San Valerio de Astorga, Eremita y Confesor
Febrero 25
Llamado tambien San Valerio del
Bierzo
Santo Tradicional, no incluido en el Martirologio Romano actual
Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.
Santo Tradicional, no incluido en el Martirologio Romano actual
Santo de heroicas virtudes y de invicta paciencia en la adversidad.
Nacido en Astorga y cristiano desde pequeño. La región del Bierzo es el
escenario de sus virtudes y de su vida. Quiso entrar en el monasterio que fundó
san Fructuoso en Compludo, pero por razones todavía hoy desconocidas no pudo
entrar.
Fallido el intento monacal, comienza una vida de oración y penitencia
viviendo al estilo de los antiguos eremitas. Su modo de vivir, poco frecuente en
la época, hace que de boca en boca vaya pasando la noticia de su existencia
entre los habitantes del lugar que empiezan a visitarle en la ermita que hay
junto al castillo llamado de la Piedra, en Astorga. Allá concurren con deseos de
escucharle y de ser confortados en sus penas. El clérigo el cuidador de la
ermita sólo comienza a interesarse por ella cuando advierte el sonar de las
monedas y huele los pingües beneficios de las ofrendas; como se posesiona de
ellas de mala manera, el santo se marcha para no facilitar su codicia extrema;
pero hasta los pocos libros que tenía hubo de dejarlos en la ermita por
considerar el clérigo chupón que fueron de ella.
La gente del lugar le echa de menos y le sugieren un nuevo sitio para
vivir, rezar y predicar. En Ebronato le edifican los fieles un oratorio donde se
instala y recomienza. Como la gente se arremolina en torno a él, el obispo
nombra un presbítero para que atienda la pequeña iglesia construida; Justo se
llama el pastor y su justicia en el nombre se queda. De nuevo queda Valerio sin
techo y reducido a la miseria. La gente sigue queriéndole y sufre la mala
envidia de Justo que en alguna ocasión llegó a emplear la violencia física
contra Valerio.
En el mismo Bierzo, allí donde Fructuoso fundó el monasterio de san Pedro,
encuentra un lugar tranquilo y puede reanudar una vez más su vida penitente y
orante de eremita. El obispo de Astorga, Isidoro, le llama y pide su compañía
para asistir al concilio de Toledo, al que no llegan por la muerte del
prelado.
También escribió dejando por escrito testimonio de la época. Esta
literatura se conservó en el monasterio de Carracedo y la mantuvo como tesoro la
iglesia de Oviedo. Su pluma dejó a la posteridad la vida de san Fructuoso, un
abundante grupo de máximas y consejos a los religiosos del Bierzo, las
revelaciones de los monjes Máximo y Bonelo y la historia del abad Donadeo.
Terminó su vida a finales del siglo VII y sus reliquias se conservaron en
el Altar Mayor de la iglesia del monasterio de san Pedro de los Montes, de la
orden benedictina, cerca de Ponferrada.
A quien se interna en su vida le da la sensación de que Dios lo preparó
para la contrariedad. Y lo muy curioso del caso es que sus enfrentados siempre
fueron clérigos. ¿Tan feo les pareció Valerio?
Muchos de los buenos afirman, con pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un santo verdadero; pero quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le cuesta convivir con los demás es al que lleva vida recta.
Muchos de los buenos afirman, con pueril benevolencia, que es muy difícil convivir en esta tierra con un santo verdadero; pero quizás no caen en la cuenta de que a quien seriamente le cuesta convivir con los demás es al que lleva vida recta.
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Tomado de: es.catholic.net
Tomado de: es.catholic.net
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