Santa Catalina de Ricci, Virgen
Febrero 2
Martirologio Romano: En Prato, de la Toscana, santa Catalina de’ Ricci, virgen, de la Tercera Orden Regular de Santo Domingo, que se dedicó de lleno a la restauración de la religión y por su asidua meditación de los misterios de la pasión de Jesucristo, obtuvo experimentarla de alguna manera (1590).
Martirologio Romano: En Prato, de la Toscana, santa Catalina de’ Ricci, virgen, de la Tercera Orden Regular de Santo Domingo, que se dedicó de lleno a la restauración de la religión y por su asidua meditación de los misterios de la pasión de Jesucristo, obtuvo experimentarla de alguna manera (1590).
Fecha de canonización: 29 de junio de 1746 por el Papa Benedicto XIV.
El 23 de abril de 1522 nace en Florencia, Alejandra Lucrecia Rómola, hija de la noble familia de´ Ricci, que tuvo mucho poder y importancia en la ciudad.
Muerta su madre cuando ella era todavía muy niña, quedó bajo el cuidado de
una madrastra. Poco después la puso su padre en el convento de las monjas de
Monteceli donde estaba una tía suya. Allí recibe su primera educación y
sobresale por su aplicación en los estudios.
A la niña le gustan los relatos de la Pasión de Cristo. Celeberrimo es el
Crucifijo que se venera en aquel monasterio y que desde entonces se llama el
Crucifijo de la Alejandrina.
A los doce años participa en un retiro en la comunidad del monasterio de
san Vicente Ferrer en Prato, perteneciente a la Tercera Orden Regular de Santo
Domingo.
Queda impactada por el estilo de vida y trabajo de las hermanas y pide la
admisión en la comunidad. Cuando su padre fue a buscarla para volverla a casa,
no quiso ir. El lunes de Pentecostés, 18 de mayo de 1535, a los trece años, tomó
el hábito de terciaria de Santo Domingo, de manos de su tío Timoteo de´ Ricci
O.P., mudando el nombre de Alejandrina por el de Catalina.
Profesó al año siguiente y io en tal forma a la contemplación,
singularmente de la Pasión del Señor, que de ordinario estaba abstraída de los
sentidos. Por su gran humildad, siempre se puso bajo la obediencia de los
superiores.
Dotada de natural prudencia, fue superiora dieciocho años, ganando mucho
las religiosas en lo espiritual y en lo temporal por las muchas limosnas que le
enviaban, con lo que pudo acabar la fábrica del convento y acoger muchas
jóvenes.
Piensese que Catalina era Madre Priora de una comunidad de, por lo menos,
120 monjas y que en unos años llegó a contar hasta 160 religiosas... Durante
doce años, 1542-1554, revivió en su cuerpo las llagas del Crucificado y la
Pasión del Señor.
Poco después de su profesión, el Señor vino a visitarla enviándole una
terrible y múltiple enfermedad, ya que fueron varias las dolencias que a la vez
afligían su débil cuerpo. Las mismas religiosas y los médicos quedaban admirados
cómo era posible que pudiera resistir tanto dolor de todo tipo.
Se le apareció un alma beata de su Orden, hizo sobre ella la señal de la
cruz y quedó curada por varios años. Durante estos atroces tormentos tenía una
medicina que la curaba, por lo menos le daba paz y alivio: Era el meditar en la
Pasión del Señor, en los muchos dolores que Él sufrió por nosotros... Meditaba
paso a paso, en toda su viveza y a veces se le manifestaba el Señor bien con la
Cruz a cuestas, bien coronado de espinas o clavado en la Cruz.
Recibió muchos dones y regalos del cielo: revelaciones, gracias de profecía
y milagros, el don de leer los corazones... Luces especiales en los más
delicados asuntos de los que ella nada sabía. Por ello acudieron a consultarla
Papas, cardenales, los principes de Florencia, el Hijo del Rey de Baviera, igual
que personas sencillas y humildes.
A todos atendía con gran bondad y humildad ya que se veía anonada por sus
miserias y se sentía la más pecadora de los mortales. Tuvo gran amistad y
correspondencia con San Carlos Borromeo, San Felipe Neri, San Pío V y Santa
María Magdalena de´ Pazzi.
El día Primero de febrero de 1590 recibió los santos sacramentos. Recibió
el viático de rodillas, su rostro se resplandecía como él de un ángel.
Llamó después a las religiosas, les hizo una exhortación al amor de Dios y a la observancia regular, poniéndose de nuevo en oración hasta la noche. Muriò poco después, era el día dos de febrero del año 1590 y toda la ciudad de Prato se conmovió.
Fue beatificada por Clemente XII el 23 de noviembre de 1732 y canonizada
por Benedicto XIV el 29 de Junio de 1746. Catalina es también compatrona de la
ciudad y diocesis de Prato en Italia, y en Guantánamo, desde 1836, una parroquía
está dedicada a ella (hoy catedral).
Llena del fuego del Espíritu Santo buscó incansablemente la gloria del
Señor. Promovió la reforma de la vida regular, inspirada especialmente por fray
Jerónimo Savonarola, a quien admiraba con agradecido afecto. Su amor a la Pasión
del Señor la llevó a componer el "Cántico de la Pasión", una meditación reposada
sobre los sufrimientos de Cristo.
Debemos a su maestra, Sor María Magdalena Strozzi, si Catalina empezò a
escribir sus extraordinarias experiencias místicas. Una muchedumbre de "Cartas"
son muestra de su profundo itinerario en el Espíritu. Trabajó con solicitud en
la atención de enfermos, hermanas o laicos. La extraordinaria abundancia de
carismas celestiales, junto con una exquisita prudencia y especial sentido
práctico, hicieron de ella la superiora ideal.
El cuerpo incorrupto de la santa se venera en la Basilica menor de San
Vicente Ferrer y Santa Catalina de´ Ricci en Prato, donde las monjas dominicas
siguen viviendo su espiritualidad y su mensaje de amor.
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Autor: Nicola Gori - es.catholic.net
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