lunes, abril 22, 2013

Santa Ferbuta o Tárbula de Persia, y compañeras Mártires

Santa Ferbuta o Tárbula de Persia, y compañeras Mártires
Abril 22

Aparece en muchos martirologios, tanto orientales como occidentales, con diversos nombres, todos bastante raros para nuestros oídos debido a su origen persa: /Pherbutha, Thermutha, Thermo, Derphuta, Tarbula/ y /Tharbo/. Esta última variante es la más próxima a su nombre original persa. La fuente principal sobre su vida es la /“Historia Eclesiástica”/ de Sozomeno, a la cual posteriores comentaristas le han añadido algunas imprecisiones.

Este relato nos sitúa algo lejos de la Roma imperial y del contexto de las persecuciones. Ferbuta era hermana de San Simeón Bar-Sabbâ’è, obispo de Seleucia-Ctesifonte, uno de los mártires más ilustres en tiempos de Sapor II, quien probablemente lo mató el 17 de abril del año 341.

Sozomeno dice que Ferbuta era una virgen consagrada a Dios, pero algunas fuentes siríacas dicen que era viuda, aunque igualmente decidida a observar perfecta castidad en su viudedad, junto con dos compañeras: su hermana Mekadostâ y una esclava, las cuales fueron también martirizadas con ella.

Ambas hermanas, acompañadas de sus propias esclavas, servían en el harén de la reina persa. Ferbuta se distinguía por su luminosa belleza, y la reina, que le había cogido cariño, le aconsejó que se casara para ganar alta posición y no tuviese que vivir como una de sus esclavas. Ella declaró que era cristiana y que había hecho voto de virginidad o de castidad, en el caso de que ya fuese viuda- para ser esposa de Cristo, por lo que no podía casarse. Por aquel entonces, la reina cayó enferma, y el rey Sapor hizo venir unos médicos judíos para que la curaran.

Cuando vinieron a examinarla, quedaron deslumbrados por la gracia de Ferbuta, que estaba junto a ella. Uno de ellos la pidió en matrimonio, mas ella lo rechazó por las razones ya expuestas.

El médico, despechado, quiso vengarse, y yendo ante Sapor, le dijo que la enfermedad de
la reina se debía a que sus esclavas más cercanas le habían administrado un veneno. Inmediatamente Ferbuta, su hermana y su esclava fueron arrestadas y llevadas ante el rey, con la acusación de haber envenenado a la reina para vengarse de la muerte de su hermano Simeón. Esta acusación pareció verosímil en tanto en cuanto provenía de un ambiente judío cercano a la reina.

Ella declaró sin miedo alguno, llena de compostura, que era inocente del crimen que se les imputaba y que si las hacían matar, sería injustamente, pero que ellas aceptarían su destino. Sus palabras fueron desdeñadas, y fueron a la cárcel, donde esperaron su sentencia.

Aquella noche Ferbuta recibió la visita de un esclavo de su juez, Mauptis, quien le reveló que su señor estaba enamorado de ella desde que había visto su hermosura en el tribunal; y que le enviaba para decirle que, si aceptaba ser su esposa, haría que la liberaran a ella y a sus compañeras. No sería el último chantaje que le harían: durante días, Ferbuta recibió muchas visitas de esclavos de pretendientes suyos, que le ofrecerían la libertad a cambio del matrimonio. Huelga decir que la joven los despidió a todos con una negativa, dispuesta, con gran dignidad, a perder la vida antes que venderse.

Fueron sentenciadas a muerte por traición y la forma de ejecución era ciertamente espantosa, pues se dispuso que fueran troceadas con una sierra
Martirio de la Santa en presencia de sus dos compañeras. Grabado de 1830 para una edición del Libro de los Mártires de John Foxe.
Este macabro proceder había sido aconsejado por los médicos, que luego tomaron los miembros cortados de Ferbuta y colocaron tres en un lado y tres en otro, e hicieron caminar a la reina entre ellos, asegurándole que así sanaría de su enfermedad, purgando el supuesto veneno que la cristiana le había suministrado. A continuación, los restos troceados de las ajusticiadas fueron arrojados a un pozo, de donde fueron recuperados por la comunidad cristiana, cosidos y sepultados.

Sozomeno dice que fueron martirizadas el 9 de abril del 342, o sea, exactamente un año después que lo fuera su hermano Simeón. En cuanto a la localidad donde fueron martirizadas, exactamente no lo precisa; sólo dice Persia, pero bien podría ser la propia
Seleucia porque en dicha ciudad, con cierta periodicidad, residía el rey.

Los martirologios recuerdan a estas tres santas en diversos días: los griegos lo hacen el 19 de marzo y el 4, 5 y 6 de abril; los sirios, el 5 de mayo y el 19 de abril.
El Martirologio Romano lo hace el 22 de abril (como /Tarbula/) y el 20 de marzo (como /Derphuta/).

El relato del martirio de Ferbuta, su hermana Mekadosta y la esclava de ambas es ciertamente estremecedor, y presenta algunas inconsistencias, pero no en el género de muerte ni en el ritual de sangre posterior, que está documentado en la antigua Persia. Se sabe que era tradición descuartizar un animal vivo -a menudo, un perro- y colocar los pedazos colgados entre dos árboles, bajo los cuales debía pasar un ejército recién llegado de la batalla. Se creía que, al salpicarse con la sangre del perro sacrificado, los soldados se purificaban automáticamente de las muertes que habían causado en el combate y podían entrar limpios -espiritualmente hablando- en la ciudad y en sus hogares.

Martirio de Santa Tárbula y compañeras. Grabado de Adriaen Collaert (1608) para Triumphus Jesu Christi Crucifixi, del P. Bartolomeo Ricci SJ. Kirishitan Bunko, Sophia University, Tokyo, Japón.

Rituales de sangre como éste eran muy habituales en el mundo antiguo y especialmente en Oriente -la sangre lavada con sangre- por lo que es perfectamente creíble que se recomendara a la reina salpicarse con la sangre, o al menos caminar entre los restos de aquellas que habían sido acusadas de su envenenamiento, para purgar dicho mal. Por lo que estos atroces detalles son, por desgracia, perfectamente verosímiles.

Lo que no es tan verosímil es la venganza del médico judío al verse rechazado por una hermosa cristiana; semejante detalle tiene todo el aspecto de un cuento manchado por el antisemitismo. Y, no contentos con ello, también todos los jueces se enamoran de ella y hay un desfile de pretendientes por la prisión para salvar a la cristiana con el matrimonio. Incluso aceptando que Ferbuta fuera más hermosa que la mismísima Helena de Troya, lo cierto es que si se la acusaba de envenenamiento real, lo que implica regicidio y por tanto alta traición, no había posibilidad de salvarla y menos con algo tan fácil como aceptar un matrimonio.

Por lo demás, creo que te he dicho cuanto podía de esta Santa. No se sabe más de ella, así como tampoco de sus reliquias, que debieron perderse. Aunque es conocida tanto en la Iglesia Católica como Ortodoxa, parece ser más conocida y venerada por ésta última. Es una de las diversas mártires persas que sufrieron martirio por su fe bajo una jurisdicción distinta a la habitual, la romana imperial. Espero haberte ayudado y con el tiempo, seguir hablando de alguna más.
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Autor: Meldelen
Fuente: preguntasantoral.es

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