Beato Juan Antonio Farina, Obispo y Fundador
Marzo 4
Obispo de Vicenza y Fundador del Instituto de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones
Martirologio Romano:En Vicenza, ciudad de Italia, beato Juan Antonio
Farina, obispo, cuyo trabajo en el campo de la pastoral fue intenso, y
fundó el Instituto de las Hermanas Maestras de Santa Dorotea Hijas de
los Sagrados Corazones, para la formación de las jóvenes pobres y ayuda a
las personas afligidas (1888).
Fecha de beatificación: 4 de Noviembre de 2001 por el Papa Juan Pablo II.
Sacerdote de extraordinaria espiritualidad y de gran generosidad
apostólica, Juan Antonio Farina puede ser considerado uno de los obispos
más insignes del siglo XIX italiano. Fue el fundador de las Hermanas
Maestras de S. Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, que actualmente
se encuentran en varias partes del mundo con actividades educativas,
asistenciales y pastorales.
Originario de Gambellara (Vicenza),
lugar en el que nació el 11 de enero de 1803 de Pedro y Francisca
Bellame, Juan Antonio Farina recibió la primera formación bajo la tutela
de su tío paterno, un santo sacerdote que fue para él un verdadero
maestro del espíritu además de su preceptor, ya que todavía no existían
las escuelas públicas en los pueblos pequeños. A los quince años entró
en el seminario diocesano de Vicenza donde asistió a todos los cursos
distinguiéndose por su bondad y una particular aptitud para el estudio. A
los 21 años, mientras todavía asistía a los cursos de Teología, fue
destinado a la enseñanza en el mismo seminario, revelando así sus
marcadas dotes como educador.
El 14 de enero de 1827 recibió la
ordenación sacerdotal y poco después obtuvo el diploma que lo
habilitaba a la enseñanza en las escuelas de primaria. En los primeros
años de su ministerio se ocupó de varios encargos: la enseñanza en el
seminario durante 18 años, la capellanía en la parroquia de S. Pedro en
Vicenza por 10 años y la participación en distintas instituciones
culturales, espirituales y caritativas de la ciudad, entre las cuales la
dirección de la escuela pública primaria y superior.
En 1831
dio inicio a la primera escuela popular femenina y en 1836 fundó las
Hermanas Maestras de S. Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, un
instituto de «maestras de auténtica vocación, consagradas al Señor y
dedicadas totalmente a la educación de las niñas pobres». Poco después,
quiso también que sus religiosas se dedicasen a las hijas de familias
acomodadas, a las sordomudas y a las ciegas; más tarde las envió a la
asistencia de los enfermos y de los ancianos en los hospitales, en los
asilos y en sus domicilios. El 1 de marzo de 1839 obtuvo el decreto de
alabanza del Papa Gregorio XVI; la Regla por él redactada permaneció en
vigor hasta 1905, año en que el Instituto fue aprobado por el Papa Pío
X, quien había sido ordenado sacerdote por el obispo Farina.
En
1850 fue nombrado obispo de Treviso y recibió la consagración episcopal
el 19 de enero de 1851. En esta diócesis desarrolló una variada
actividad apostólica: en seguida inició la visita pastoral y organizó en
todas las parroquias asociaciones para la ayuda material y espiritual
de los pobres, incluso llegó a ser llamado «el obispo de los pobres».
Propagó la práctica de los Ejercicios espirituales y la asistencia a los
sacerdotes pobres y enfermos; cuidó la formación doctrinal y cultural
del clero y de los fieles, y la instrucción y catechesis de los jóvenes.
Los diez años de su episcopado en Treviso fueron marcados por el
sufrimiento debido a cuestiones jurídicas con el Cabildo de la Catedral;
esta situación condicionó la realización de su programa pastoral
obstaculizando varias iniciativas y llegando a impedir la celebración
del Sínodo diocesano.
El 18 de junio de 1860 fue trasladado a
la sede episcopal de Vicenza, donde puso en acto un amplio programa de
renovación y desarrolló una importante obra pastoral orientada a la
formación cultural y espiritual del clero y de los fieles, a la
catechesis de los niños, a la reforma de los estudios y de la disciplina
en el seminario. Convocó el Sínodo diocesano, que no había sido
celebrado desde el 1689; en su visita pastoral a veces recorría
kilómetros a pie o a lomos de una mula para poder llegar a los pueblos
de montaña que no habían visto nunca un obispo. Instituyó numerosas
confraternidades para socorrer a los pobres y sacerdotes ancianos y para
la predicación de Ejercicios espirituales al pueblo; propagó una
profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María y a la
Eucaristía. Entre diciembre de 1869 y junio de 1870 participó al
Concilio Vaticano I, donde hacía parte de los que sostenían la
definición de la infalibilidad pontificia.
Los últimos años de
su vida fueron señalados con públicos reconocimientos por su labor
apostólica y su caridad, pero también con fuertes sufrimientos e
injustas acusaciones frente a las cuales él reaccionó con el silencio,
la paz interior y el perdón, en fidelidad a su propia conciencia y a la
regla suprema de la «salvación de las almas». Después de una primera
grave enfermedad en 1886, sus fuerzas físicas se fueron debilitando
gradualmente hasta el momento en que un ataque de apoplejía lo llevó a
la muerte el 4 de marzo de 1888.
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Fuente: Vatican.va
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Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Juan Antonio, contacte a:
Sr. Albarosa Ines Bassani, SDVI
Suore Maestre di Santa Dorotea
Via S. Domenico 23
36100 Vicenza, ITALIA
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