Santo Domingo Ibáñez de Erquizay, Sacerdote y Mártir
Agosto 14
Martirologio Romano: En Nagasaki en Japón, santos mártires Domingo Ibáñez
de Erquiza, sacerdote de la Orden de Predicadores, y Francisco Shoyemon, novicio
de la misma Orden y catequista, ejecutados por odio al nombre de Cristo bajo el
comandante supremo Tokugawa Yemitsu. 1633.
Domingo nació en Régil, Guipúzcoa. Ingresó en los dominicos en el convento
de San Telmo de San Sebastián. Cuando todavía era estudiante se alistó para
predicar el evangelio en el Lejano Oriente y en 1611 se encontraba en Manila,
donde recibió la ordenación sacerdotal. Le fue encomendado el ministerio en
Pangasinán, Binondoc y por último en Manila, como professor en el colegio de
Santo Tomás.
En el año 1622 sólo quedaban dos misioneros en el Japón y los superiores
decidieron enviar a cuatro religiosos más.
El padre Domingo fue uno de ellos y en octubre de 1623 desembarcó en Nagasaki, con tan mala suerte que nada más llegó el edicto shogunal que prohibía a los españoles permanecer en el país y cortaba radicalmente las relaciones con Filipinas.
Los religiosos zarparon, pero tras navegar unas leguas, una embarcación
preparada por el padre san Domingo Castellet les convenció para que regresaran y
comenzaron una vida de clandestinidad.
Superior de la misión durante diez años, el padre Ibáñez realizó heroicos
esfuerzos por ayudar a los cristianos perseguidos. Ayudó a san Melchor de San
Agustín y a san Martín de San Nicolás, para que pudieran esconderse, cuando
llegaron como misioneros a Japón.
Muy buscado por las autoridades, fue detenido y recluido en la cárcel
de Nagayo, en Ômura. Por negarse a apostatar fue condenado al tormento de la
horca y la hoya; los verdugos bajaban y subían su cuerpo de manera que su cabeza
se introducía en una hoya hedionda.
En esta tortura murió el 14 de agosto. Su cadáver fue reducido a cenizas
para que los cristianos no lo pudieran venerar.
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