Beato Pedro González (Telmo), Presbítero Dominico
Abril 14
Martirologio Romano: En Tuy, en la región de Galicia, en España, beato Pedro González, apodado Telmo, presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como en el pasado había deseado la gloria, y se entregó a ayudar a los más menesterosos, sobre todo a los marineros y a los pescadores. († 1246)
Martirologio Romano: En Tuy, en la región de Galicia, en España, beato Pedro González, apodado Telmo, presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como en el pasado había deseado la gloria, y se entregó a ayudar a los más menesterosos, sobre todo a los marineros y a los pescadores. († 1246)
También es conocido como; San Telmo
Fecha de beatificación: Culto confirmado el 13 de diciembre de 1741 por el
Papa Benedicto XIV.
El bienaventurado y apostólico varón san Pedro González, llamado vulgarmente san Telmo, nació de padres nobles en la villa de Fromesta, a cinco leguas de la ciudad de Palencia.
El bienaventurado y apostólico varón san Pedro González, llamado vulgarmente san Telmo, nació de padres nobles en la villa de Fromesta, a cinco leguas de la ciudad de Palencia.
Dióle el obispo, que era tío suyo, un canonicato, cuando aun no le sobraban
los años, ni la gravedad y asiento que para aquel ministerio con venía, y
procuró además que el Papa le diese el decanato.
Cuando Pedro González hubo de tomar la posesión, que fue el día de Pascua
de Navidad, quiso el nuevo canónigo celebrar la fiesta, no como eclesiástico sin
como lego y profano.
Vistióse para aquel día galana y profanamente, y salió con otros en un
caballo brioso muy bien aderezado por toda la ciudad, desempedrando, como dicen,
las calles a carreras, con gran desenvoltura y escándalo del pueblo. Pero para
que se entiendan las maneras que Dios nuestro Señor toma para convertir las
almas y atraerlas a sí, partiendo desaforadamente por la calle más principal de
Palencia, cayó el caballo en medio de la carrera y dio con el canónigo en un
lodo muy asqueroso, con harta risa de los que le vieron; porque cuando fueron a
socorrerle, no había gala, ni vestido, ni rostro que diese muestra de lo que
había sido.
Fue tan grande la vergüenza que causó a Pedro González aquella caída, que
no podía levantar la cabeza, ni le parecía que podría ya vivir entre gente,
hombre a quien tal desgracia había acontecido.
Alumbróle Dios al mismo tiempo el corazón; y hablando entre sí dijo: «Pues
el mundo me ha tratado como quien es, yo haré que no se burle otra vez de
mí».
Con esto, se va a un convento de santo Domingo, y con admiración de todos
los que le conocían, tomó el hábito, y comenzó a vivir con tan grande
perfección, que vino a ser un gran santo.
Predicaba después con obras y palabras, y como ángel del Señor; hablaba con
tal fuerza de espíritu, que enternecía las piedras e inflamaba los corazones
helados.
Despoblábanse los lugares en su seguimiento y muchas leguas iban caminando
por oírle viejos y mozos, hombres y mujeres, ricos y pobres: y con este celo y
espíritu anduvo por los reinos de España y estuvo en la corte del santo rey don
Fernando, y se halló con él en el cerco de Sevilla y en otras guerras contra los
moros.
Pero donde el santo más tiempo estuvo fue en Galicia, donde entre otras
cosas hizo un puente sobre el río Miño, no lejos de Rivadavia, por los muchos
peligros y muertes que sucedían en aquel paso.
Finalmente, después de haber ganado para Cristo innumerables almas y
resplandecido con muchos milagros, en el domingo de Cuasimodo, dio en la ciudad
de Tuy su bendita alma al Señor, el cual manifestó la gloria de su siervo con
doscientos ocho milagros bien conocidos.
En el año 1254 el Papa Inocenci IV lo beatificó, y el 13 de diciembre de
1741 el Papa Benedicto XIV confirmó su culto.
Es uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Es uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Su verdadero nombre de pila es Pedro y llevó como apellidos González Termo.
Nació en una familia muy cristiana alrededor del año 1185, cuando es rey en León
Fernando II y en Castilla Alfonso VIII; se bautizó en la iglesia románica de san
Martín de Frómista, en Palencia.
Un tío suyo que es canónigo y llega a obispo se encarga de su educación. El
joven Telmo entra en los Estudios Generales - centro, orgullo de los palentinos,
recientemente establecido por Alfonso VIII, el vencedor de las Navas, antes aún
que el de Salamanca, fundado en el siglo XIII por Alfonso IX-. Su inteligencia
está mejor dotada que la de muchos; rinde más por los buenos maestros que por el
esfuerzo que pone. No está Palencia para mucho intelectual esfuerzo ya que en la
época no mandan los letrados teólogos sino los armados caballeros; es el tiempo
del romance con juglares y trovadores que ganan su vida cantando batallas por el
camino de Santiago bien cercano. A decir verdad, a Telmo le va la jarana, la
bulla, la chanza y los torneos. Influye en la estudiantina y en el pueblo. Tiene
éxito entre las mozas y es ¡sobrino mimado del obispo! Aunque las disposiciones
son mínimas y parece que no habrá muchas promesas de buen clérigo, su tío lo
hace canónigo y al poco tiempo lo eleva a deán con pingüe beneficio.
Telmo quiere tomar posesión el día de Navidad con cabalgata sonada. Así se
disponen las cosas y nunca tuvo Palencia aire de mayor festejo. En bello alazán
va el joven caballero, elegante, enjaretado, orgulloso y arrogante. El aplauso y
los gritos van in crescendo, es el frenesí, el paroxismo del triunfo... pero en
el cénit de la aclamación empieza Dios a prepararle un encuentro. Cabriolas del
caballo y cuerpo en lodazal del ilustre caballero. Muestra vergüenza en la cara
y siente vergüenza por dentro. Levantado entre las burlas, -es grande la chacota
del pueblo y el ridículo que ha hecho- entra en casa. Es la ocasión de Dios. A
lo Damasco hay conversión en un momento. Un fulminante cambio se da en Telmo.
Está rezando, pide luz para ver el mejor modo de morir al mundo para
siempre.
Rechaza el deanato, renuncia a la canongía y a sus prebendas. Llama a las
puertas del convento de Dominicos que ha poco fundó en Palencia Domingo de
Guzmán y donde se forman monjes que para la disputa con los albigenses. Allí se
entrega a la oración, con disciplina y sacrificio, orden, obediencia,
sacrificio, humildad, estudio, servicio a los demás y... ¡con alegría por
dentro! Pasado un tiempo, con dotes de predicador innatas, explica la doctrina
al pueblo, se producen conversiones, dedica tiempo a los pobres y visita a los
enfermos.
Andalucía es promesa ahora que Fernando el Santo es rey de los dos reinos.
Se ha pasado la línea de Sierra Morena y la arrebatar el sur a la Media Luna es
el empeño de la cruzada. Los ejércitos están necesitados de ilusión, los
soldados tienen alma que cuidar cuando los avances y retrocesos son vandálicos y
las pasiones entran en juego. Allá está Telmo predicando, perdonando, alentando
y encauzando a caballeros y mesnadas.
Un insólito hecho, provocado bien por la basteza de los descontentos o
quizá por la zafiedad de los soldados, pone a prueba la solidez del santo que
juzgaban "de cartón". Contratando una mujer ligera, experta en bajos oficios,
han preparado la tentación. Telmo enciende un buen fuego y se arroja a las
llamas solucionando el asunto ante el horror de la desgraciada y el asombro de
los "listos".
De nuevo en Galicia, es Lugo quien se beneficia de su actividad apostólica.
Las predicaciones son multitudinarias y con frecuencia son insuficientes los
templos. Difunde ampliamente el Santo Rosario y tiene los primeros contactos con
los marineros.
Córdoba es también, cuando la toman en el 1236, el lugar donde ejerce Telmo
el ministerio y ahora es consejero y confesor del rey Fernando, además de
atender a los ejércitos. Una preciosa tabla de la catedral de Tuy representa al
rey arrodillado dentro de la real tienda con Telmo sentado impartiéndole perdón
y consejo. Pero, como no es palaciego, terminado el encargo, vuelve a la Galicia
de sus sueños.
Tuy se aprovechará de sus desvelos. Enseña lo que sabe, tiene cura de
almas, resalta su oficio de padre de los pobres, dirige conciencias, socialmente
influye -con la formación que da a los pescadores y marineros- poniendo los
cimientos de lo que luego serán las cofradías y los gremios. Dicen que le vieron
hacer milagros, mandar a las nubes, aplacar tormentas, atravesar a pie el Miño,
conseguir milagrosamente comida y predecir el día y hora de su muerte conocidos
por aviso del Cielo.
El obispo don Lucas -el autor del Chronicon Mundi- presidió sus funerales,
mandó fabricar su mausoleo, conservar religiosamente sus reliquias y recoger
información judicial para abrir su proceso.
Tantos portentos ha habido por medio del santo de tierra adentro que los
marinos y pescadores aprenden a leer en el fenómeno eléctrico la presencia de
san Telmo, y aún hoy no dejan de invocarle sin descanso cuando llega la tormenta
y retumba el trueno.
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Fuente: ar.geocities.com/misatridentina01 || Archidiócesis de Madrid
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