San Agustín Zhao Rong, Presbítero y Mártir
Marzo 21 y en grupo Julio 9
En la provincia china de Sichuan, conmemoración de san Agustín Zhao
Rong, presbítero y mártir, Sacerdote diocesano chino que, siendo antes
uno de los soldados que escoltaron a Mons. Dufresse desde Chengdu hasta
Beijin, había quedado impresionado por la paciencia de éste y había
pedido ser contado entre los neófitos: una vez bautizado,
se le mandó al Seminario y después se ordenó sacerdote. Al recrudecerse
la persecución, fue encarcelado por el nombre de Cristo, arrestado,
sufrió crueles suplicios y después en un día desconocido de primavera
afrontó la muerte (1815).
Nació en 1746 en la provincia de Kweichow (China), en
el seno de una familia pagana. Siendo aún joven, se incorporó como guardia
comunal de Wu-Chuan. Era su misión la de vigilar a los cristianos detenidos
entre quienes se encontraba el misionero P. Mei, quien, con sus continuas
pláticas, animaba en la fe a sus hermanos en Cristo. Las palabras de este sacerdote "calaron" profundamente en el joven
guardia comunal, hasta solicitar que se le administrase el Sacramento del
Bautismo.
Lo recibió el 28 de agosto de 1776, festividad de san Agustín. Años
después, en mayo de 1781, fue ordenado sacerdote y destinado a la extensa región
de Yunnam. Aquí dedicó todas sus energías a la predicación y a la celebración de
los Sacramentos.
El final era de esperar: fue apresado y duramente
torturado a fin de que apostatase de su fe cristiana. Pero estaba muy convencido
de las palabras del Salmo: «La ley del Señor es perfecta: es descanso para el
hombre».
El 1 de octubre del año 2000, el papa Juan Pablo II canonizó a
Agustín Zhao Rong, que sufrió la muerte de martirio por no renegar de su fe en
Jesús, el único Señor, hecho éste que ocurrió el año 1815 posiblemente el 21 de
marzo.
=
Santos Mártires de China (Agustín Zhao y compañeros)
Mártires de China, 9 de julio
AGUSTÍN ZHAO RONG (+ 1815)
Y 119 COMPAÑEROS, MÁRTIRES EN CHINA (+ 1648 – 1930)
Martirologio Romano: Santos Agustín Zhao Rong, presbítero, Pedro Sans i
Jordá, obispo, y compañeros, mártires, que en distintos lugares de
China y en distintos tiempos fueron testigos del Evangelio de Cristo con
sus palabras y con sus obras, y, por haber predicado y confesado la fe,
sufrieron persecución, mereciendo por ello pasar al banquete eterno de
la gloria (siglos XVII/XVIII).
Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.
Desde los más remotos orígenes del pueblo chino (hacia la mitad del
tercer milenio antes de Cristo) el sentimiento religioso hacia el Ser
Supremo y la piedad filial y devota hacia los antepasados difuntos son
las características más relevantes de su cultura milenaria.
Esta nota de neta religiosidad se encuentra, más o menos, en los chinos
de todos los siglos, hasta el nuestro, cuando bajo el influjodel ateísmo
occidental, algunos intelectuales, especialmente los educados en el
exterior, han querido desprenderse, como algunosde sus maestros
occidentales, de cualquier idea religiosa.
El Evangelio se
anunció en China en el siglo V y, a primerosdel VII, se erigió allí la
primera iglesia. Durante la dinastía T´ang(618-907) la comunidad de los
cristianos estuvo floreciente durante dos siglos. En el XIII la
comprensión del pueblo chino y de sus culturas, que supo tener un
misionero como Juan de Montecorvino, lograron que se pudiera dar impulso
a la primera misión católica en el «Reino del medio» con sede episcopal
en Beijin.
No es de extrañar que, especialmente en la época
moderna (es decir, desde el siglo XVI, cuando las comunicaciones entre
oriente y occidente comenzaron a ser en cierto modo más frecuentes),
haya existido por parte de la Iglesia Católica el deseo de llevar a este
pueblo la luz del Evangelio, a fin de que ésta enriqueciese aún más el
tesoro de tradiciones culturales y religiosas tan ricas y profundas.
Así pues, a partir de las últimas décadas del siglo XVI, varios
misioneros católicos fueron invitados a China: se habían elegido con
gran esmero personas como Matteo Ricci y otros, teniendo en cuenta,
además de su espíritu de fe y de amor, sus capacidades culturales y sus
cualidades en diversos campos de la ciencia, en especial de la
astronomía y de la matemática. De hecho, gracias a éstos y al aprecio
que demostraron los misioneros por el notable espíritu de investigación
presente en los estudiosos chinos, pudieron establecerse relaciones de
colaboración científica muy provechosas. Éstas sirvieron a su vez para
abrir muchas puertas, incluso las de la corte imperial, y para así
entablar relaciones muy útiles con varias personas de grandes
capacidades.
La calidad de la vida religiosa de estos
misioneros fue lo que indujo a no pocas personas de alto nivel a sentir
la necesidad de conocer mejor el espíritu evangélico que los animaba y,
luego, de instruirse en los postulados de la religión cristiana: lo cual
se hizo de manera conveniente a sus características culturales y a su
modo de pensar. A finales del siglo XVI y primeros del XVII, fueron
numerosos los que, una vez adquirida la debida preparación, pidieron el
bautismo y llegaron a ser cristianos fervientes, manteniendo siempre con
justo orgullo su identidad de chinos y su cultura.
El
cristianismo se vio en aquel período como una realidad que no se oponía a
los más altos valores de las tradiciones del pueblo chino, ni se
superponía a ellos, sino que los enriquecía con una nueva luzy
dimensión.
Gracias a las óptimas relaciones existentes entre
algunos misioneros y el mismo emperador K´ang Hsi; gracias a sus
servicios prestados por restablecer la paz entre el «zar» de Rusia y el
«hijo del cielo», o sea el emperador, éste promulgó en 1692 el primer
decreto de libertad religiosa, en virtud del cual todos sus súbditos
podían seguir la religión cristiana y todos los misioneros podían
predicarla en sus vastos dominios.
Como consecuencia, la acción
misionera y la difusión del mensaje evangélico se desarrollaron
notablemente y fueron muchos los chinos que, atraídos por la luz de
Cristo, pidieron recibir el bautismo.
Pero desgraciadamente la
cuestión espinosa de los «ritos chinos», irritó sobremanera al emperador
K´ang Hsi y preparó la persecución (fuertemente influenciada por la del
vecino Japón), que en unos sitios más en otros menos, abierta o
solapada, violenta o velada,se extendió prácticamente con sucesivas
oleadas desde la primera década del siglo XVII hasta la mitad del siglo
XIX, matando a misioneros y a fieles laicos y destruyendo no pocas
iglesias.
Fue exactamente el 15 de enero de 1648 cuando los
Tártaros Manciù, habiendo invadido la región del Fujian y mostrándose
hostiles a la religión cristiana, dieron muerte al San Francisco
Fernández de Capillas, sacerdote de la Orden de los Frailes
Predicadores. Después de haberlo encarcelado y torturado, lo decapitaron
mientras rezaba con otros los misterios dolorosos del Rosario.
El San Francisco Fernández de Capillas ha sido reconocidopor la Santa Sede como Proto mártir de China.
Hacia la mitad del siglo siguiente, el XVIII, otros cinco misioneros
españoles, que habían ejercido su actividad entre los años 1715-1747,
fueron también asesinados como resultado de una nueva ola de persecución
iniciada en 1729 y con secuaces más encarnizados en 1746. Era la época
de los emperadores Yung-Cheng y de su hijo K´ien-Lung.
San Pedro Sans i Iordà, O.P., Obispo, martirizado el 26 de mayo de 1747 en Fuzhou.
San Francisco Serrano, O.P., Sacerdote,
San Joaquín Royo, O.P. Sacerdote,
San Juan Alcober, O.P., Sacerdote,
San Francisco Díaz, O.P. Sacerdote, los cuatro fueron matados el 28 de octubre de 1748 en Fuzhou.
Una nueva fase de régimen de persecución en relación con la religión cristiana se desató posteriormente en el siglo XIX.
Mientras algunos Emperadores de los siglos precedentes habían
autorizado el catolicismo, el Emperador Kia-Kin (1796-1821) publicó en
cambio numerosos y severos decretos en contra. El primero se remonta al
1805; dos edictos del 1811 iban dirigidos contra aquellos de entre los
chinos que hacían los estudios para recibir las órdenes sagradas y
contra los sacerdotes que propagaban la religión cristiana. Un decreto
del 1813 exoneraba de cualquier castigo a los apóstatas voluntarios, es
decir, a los Cristianos que declaraban espontáneamente que abandonaban
la fe cristiana, pero amenazaba a todos los demás.
En este
período sufrió el martirio el San Pedro Wu, laico catequista, chino,
nacido de familia pagana, recibió el bautismo en 1796 y pasó el resto de
su vida anunciando la verdad de la religión cristiana. Todas las
tentativas para hacerlo apostatar fueron vanas. Emitida contra él la
sentencia de muerte, fue estrangulado el 7 de noviembre de 1814.
Siguió sus pasos en la fidelidad a Cristo el San José Zhang-Dapeng,
laico catequista, comerciante, bautizado en el 1800, llegó a ser después
el alma de la misión en la ciudad de Kony-Yang. Encarcelado, murió
estrangulado el 12 de marzo de 1815.
Este año (1815) se
promulgaron otros dos Decretos, en los que se aprobaba la conducta del
Virrey del Sichuan, que había hecho decapitar a Mons. Dufresse, de las
Misiones Exteriores de París,y a muchos cristianos chinos. Siguió una
persecución más exacerbada.
Son de este período los siguientes mártires:
San Juan Gabriel Taurin Dufresse, M.E.P., Obispo, arrestado el 18 de
mayo de 1815, conducido a Chengdu, condenado y ajusticiado el 14 de
septiembre de 1815.
San Agustín Zhao Rong, Sacerdote diocesano
chino que, siendo antes uno de los soldados que escoltaron a Mons.
Dufresse desde Chengdu hasta Beijin, había quedado impresionado por la
paciencia de éste y había pedido ser contado entre los neófitos: una vez
bautizado, se le mandó al Seminario y después se ordenó sacerdote.
Arrestado, sufrió crueles suplicios y después murióen 1815.
San
Giovanni da Triora, O.F.M., Sacerdote, hecho prisionero junto con otros
en el verano del 1815, después condenado a muerte y murió estrangulado
el 7 de febrero de 1816.
San José Yuan, Sacerdote diocesano
chino, el cual, habiendo escuchado a Mons. Dufresse hablar de la fe
cristiana, quedó prendado de la belleza de ésta y después llegó a ser un
neófito ejemplar. Más tarde, ordenado sacerdote y, como tal, entregado a
la evangelización en varios distritos; fue apresado en agosto de 1816,
condenado a la estrangulación y matado de esta suerte el 24 de junio de
1817.
San Francisco Regis Clet de la Congregación de la Misión
que, después de haber obtenido el permiso para ir a las misiones de
China, se había embarcado para el Oriente en 1791. Llegado allí, llevó
durante treinta años una vida sacrificada de misionero: sostenido por un
celo incansable, evangelizó tres inmensas Provincias del Imperio Chino:
Jiangxi, Hubei, Hunan. Traicionado por un cristiano, fue arrestado y
llevado a prisión donde sufrió atroces suplicios. Mediante sentencia del
Emperador fue matado por estrangulación el 17 de febrero de 1820.
San Tadeo Liu, Sacerdote diocesano, chino, que se negó a apostatar,
diciendo que era sacerdote y quería ser fiel a la religión que había
predicado. Condenado a muerte, fue estrangulado el 30 de noviembre de
1823.
San Pedro Liu, catequista laico, chino, arrestado en 1814
y condenado al exilio en Tartaria, donde permaneció casi veinte años.
Vuelto a la patria, fue de nuevo apresado y estrangulado el 17 de mayo
de 1834.
San Joaquín Ho, catequista laico, chino, fue bautizado
a la edad de casi 20 años. En la gran persecución del 1814 había sido
prendido con muchos otros fieles y sometido a crueles torturas.
Desterrado a Tartaria, allí permaneció unos 20 años; regresado a la
patria fue nuevamente apresado y rehusó apostatar. A continuación, una
vez confirmada la sentencia de muerte por parte del Emperador, fue
estrangulado el 9 de julio de 1839.
San Augusto Chapdelaine,
M.E.P., sacerdote de la Diócesis de Coutances. Habiendo ingresado en el
Seminario de las Misiones Exteriores de París, se embarcó directamente a
China en 1852; llegó a Guangxi a finales del 1854. Arrestado en 1856,
torturado, condenado a muerte enjaulado, expiró en febrero de 1856.
San Lorenzo Bai Xiaoman, laico, chino, obrero modesto, que acompañó al
San Chapdelaine en el asilo que habían ofrecido al misionero y fue con
él apresado y conducido al tribunal. Nada pudo hacerlo apostatar. Fue
decapitado el 25 de febrero de 1856.
Santa Inés Cao Guiying,
viuda, había nacido de antigua familia cristiana; habiéndose dedicado a
la instrucción de las muchachas jóvenes convertidas por el B.
Chapdelaine, fue arrestada y, condenada a morir enjaulada, fue
ajusticiada el 1 de marzo de 1856.
El 28 de enero de 1858, por
orden del mandarín de MaoKou (en la provincia de Guizhou), fueron
matados tres catequistas, conocidos como Mártires de MaoKou:
San Jerónimo Lu Tingmei,
San Lorenzo Wang Bing,
Santa Àgueda Lin Zao.
Se pidió a los tres que renunciaran a la religión cristiana. Como su
respuesta fuese negativa, fueron condenados a la decapitación.
El 29 de julio de 1861 sufrieron el martirio simultáneamente dos
seminaristas y dos laicos, de los cuales uno era cultivador y la otra
una viuda que prestaba sus servicios como cocinera en el seminario. Se
los conoce como Mártires de Qingyanzhen (Guizhou):
San José Zhang Wenlan, seminarista,
San Pablo Chen Changpin, seminarista,
San Juan Bautista Luo Tingying, laico,
Santa Marta Wang-Luo Mande, laica.
El año siguiente, el 18 y 19 de febrero de 1862, dieron su vidapor
Cristo otras 5 personas, conocidas como Mártires de Guizhou,a saber:
San Juan Pedro Néel, Sacerdote de las Misiones Exterioresde París,
San Martín Wu Xuesheng, catequista laico,
San Juan Zhang Tianshen, catequista laico,
San Juan Chen Xianheng, catequista laico,
Santa Lucía Yi Zhenmei, catequista laica.
Mientras tanto habían ocurrido, en el campo de la política, algunos
episodios que tuvieron notables repercusiones en la vida de las misiones
cristianas.
En junio de 1840 el Comisario imperial de
Guangdong, queriendo con razón suprimir el comercio del opio, que estaba
en manos de los ingleses, había hecho arrojar al mar más de veinte mil
cajas de esta droga. Este había sido el pretexto de la guerra inmediata,
con victoria de los ingleses. Terminada la guerra, China debió firmar
en 1842 el primer tratado internacional de los tiempos modernos, al que
siguieron muy pronto otros con América y Francia. Aprovechando la
ocasión, Francia sustituyó a Portugal como potencia protectora de las
misiones y como consecuencia se promulgó un doble decreto: uno del 1844,
por el cual se permitía a los chinos seguir la religión católica, otro
del 1846, mediante el cual se suprimían las antiguas penas contra los
católicos.
La Iglesia pudo entonces vivir abiertamente y
ejercer su acción misionera, desarrollándola también en el ámbito de la
educación superior, universitaria y de la investigación científica.
Al multiplicarse los diversos Institutos culturales de alto nivel y
gracias a su actividad muy apreciada, se establecieron gradualmente
lazos cada vez más profundos entre la Iglesia y China con sus ricas
tradiciones culturales.
Esta colaboración con las autoridades
chinas favoreció de un modo creciente la mutua estima y participación en
aquellos valores que deben regir siempre toda sociedad civil.
Transcurrió así un siglo de expansión de las misiones cristianas, con la
excepción hecha del período en que se abatió sobre ellas la desgracia
de la insurrección de la «Asociación de la justicia y de la armonía»
(conocida comúnmente como de los “Boxers”), que ocurrió al principio del
siglo XX y causó el derramamiento de sangre de muchos cristianos.
Es sabido que en esta revuelta confluyeron todas las sociedades
secretas y el odio acumulado y reprimido contra los extranjeros de los
últimos decenios del siglo XIX a causa de las vicisitudes políticas y
sociales que siguieron a la «guerra del opio» y a la imposición de los
así llamados «Tratados desiguales» por parte de las Potencias
Occidentales.
Sin embargo fue muy distinto el móvil de la
persecución a los Misioneros, aunque fueran de nacionalidad europea. Su
matanza fue determinada por una causa puramente religiosa: fueron
matados por el mismo motivo con que lo fueron los fieles chinos que se
habían hecho cristianos. Documentos históricos indiscutibles ponen en
evidencia el odio anticristiano que impulsó a los “Boxers” a asesinar a
los Misioneros y a los fieles locales que se habían adherido a su
doctrina. Respecto a ellos se emitió un edicto el 1 de julio de 1900, en
el cual se decía, en síntesis, que ya había pasado el tiempo de las
buenas relaciones con los Misioneros europeos y sus cristianos: que los
primeros debían ser repatriados inmediatamente y los fieles obligados a
la apostasía, bajo pena de muerte.
Como resultado de esto tuvo
lugar el martirio de algunos misioneros y de muchos chinos que se
agruparon en los siguientes grupos:
a) Mártires de Shanxi, muertos el 9 de julio de 1900, que son Frailes Menores Franciscanos:
San Gregorio Grassi, Obispo,
San Francisco Fogolla, Obispo,
San Elías Facchini, Sacerdote,
San Teodorico Balat, Sacerdote,
San Andrés Bauer, Hermano Religioso;
b) Mártires del Hunan Meridional, muertos el 7 de julio de 1900, también Frailes Menores Franciscanos:
San Antonino Fantosati, Obispo,
San José María Gambaro, Sacerdote,
San Cesidio Giacomantonio, Sacerdote ( 4 julio).
A los mártires franciscanos de la Orden Primera se añaden siete
Franciscanas Misioneras de María, de las cuales 3 francesas,2 italianas,
1 belga y 1 holandesa:
Santa María Ermellina de Jesús (en el siglo: Irma Grivot),
Santa María de la Paz (en el siglo: María Anna Giuliani),
Santa María Clara (en el siglo: Clelia Nanetti),
Santa María de Santa Natalia (en el siglo: Juana María Kerguin),
Santa María de San Justo (en el siglo: Ana Moreau),
Santa María Adolfina (en el siglo: Ana Dierk),
Santa María Amandina (en el siglo: Paula Jeuris).
De los mártires chinos de la familia franciscana forman parte también 11 Franciscanos seglares, todos chinos:
San Juan Zhang Huan, seminarista,
San Patricio Dong Bodi, seminarista,
San Juan Wang Rui, seminarista,
San Felipe Zhang Zhihe, seminarista,
San Juan , Zhang Jingguang, seminarista,
San Tomás Shen Jihe, laico, sirviente,
San Simón Qin Cunfu, catequista laico,
San Pedro Wu Anbang, laico,
San Francisco Zhang Rong, laico agricultor,
San Matías Feng De, laico neófito,
San Pedro Zhang Banniu, obrero laico.
A ellos se añaden algunos fieles laicos chinos:
San Santiago Yan Guodong, agricultor,
San Santiago Zhao Quanxin, sirviente,
San Pietro Wang Erman, cocinero.
Cuando la rebelión de los “Boxers”, iniciada en Shandong, difundida
luego en Shanxi y en Hunan, llegó también al sudeste de Tcheli, en aquel
entonces Vicariato Apostólico de Xianxian, confiado a los Jesuitas, los
cristianos matados se cuentan por millares.
Entre éstos se
encuentran 4 misioneros jesuitas franceses y 52 cristianos laicos
chinos, hombres, mujeres y niños, el más anciano de ellos tenía la edad
de 79 años, mientras que los dos más jóvenes sólo 9 años. Todos
sufrieron el martirio en el mes de julio de 1909; muchos de ellos fueron
matados en la Iglesia del Pueblo di Tchou-Kia-ho, donde se habían
refugiado y estaban en oración junto con los dos primeros de los
misioneros que a continuación se enumeran:
San León Mangin, S.J. sacerdote,
San Pablo Denn, S.J., sacerdote,
San Remigio Isoré, S.J., sacerdote,
San Modesto Andlauer, S.J., sacerdote.
He aquí los nombres y edades de los laicos cristianos chinos:
Santa María Zhu, de unos 50 años,
San Pedro Zhu Rixin, de 19 años,
San Juan Bautista Zhu Wurui, de 17 años,
Santa María Fu Guilin, de 37 años,
Santa Bárbara Cui Lian, de 51 años,
San José Ma Taishun, de 60 años,
Santa Lucía Wang Cheng, 18 años,
Santa María Fan Kun, de 16 años,
Santa María Chi Yu, de 15 años,
Santa María Zheng Xu, de 11 años,
Santa María Du Zhao, de 51 años,
Santa Magdalena Du Fengju, de 19 años,
Santa María Du Tian, de 42 años,
San Pablo Wu Anjyu, de 62 años,
San Juan Bautista Wu Mantang, 17 años,
San Pablo Wu Wanshu, de 16 años,
San Ramón Li Quanzhen, de 59 años,
San Pedro Li Quanhui, de 63 años,
San Pedro Zhao Mingzhen, de 61 años,
San Juan Bautista Zhao Mingxi, de 56 años,
Santa Teresa Chen Tinjieh, de 25 años,
Santa Rosa Chen Aijieh, de 22 años,
San Pedro Wang Zuolong, de 58 años,
Santa María Gou Li, de 65 años,
San Juan Wu Wenyin, de 50 años,
San Zhang Huailu, de 57 años,
San Marcos Ki-T´ien-Siang, de 66 años,
Santa Ana An Xin, de 72 años,
Santa María An Guo, de 64 años,
Santa Ana An Jiao, de 26 años,
Santa María An Linghua, de 29 años,
San Pablo Liu Jinde, de 79 años,
San José Wang Kuiju, de 37 años,
San Juan Wang Kuixin, de 25 años,
Santa Teresa Zhang He, de 36 años,
Santa Lang Yang, de 29 años,
San Pablo Lang Fu, de 9 años,
Santa Isabel Qin Bian, de 54 años,
San Simón Qin Cunfu, de 14 años,
San Pedro Liu Zeyu, de 57 años,
Santa Ana Wang, de 14 años,
San José Wang Yumei, de 68 años,
Santa Lucía Wang Wang, de 31 años,
San Andrés Wang Tianqing, de 9 años,
Santa María Wang Li, de 49 años,
San Chi Zhuze, de 18 años,
Santa María Zhao Gou, de 60 años,
Santa Rosa Zhao, de 22 años,
Santa María Zhao, de 17 años,
San José Yuan Gengyin, de 47 años,
San Pablo Ge Tingzhu, de 61 años,
Santa Rosa Fan Hui, de 45 años.
El hecho de que este considerable número de fieles laicos chinos haya
ofrecido la vida a Cristo juntamente con los misioneros que les habían
anunciado el Evangelio y se habían prodigado por ellos pone en evidencia
la profundidad de los vínculos que la fe en Cristo establece, reuniendo
en una sola familia personas de razas y culturas diversas,
estrechamente hermanados entre sí, no ya por motivos políticos, sino en
virtud de una religión que predica el amor, la fraternidad, la paz y la
justicia.
Además de todos los matados por los “Boxers” hasta
ahora mencionados, debe recordarse también al San Alberico Crescitelli,
sacerdote del Instituto Pontificio de las Misiones Exteriores de Milán,
que desarrolló su ministerio en el Shanxi Meridional y fue martirizado
el 21 de julio de 1900.
Años después, al nutrido ejército de
los Mártires arriba recordados iban a unirse algunos Miembros de la
Sociedad Salesiana de S. Juan Bosco:
San Luis Versiglia, Obispo,
San Calixto Caravario, Sacerdote.
Fueron asesinados juntos el 25 de febrero de 1930 en Li-Thau-Tseul.
Todos ellos fueron proclamados santos de la Iglesia el 1 de Octubre del año 2000 por el Papa Juan Pablo II
=
Comunidad Católica Vidas Santas Páginas Católicas... dedicadas a las personas que aman la Vida de los Santos, Beatos, Venerables y Siervos de Dios del Mundo! En la vida de los hombres y mujeres llamados Santos encontraremos un camino a seguir en el deambular por este valle de lágrimas que es nuestra vida en la Tierra. En ella se busca el lema de la Paz, la Tolerancia y la Caridad, en un intento de recoger el máximo de imágenes de Santos
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