Martirologio Romano: En la ciudad de Xilinxian, en la
provincia china de Guangxi, santa Inés Cao Guiying, mártir, la cual, casada con
un marido violento, tras la muerte de éste se entregó con mandato del obispo a
la enseñanza de la doctrina cristiana, por cuyo motivo, después de ser recluida
en una cárcel y sufrir crudelísimos tormentos, confiando siempre en el Señor
pasó a los festines eternos. (1826-1856).
Nació en en la aldea de Wujiazhai en la provincia de
Guizhou, China, en el seno de una antigua familia cristiana, se quedó huérfana
en la adolescencia y fue acogida en el orfanato católico. Luego se fue a
trabajar a la ciudad de Xingyi, donde conoció a una mujer católica que le
permitió vivir en su casa. Allí conoció al obispo Bai, que la entusiasmó con la
profundización de la fe en al parroquia local, en lo que hizo rápidos
progresos.
Muy joven se casó con Yuan, que la maltrató sin
conciencia, varias veces la hecho de casa, se opuso a que practicase su religión
y le negó lo más necesario para vivir, lo que obligo a la desgraciada joven a
trabajar horas y horas en otras casas para poder sobrevivir. Sin embargo todo lo
sobrellevó con admirable paciencia. Cuando su marido se puso enfermo ella lo
atendió con gran dedicación hasta su
muerte.
Una vez viuda, los parientes de su marido no la
quisieron recibir, así que una viuda católica, mujer también versada en el
conocimiento de las Escrituras y de las enseñanzas de la Iglesia, la acogió en
su casa, y junto a ella Inés realizó grandes y rápidos progresos
espirituales.
Un día, cuando san Agustín Chapdelaine estaba en al
casa de visita, descubrió lo bien que conocía Inés la fe y la invitó a hacerse
cargo de un trabajo misionero en Guangxi: enseñar el catecismo a unas 30-40
familias del lugar. En el invierno de 1852 se trasladó a la ciudad de Baijiazhai
en Xilan, lugar del que hizo su "cuartel general". Enseñaba catecismo de un
lugar a otro, así como también a cocinar y llevar una casa, y durante su tiempo
libre, realizaba trabajos de
niñera.
Cuando ella estaba ayudando en Yaoshan, en 1856, fue
acusada de ser cristiana y fue detenida junto con otros muchos; los demás
fueron puestos enseguida en libertad pero ella no, fue mantenida en prisión. El
magistrado del lugar utilizó primero la táctica de seducirla con palabras
bonitas para conseguir que negara la fe, y a pesar de las torturas que la
aplicaron, no apostató. Sufrió la “tortura de la jaula”, que la obligó a estar
tres días seguidos de pie, sin poder sentarse. Cuando agotada por esta tortura
sufrió otras, no resistió más y murió en Sy-Lin-Hien. Oraba: "¡Dios, ten
misericordia de mí, Jesús, sálvame!" Luego, el 1 de marzo, gritó con fuerte voz:
"¡Dios mío, ayúdame!", y expiró.
El papa León XIII la proclamó beata el 27 de
mayo de 1900, y el papa Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre de 2000. Tiene
una parroquia de la comunidad china dedicada a su nombre en
Canadá.
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