Beata Felipa Mareri, Religiosa Clarisa
Febrero 16
Martirologio Romano: En Borgo San Pietro, en el Abruzo, beata Filipa
Mareri, virgen, que, despreciando las riquezas y el fasto mundano,
abrazó la forma de vida de santa Clara, recientemente establecida en
aquella región (1236).
Fecha de beatificación: El 30 de abril de 1806 el Papa Pío VII confirmó su culto.
Felipa nació, a finales del siglo XII, hacia el año 1195, de la noble
familia de los Mareri, en el castillo de su propiedad situado en San
Pietro de Molito, hoy Borgo San Pietro, provincia de Rieti. La baronía
de la familia Mareri se afianzó en el Cicolano a finales del siglo XII
desde el castillo del que tomó su nombre. El fundador del linaje fue
Felipe, que tuvo al menos cuatro hijos: Tomás, Gentil, Felipa y otra
hija cuyo nombre desconocemos. El mayor incremento de la fama y fortuna
de la familia se debió a Tomás, que fue un alto funcionario del
emperador Federico II.
Orientada hacia la vida de perfección
por san Francisco de Asís en los años 1221-1225, cuando el Santo,
peregrino por el Valle de Rieti, se hospedaba en casa de sus padres,
Felipa tomó de joven la decisión de consagrarse a Dios, y se mantuvo con
tal firmeza en su propósito, que no consiguieron doblegar su voluntad
ni las presiones de los parientes, ni las amenazas de su hermano Tomás,
ni las ofertas y requerimientos de sus pretendientes.
Ante la
actitud de sus familiares, Felipa, como años antes Clara de Asís, huyó
de la casa paterna, y junto con su hermana y algunas compañeras se
refugió en una gruta de los montes cercanos a su castillo, ahora llamada
«Gruta de Santa Felipa», que adaptó con austeridad para sus fines y
donde permaneció hasta que sus hermanos Tomás y Gentil, con acta
notarial de fecha 18 de septiembre de 1228, le dieron el castillo de su
propiedad de San Pietro de Molito y la antigua iglesia benedictina
aneja. Allí se trasladaron Felipa y sus seguidoras, y en seguida
comenzaron a organizar su vida claustral siguiendo la forma de vida y
las normas que san Francisco había dado a santa Clara y a sus hermanas
del monasterio de San Damián en Asís. El mismo san Francisco encomendó a
uno de sus primeros compañeros, el beato Rogerio de Todi, la dirección
espiritual de la Beata y de las clarisas del monasterio por ella
fundado. A tal fin, Rogerio se trasladó al valle de Rieti, y allí
permaneció, cumpliendo su misión, hasta la muerte de la Beata en 1236.
Este monasterio, bajo la guía de la beata Felipa, maestra de vida
espiritual, y con el asesoramiento del beato Rogerio, hombre de gran
fervor y no menor prudencia, se convirtió pronto en escuela de santidad.
Ciertamente, la ocupación principal de la comunidad monástica era el
culto y la alabanza de Dios, la vida litúrgica, la lectura y estudio de
la Sagrada Escritura, la oración y contemplación. Pero, al mismo tiempo,
el trabajo era tenido en gran consideración, lo mismo que el servicio a
los pobres y el apostolado. En el monasterio se preparaban medicinas
que luego se distribuían gratuitamente a los enfermos pobres. El fervor
de la caridad en las palabras y en las obras, así como el estilo de vida
de aquellas clarisas, con Felipa a la cabeza y todas siguiendo la
estela del Santo de Asís, hicieron revivir la vida evangélica en el
Valle de Rieti, como antes había sucedido en el Valle de Espoleto.
La beata Felipa murió en su monasterio el 16 de febrero de 1236. Pronto
su tumba se convirtió en meta de peregrinaciones y empezaron a
multiplicarse las gracias y los favores extraordinarios de Dios
obtenidos por mediación de la Beata. Cuando en 1706 se hizo el
reconocimiento de sus restos mortales, se vio que su corazón permanecía
incorrupto, y se conserva aún hoy en un relicario de plata. Inocencio
IV, en una bula de 1247, da a Felipa el título de "santa". Pero fue Pío
VII quien, por bula de 30 de abril de 1806, confirmó su culto inmemorial
y aprobó la misa y oficio en su honor.
El antiguo Borgo San
Pietro y el monasterio de clarisas fundado por la beata Felipa el año
1228, quedaron sepultados, en 1940, bajo las aguas del nuevo lago
artificial del Salto, a orillas del cual se han reconstruido tanto el
monasterio como el pueblo. La capilla del siglo XIII, donde se
custodiaban los restos de la Beata, se ha restaurado en la nueva iglesia
con las mismas piedras medievales, y se ha decorado con los frescos que
ya la adornaban en el antiguo monasterio.
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Fuente: Franciscanos.org
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