Beata Resario de Soano, Mártir
Agosto 23
Martirologio Romano: En la localidad de Puzol, cerca de Valencia, beatas Rosario (Petra María Victoria) Quintana Argos y Serafina (Manuela Justa) Fernández Íbero, vírgenes del Instituto de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia y mártires, que en el furor de la citada persecución alcanzaron la gracia del martirio. († 1936)
Martirologio Romano: En la localidad de Puzol, cerca de Valencia, beatas Rosario (Petra María Victoria) Quintana Argos y Serafina (Manuela Justa) Fernández Íbero, vírgenes del Instituto de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia y mártires, que en el furor de la citada persecución alcanzaron la gracia del martirio. († 1936)
Fecha
de beatificación: 11 de marzo de 2001, junto a otros 232 mártires, por el Papa
Juan Pablo II.
Nació el 13 de mayo de 1866, en Soano (Santander), hija de Antonio Quintana y Luisa Argos, de familia piadosa, creció ayudando a la familia en los trabajos del hogar y del campo. A los 14 años murió su madre y ella hubo de hacerse cargo de la casa, educar a sus hermanos y hermanas menores y ayudar a su padre. Se hizo terciaria franciscana y frecuentaba el convento capuchino de Montehano, donde, escuchando un sermón del P. Luis Amigó, decidió hacerse religiosa.
Nació el 13 de mayo de 1866, en Soano (Santander), hija de Antonio Quintana y Luisa Argos, de familia piadosa, creció ayudando a la familia en los trabajos del hogar y del campo. A los 14 años murió su madre y ella hubo de hacerse cargo de la casa, educar a sus hermanos y hermanas menores y ayudar a su padre. Se hizo terciaria franciscana y frecuentaba el convento capuchino de Montehano, donde, escuchando un sermón del P. Luis Amigó, decidió hacerse religiosa.
El 8
de mayo de 1889, venciendo la oposición de su familia, ingresó en la
Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia en el
Santuario de Montiel (España). Hizo su primera profesión en 1891. Adquirió los
conocimientos que no había podido adquirir en su pueblo. Fue maestra de
novicias, consejera y de 1914 a 1926, Superiora General. Jovial, afable, de
fácil relación, austera en su vida, muy sensible a las necesidades de los
pobres, a quienes acogía y servía siempre con simplicidad y humildad. Se
preocupó grandemente por la formación y el progreso espiritual de las
religiosas. Como Vicaria general acompañó a las hermanas durante la guerra civil
española, les buscó refugio y las animó a la perseverancia. Se distinguió en la
práctica de la caridad, la fidelidad a Dios y al prójimo y su profunda devoción
a la
Eucaristía.
Su
último gesto fue un testimonio de fe: quitándose el anillo, signo de alianza
perpetua con el Señor, lo entregó a su verdugo y le dijo: “Tómalo en señal de mi
perdón”.
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Fuente:
Franciscanos.net
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