San Anselmo II de Lucca, Obispo, Patrono de Mantua
Marzo 18
Martirologio Romano: En Mantua, en Lombardía, tránsito de san Anselmo,
el cual, siendo obispo de Lucca, en la controversia de las investiduras,
fidelísimo a la Sede de Roma, puso en manos del papa san Gregorio VII
el anillo y el báculo pastoral que, de mala gana, había recibido de
manos del emperador Enrique IV, y expulsado de la sede por
los canónigos que rechazaban la vida comunitaria, fue enviado a
Lombardía como legado del Papa, de quien fue un valiente colaborador
(1086).
Etimológicamente: Anselmo = Aquel que tiene la protección divina, es de origen germánico.
San Anselmo nació en Mantua en el año 1036, y ya en 1073 su tío, el
Papa Alejandro II, lo nombró candidato al obispado de Lucca, que había
quedado vacante cuando el Pontífice ocupó el trono de San Pedro.
Siguiendo la lamentable costumbre de su tiempo, el Papa mandó a Anselmo a
recibir de manos del emperador Enrique IV el báculo pastoral y el
anillo. Anselmo estaba tan convencido de que un poder secular no podía
conferir dignidades eclesiásticas, que no aceptó recibir la investidura
del emperador y regresó a Italia.
Más tarde, durante el papado
del sucesor de Alejandro, el Papa San Gregorio VII, aceptó el báculo y
el anillo de manos de Enrique el cruzado, y aún así lo hizo con
escrúpulos de conciencia. Estas dudas le hicieron dejar su diócesis y
entrar a una congregación de monjes cluniacenses en Polirone.
Era difícil encontrar un sucesor para este hombre que poseía puntos de
vista tan claros, por lo que el Papa Gregorio lo llamó de su retiro y lo
envió a Lucca para hacerse cargo, por segunda vez, de su diócesis. Era
celoso en la observancia de la disciplina. Se esforzó en hacer cumplir
entre sus canónigos la vida común ordenada por el Papa San León IX. Los
canónigos se negaron a obedecer, a pesar de haber sido puestos en
entredicho por el Papa y después excomulgados.
La condesa
Matilde de Toscana se comprometió a expulsarlos, pero levantaron una
revuelta y, ayudados por el emperador Enrique, expulsaron al obispo de
la ciudad, en el año 1079. San Anselmo se retiró a Canossa, donde fue
director espiritual de la condesa Matilde. Restableció el orden entre
los monjes y canónigos que estaban en su jurisdicción. Decía que
prefería que la Iglesia careciese de ellos y no que hubiese muchos con
vida indisciplinada. Era muy austero y pasaba varias horas del día en
oración; nunca tomaba vino y siempre encontraba algún pretexto para
evitar manjares delicados y mesas bien servidas.
Aunque decía
la santa misa diariamente, se conmovía hasta las lágrimas mientras la
celebraba. Vivía en presencia de Dios tan continuamente, que ningún
asunto secular le impedía olvidarla.
Fue muy perseguido por
haberse contado entre los más fervientes partidarios del Papa Gregorio.
Colaboró con el Pontífice en la supresión de las investiduras, que en
aquel tiempo eran de importancia capital para el gobierno de la Iglesia.
Este abuso se había incrementado gradualmente hasta que llegó a ser un
escándalo, principalmente en Alemania. Todo se había originado en el
sistema feudal. Los obispos y abades eran propietarios de tierras y a
veces hasta de ciudades; naturalmente pagaban un impuesto al soberano, y
recibían en cambio autoridad temporal sobre las tierras que gobernaban.
En consecuencia, poco después se negociaban vergonzosamente las
dignidades eclesiásticas y se vendían al mejor postor.
En su
lucha contra este abuso, Gregorio no pudo encontrar apoyo más vigoroso
que el de San Anselmo de Lucca, que también se oponía a tal situación.
Después de la muerte de Gregorio, el Papa siguiente nombró a Anselmo
legado en Lombardía, un puesto que abarcaba la administración de varias
diócesis que habían quedado vacantes a consecuencia de la disputa sobre
las investiduras. Anselmo era visitador apostólico, pero nunca llegó a
ser obispo de Mantua, como algunos de sus biógrafos han dicho. Era
hombre de gran saber; hizo un estudio especial de la Biblia y de los
comentaristas. Si se le preguntaba sobre el sentido de alguno de los
pasajes de la Biblia, gran parte de la cual sabía de memoria, podía
citar los comentarios hechos por los Padres de la Iglesia. Entre sus
escritos se puede mencionar una importante colección de cánones y un
comentario sobre los Salmos que comenzó a petición de la condesa
Matilde, pero que no terminó.
El santo obispo murió en su ciudad natal, Mantua, donde se le honra como patrono.
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Fuente: oremosjuntos.com
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