Toma tu cruz cada día y sígueme
Lucas 9, 23-26.
Fiesta de San Felipe de Jesús.
Ofrecer los pequeños sacrificios de nuestra vida, para que Dios los convierta en gracias de salvación.
Reflexión Evangélica del 5 de febrero en lugares donde no se festeja la fiesta de San Felipe de Jesús. Marcos 5, 21 - 43.
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 23-26
Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su
vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.
Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él
mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis
palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su
gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.
Oración introductoria
Señor, creo en Ti, espero en Ti y porque te amo quiero buscarte en este
momento de oración. Abre mi mente y mi corazón para ser dócil a lo que
hoy quieras pedirme, con tu gracia todo lo puedo lograr.
Petición
Jesucristo, quiero acoger tu llamada y entregarme completamente, sin cálculos egoístas ni beneficios personales.
Meditación del Papa
Cuando nos encontramos en la prueba, cuando nuestras familias deben
afrontar el dolor, la tribulación, miremos a la cruz de Cristo: allí
encontramos el valor y la fuerza para seguir caminando; allí podemos
repetir con firme esperanza las palabras de san Pablo: “¿Quién nos
separará del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la
persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?...
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado”.
En la aflicción y la dificultad, no estamos solos; la familia no está
sola: Jesús está presente con su amor, la sostiene con su gracia y le da
la fuerza para seguir adelante, para afrontar los sacrificios y
superar todo obstáculo. Y es a este amor de Cristo al que debemos
acudir cuando las vicisitudes humanas y las dificultades amenazan con
herir la unidad de nuestra vida y de la familia. El misterio de la
pasión, muerte y resurrección de Cristo alienta a seguir adelante con
esperanza: la estación del dolor y de la prueba, si la vivimos con
Cristo, con fe en él, encierra ya la luz de la resurrección, la vida
nueva del mundo resucitado, la pascua de cada hombre que cree en su
Palabra. (Benedicto XVI, 6 de abril de 2012).
Reflexión
¿Quién puede soportar estas palabras? ¿Seremos capaces realmente de
seguir esta doctrina que se nos presenta hoy? ¿Podremos vivir el
significado cristiano de la palabra abnegación?
Son algunas preguntas que se me presentan al leer este pasaje. Cristo
es claro: seguirle significa dolor, sufrimiento y abnegación. Sí,
significa todo esto más la salvación eterna. Pero ¿qué quiere decir eso
de salvación eterna? Muy fácil, es la plenitud de la propia felicidad,
es el cielo, vivido con Jesús y María, y todas las demás potestades.
Ya los antiguos, tenían la certeza que existía un mundo después de esta
vida, por eso no tiene que extrañarnos que Jesucristo nos quiera dar
como premio la vida eterna.
Con una motivación tan fuerte, el sacrificio propio queda transformado
como un medio para llegar a tener la felicidad que anhelamos.
Ofrezcamos los pequeños sacrificios de nuestra vida diaria, para que
Dios los convierta en gracias de salvación.
San Felipe de Jesús fue el protomártir mexicano. Fue un religioso de la
orden de los franciscanos en Manila. Al venir a ordenarse a México,
naufragó su barco y llegó a Japón donde lo mataron. Fue beatificado,
junto con sus compañeros, el 14 de septiembre de 1627 y canonizado el 8
de julio de 1862.
Estos mártires son frecuentemente recordados por el Papa dando a saber
que su sangre no fue derramada en balde. Llegaron al cielo.
Propósito
Este día nos podemos acercar a la Eucaristía para pedirle a Jesús nos
ayude a realizar la vocación que tenemos en la vida. Recuerda que el
testimonio de los santos confirma el amor a Dios (CEC 313). El
testimonio de estas personas nos puede ayudar a crecer en nuestra vida
espiritual, en nuestra vida de fe.
Diálogo con Cristo
Te agradezco, Jesús, que me recuerdes que el único camino para alcanzar
la santidad es la cruz. Por la cruz y desde la cruz me enseñas que ése
es el itinerario que me puede llevar a la santidad. Permite que salga
de esta meditación decidido a cargar mi cruz, con convicción y, sobre
todo, con gran amor, pues sé bien que todo lo que sucede en mi vida es
una muestra amorosa de tu singular predilección.
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Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
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