San José de Leonessa, Sacerdote Capuchino
Febrero 4
Martirologio Romano: En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de
Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que
en Constantinopla sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y,
habiendo sufrido grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio
incluso en el palacio del Sultán, regresó a su patria y se distinguió
por atender a los pobres (1612).
Fecha de canonización: 29 de junio de 1746 por el Papa Benedicto XIV.
Este santo nació en 1556 en Leonessa en Umbria, y a la edad de
dieciocho años hizo su profesión como fraile capuchino en su ciudad
natal, y tomó el nombre de José, en lugar de Eufranio, su nombre de
pila.
Era humilde, obediente y mortificado en grado heroico, y
tres días a la semana no tomaba otro sustento que pan y agua.
Generalmente predicaba con un crucifijo en la mano, y el fuego de sus
palabras inflamaba el corazón de sus oyentes. En 1587 fue enviado a
Turquía como misionero entre los cristianos de Pera, suburbio de
Constantinopla. Allí animaba y servía a los esclavos cristianos de las
galeras con maravillosa devoción, especialmente durante una peste
maligna, de la cual se contagió, aunque después recobró la salud.
Convirtió a muchos apóstatas, y se expuso al rigor de la ley turca
cuando predicaba la fe a los musulmanes. José fue encarcelado dos veces,
y la segunda vez lo condenaron a cruel muerte.
Mediante
afilados garfios que atravesaban una de sus manos y uno de sus pies fue
colgado de una horca. Sin embargo, después de haber sido torturado por
muchas horas, fue puesto en libertad y se le conmutó su sentencia por el
destierro. Desembarcó en Venecia y, después de una ausencia de dos
años, regresó de nuevo a Leonessa, donde reanudó sus labores con
extraordinario celo. Hacia el fin de su vida sufrió mucho a causa de un
tumor. Para extirpárselo, fue sometido a dos operaciones durante las que
no exhaló el menor gemido o queja, sosteniendo todo el tiempo un
crucifijo sobre el cual tenía fijos los ojos. Cuando se sugirió que
antes de la operación debería ser atado, señaló el crucifijo, diciendo:
"Este es el lazo más fuerte; esto me sujetará mejor que cualquier cuerda
lo haría". La operación no tuvo éxito y San José murió felizmente el 4
de febrero de 1612, a la edad de cincuenta y ocho años.
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Fuente: oremosjuntos.com
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