Regreso de los discípulos
Marcos 6, 30-34.
Tiempo Ordinario.
Dios nos quiere en la oración y en la acción, siempre de la mano de Cristo.
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo los apóstoles se reunieron con Jesús y le
contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él,
entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar
solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran
muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca,
aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos
cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades
y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió
compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se
puso a enseñarles muchas cosas.
Oración introductoria
¡Qué testimonio de delicadeza y amor por tus discípulos Señor! Ayúdame a
que este rato de oración sea el medio para conocerte y amarte más
para, así, buscar solamente cumplir tu voluntad.
Petición
Jesús, que salga de mi egoísmo para ver las necesidades de quienes me rodean.
Meditación del Papa
La Palabra de Dios nos vuelve a proponer un tema fundamental y siempre
fascinante de la Biblia: nos recuerda que Dios es el Pastor de la
humanidad. Esto significa que Dios quiere para nosotros la vida, quiere
guiarnos a buenos pastos, donde podamos alimentarnos y reposar; no
quiere que nos perdamos y que muramos, sino que lleguemos a la meta de
nuestro camino, que es precisamente la plenitud de la vida. Es lo que
desea cada padre y cada madre para sus propios hijos: el bien, la
felicidad, la realización. En el Evangelio de hoy Jesús se presenta como
Pastor de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Su mirada sobre la
gente es una mirada por así decirlo "pastoral". Por ejemplo, en el
Evangelio de este domingo se dice que, "habiendo bajado de la barca, vio
una gran multitud; tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas
sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas". Jesús encarna a Dios
Pastor con su modo de predicar y con sus obras, atendiendo a los
enfermos y a los pecadores, a quienes están "perdidos", para conducirlos
a lugar seguro, a la misericordia del Padre. (Benedicto XVI, 22 de julio de 2012).
Reflexión
Hay dos dimensiones de la vida de todo cristiano que encontramos bien
delineadas en este pasaje. La oración y la acción. No son dos
actividades aisladas la una de la otra. No se limitan a momentos
determinados. Se trata de actitudes, más que de actos. Oración para
llenarnos de Cristo. Acción para comunicarlo a los demás.
Por eso, Cristo combinaba sabiamente con sus apóstoles estos dos
ingredientes. Los apóstoles vuelven de predicar y hacer milagros y
Cristo se los lleva a un lugar solitario, para estar con ellos, para
charlar, para que compartan con él sus alegrías y dificultades, sus
victorias y derrotas. Le encanta estar con sus amigos. Disfruta cuando
lo buscamos y le abrimos nuestro corazón. Cuando le miramos para
aprender de Él, cuando le confiamos nuestras inquietudes y dudas. Y este
contacto con el Maestro deja una huella en nuestra vida. "La oración
es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene
sed de que el hombre tenga sed de él" (Catecismo de la Iglesia Católica, 2560)
Es peligrosa la pretensión de querer hacer muchas obras y acciones por
el bien de los demás, si no nos damos tiempo para estar con Cristo, a
quien vamos a predicar. Pero también es un error el quedarnos solos con
Él, sin salir al encuentro de nuestros hermanos. Dios nos quiere en la
oración y en la acción, siempre de la mano de Cristo. Cuando Él estaba
con sus apóstoles, la multitud les vio y se acercó de nuevo. Y Cristo,
compadecido, se puso a enseñarles junto con los apóstoles.
Ser cristianos significa que seguimos a Cristo. Seguir sus huellas,
andar detrás de Él. Anuncio, dinamismo, movimiento, entrega. No fuimos
elegidos para la pasividad y el acomodamiento.
Propósito
Revisar si puedo mejorar la calidad del tiempo y el lugar que dedico a mi oración diaria.
Diálogo con Cristo
Jesús mío, gracias por recordarme que no estoy solo en la lucha por mi
santificación, Tú estás siempre a mi lado, guiando y cuidando mi camino
para que sepa conjugar el trabajo con la oración, el quehacer con los
momentos de transformación espiritual personal. El descanso es una
oportunidad que me das para mi renovación interior, para estar en
condiciones de realizar con alegría mi trabajo al servicio de la
familia, del prójimo y de Dios.
=
Autor: Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net
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