sus sufrimientos que se mofó de sus
verdugos por haberlo elevado más cerda del cielo, mientras ellos se arrastraban
sobre la tierra.
A la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración y lo dejaron en
libertad, en tanto que el gobernador acudía a Juliano para recabar el
perdón.
Eventualmente, el emperador lo concedió, diciendo que no era una deseo dar
mártires a los cristianos. Aún lo retórico pagano, Libanio, parece haberse dado
cuenta del que la crueldad que provocó tal heroísmo solamente fortaleció la
causa cristiana, e imploró a los perseguidores que desistieran en su
persecución.
Nos cuenta el historiador Sócrates que la población de Aretusa quedó tan
impresionada con la fortaleza del obispo, que muchos pidieron ser instruidos en
una religión capas de inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos abrazaron el
cristianismo.
Así Marco fue dejado en paz hasta el fin de su vida y murió durante el
reinado de Joviano y el de Valente.
=
Fuente: oremosjuntos.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario