Santa Brígida de Irlanda o Brígida de Kildare, Abadesa
Febrero 1
Febrero 1
Santa Brígida de Irlanda o Brígida de Kildare, nació en 451 en Faughart cerca de Dundalk en Irlanda,
y murió en Febrero 1, 525 en Kil Dara. Es una santa de la Iglesia Catolica y de la Iglesia Ortodoxa.
Su padre es un jefe irlandés y su madre una sirvienta esclava cristiana, bautizada por San Patricio. Fue llamada así según la divinidad femenina "Brigit" de los Celtas.
Brígida fue educada en el paganismo, se convirtió a la fe por influencia de los discípulos de San Patricio. Para conservar su virginidad, pidió a Jesucristo que la volviese fea, y efectivamente, perdió un ojo, lo cual le permitió juntarse con otras jóvenes en el monasterio de Kildare, a ocho leguas de Dublín, para servir a Dios. Es patrona de Irlanda. La señora de Erín, The Lady of Erin, Brígida es la santa nacional irlandesa, patrona de la isla después de san Patricio, y su culto se propagó por Escocia, Inglaterra y Gales. Santa virginal adornada por toques fantásticos y contrastados de poesía gaélica, se la suele representar vestida de abadesa o como una granjera.
Ya de muy joven Brígida respondió a la llamada del Señor a la vida religiosa. Era muy generosa con los pobres. A los 20 años fundó el primer convento de Irlanda en Kildare. Se hizo famoso como lugar de devoción y formación. Santa Brígida vio el necesario vínculo entre lo fe y el intelecto.
Los Cielos colaboraban en sus afanes caritativos, y para que pudiera atender a las necesidades de los hambrientos que acudían a ella, le era dado ordeñar la misma vaca, sin que se agotasen sus ubres, todas las veces que necesitaba leche (su atributo es una vaca tendida a sus pies). Entre la historia y el folclore, esta santa, cuyos restos reposan junto con los de San Patricio en Downpatrick, adonde fueron trasladados en tiempo de las invasiones danesas, es una estampa de maravillas en la que los irlandeses ven un reflejo humano de la solicitud omnipotente de Dios mezclada con un sentido del humor caprichoso, cotidiano y poético en el que se reconocen.
Se le conoce como patrona de los lecheros por un incidente de su juventud:
Su madre le dio dinero para comprar mantequilla.
En vez, ella le dio el dinero a un pobre en el camino.
En otra ocasión, ya de mayor, Santa Brígida le dio agua a un pobre y esta se convirtió en leche.
Parece una contradicción, pero a pesar de su gran fama que la hace pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar unidos a su figura gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen muy pocos hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su primer biógrafo, pero -lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena de la santa; su escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en torno al monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de los siglos VII y VIII que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a la santa irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole, Donatus, a mitad del siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el vehículo de la rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el diseño de un perfil hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor de las gentes por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu inferior en su tiempo, concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer del fruto de la unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una bellísima esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno familiar legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede tener planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden llegar a las cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una estela de bien para la gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para no ser ocasión de pecado y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que la haga fea. ¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha decidido entrar en religión. Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que luego le devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee al Amor desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un amor.
También los pobres están presentes en el relato; no podría concebirse santidad sin caridad. Y ahora es la vaca su cómplice; nunca se secaron las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida, cuando había que remediar a un menesteroso. La vaca ha quedado presente, como emblema, en las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen de la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los relatos de bondades. Se habla de leprosos curados y de monjas tibias descubiertas; la muda Doria comienza a hablar y termina sus días como religiosa en el convento; frustra asesinatos; da vista a ciegos y... como expresión del estilo de un pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones populares -con sencillez y regocijo- muestran el calor de un pueblo por su santa y dice con sus leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe decir.
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Oración:
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a Santa Brígida de Irlanda para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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Fuente: oremosjuntos.com
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