San Teófilo, Archidiácono Penitente
Febrero 4
Ecónomo de la
iglesia de Adana, en Cilicia, célebre por su pacto con el demonio, del cual fue
librado por intercesión de la Santísima Virgen, 538. Aunque la leyenda de San
Teófilo debe considerarse casi con certeza como pura novela, y se la discute seriamente
en el "Acta Sanctorum", como clásico ejemplo de historia de pacto con
el diablo, en la que se creía firmemente en la antiguedad, merece sin embargo aquí
una breve noticia.
Se describe a Teófilo como "oeconomus" digamos "administrador"
-de la iglesia de Adana en Cilicia, un hombre humilde, serio, que al ser
elegido obispo rehusa el honor, prefiriendo permanecer en su condición de subordinado.
Cuando rehusó aceptar el episcopado, nombraron para la sede a un extranjero
quien, por sutiles maquinaciones del demonio y sin ninguna razón, destituyó
a Teófilo de su cargo. Con el tiempo, hizo cuarenta días de penitencia en la
iglesia de Nuestra Señora, implorando humildemente su intercesión, y Ella, después
de una severa reprimenda, obtuvo de su Hijo que tuviera misericordia con el
ofensor.
Continuó prolongando aun más sus ayunos, y cierta vez se le apareció
en sueños la Santísima Virgen. Cuando despertó, se encontró sobre su pecho el
pacto que había firmado. Entonces, impulsado por la gratitud y un deseo de proclamar
por todo el mundo la compasión de la Madre de Misericordia, hizo confesión
pública de todo lo que había sucedido, en la iglesia, ante el obispo, quien personalmente
quemó el pacto, a la vista del pueblo.
=
Fuente: oremosjuntos.com
Según el Lives of Saints, (Tomo II), la primera referencia a esta
historia es un manuscrito griego del siglo VI, escrito por Eutiquiano (no
falta quien diga que en realidad es escrito por los herejes
eutiquianos, no por alguien de ese nombre. Es probable, muchas actas de
mártires están escritas por otros herejes cristianos de la época), que dice haber oído la historia del mismo Teófilo. San Simeón Metafraste (27 de noviembre), la incluye en su gran colección de vidas de santos y mártires.
Sin embargo, la historia se desarrolla, amplía y adorna en el siglo IX, en una obra llamada “Milagros de Santa María”,
donde se cuece el germen del libelo de sangre, poniendo al mago como
judío. En el siglo X, la canonesa Hroswitha de Gandersheim, escribe una
gran narración poética, teológica y mística de la historia,
reflexionando sobre el bien y el mal, el pecado y la redención. En el
siglo XIII se escribe un auto de fe sobre el tema, que es, en
definitiva, el que le da expansión a la historia y la hace conocida por
las masas. Bueno, eso y que fue muy representada en vidrieras y retablos
(la catedral de Notre Dame cuenta con unas secuencias esculpidas en piedra) como historia aleccionadora de lo que podía pasar por jugar con el diablo, del poder intercesor de María y de la maldad judía.
Englobando todas las versiones, la “historia” cuenta esto:
Teofilo era un archidiácono de Adana, Cilicia, con ganas de ascender en
la carrera eclesiástica, pero las cosas no le iban bien. Era un hombre
bueno, estricto en la observancia religiosa, caritativo con los pobres,
cercano a los enfermos y afligidos, elocuente en el púlpito, orante y
penitente. A la muerte del obispo, fue llamado a suceder a este por
aclamación popular, pero su humildad le llevó a rechazar el cargo. Otro
fue hecho obispo y Teófilo siguió en su cargo de tesorero cabalmente,
pero comenzó a extenderse la calumnia de que había rechazado el obispado
por orgullo y para seguir manejando los tesoros de la Iglesia a su
antojo. El obispo, sin averiguar mucho, lo echó de su cargo. Teófilo
trató por todos los medios disponibles de desenmascarar las calumnias y
exponer la falsedad de las acusaciones formuladas contra él, pero fue
incapaz de ello y, cegado, hizo lo siguiente:
Visitó a un mago (al que el medioevo pondrá como judío),
que le llevó a medianoche a una encrucijada e invocó a Satanás, quien
se comprometió a reintegrar a Teófilo todos sus oficios, y buena fama.
Teófilo debía abjurar para siempre de Jesucristo y su Madre, firmando el
contrato con su propia sangre en un papel. Al día siguiente, el obispo
reconoció públicamente su error, pidió perdón a Teoófilo, le devolvió a
su oficio de tesorero y la población reconoció su santidad, honrando su
mansedumbre por no protestar.
Durante un tiempo todo fue bien, pero la conciencia de Teófilo comenzó
su trabajo y no le dejaba tranquilo. Enfermó y no hallaba sosiego en la
oración. Comenzó un ayuno de 40 días y pasaba orando todas las noches en
la iglesia, del anochecer al alba. En la noche del ultimo día, la
Virgen se le apareció y le reprendió por su pecado. El imploró el perdón
y su intercesión, prometiendo pedir perdón públicamente. A la noche
siguiente María volvió a aparecérsele en un sueño y le aseguró que
Cristo le había perdonado por su oración. Teófilo despertó y vio sobre
su pecho el papel que había dado al demonio. Como era domingo, corrió al
templo y se arrojó a los pies del obispo, haciendo su confesión en
público. Relató la verdad y mostró a la multitud reunida el contrato
firmado con su sangre. Destrozó el contrato y lo quemó ante el pueblo.
Recibió el Santísimo Sacramento, regresó a su casa y al cabo de tres
días murió de unas fiebres.
Hay que decir que aunque es reconocido como santo por la Iglesia
oriental, no es así por la Iglesia Romana, aunque su historia haya
servido de narración ejemplarizante, sobre todo mediante la literatura y
el teatro.
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Imagenes y Fuente: Ramón Rabre - Pregunta Santoral
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