Beato Rolando Rivi, Seminarista y Mártir
Abril 13
El niño mártir de la sotana
Rolando nació en 1931 en San Valentino, cerca de Castellarano (Reggio Emilia), como el segundo de los tres hijos de Roberto y Albertina, granjeros de profunda fe y religiosidad. Muy pronto sitió la vocación sacerdotal, e ingresó en 1942, con sólo once años, en el seminario de Marola. El 1 de octubre lo apuntó como el día más feliz: fue cuando tomó la sotana.
Rolando nació en 1931 en San Valentino, cerca de Castellarano (Reggio Emilia), como el segundo de los tres hijos de Roberto y Albertina, granjeros de profunda fe y religiosidad. Muy pronto sitió la vocación sacerdotal, e ingresó en 1942, con sólo once años, en el seminario de Marola. El 1 de octubre lo apuntó como el día más feliz: fue cuando tomó la sotana.
Solía animar a sus compañeros con estas palabras: "Un día, con la ayuda de
Dios, seremos sacerdotes. Yo seré misionero. Quiero llevar a Jesús a quienes no
Le conocen. Nuestro deber como sacerdotes es rezar mucho y salvar almas para
llevarlas al paraíso".
Los meses más duros
En 1944, cuando Italia cambió de bando en la Segunda Guerra Mundial y fue
invadida por los alemanes, el adolescente Rivi tuvo que abandonar los estudios,
porque los nazis cerraron el centro y dispersaron a los seminaristas enviándolos
a sus casas.
Fuera del seminario y sin haber recibido ni las órdenes menores, Rolando no
tenía obligación de llevar la sotana, pero siguió haciéndolo mientras mantenía
su colaboración con la Acción Católica y daba catequesis en la iglesia. Y eso
que los tiempos eran peligrosos. En su región había numerosas partidas
comunistas que realizaban acciones de sabotaje contra los alemanes, pero que
preparaban también el futuro del país mostrando su odio a la Iglesia, con el
asesinato de varios sacerdotes.
La sotana, señal de pertenencia a Jesús
"¡Quítate la sotana! Es mejor que no la utilices", le rogaban sus padres.
Pero el niño daba muestras de determinación: "Pero ¿por qué? ¿Qué mal hago
llevándolo? No tengo ninguna razón para dejar de usarlo. Estudio para ser
sacerdote y debo vestir en señal de que pertenezco a Jesús". En alguna ocasión,
los partisanos de la zona le habían insultado con obscenidades al encontrarse
con él en algún camino. En el pueblo le conocían como "el curita". "No tengo
miedo ni estoy asustado. No puedo esconderme. Pertenezco a Dios", respondía a
quien le aconsejaba que vistiese de seglar.
Rolando continuó sus prácticas de piedad en la parroquia de su pueblo,
donde el párroco, Olinto Marzocchini, fue atacado en una ocasión por los
comunistas, así como el joven sacerdote Alberto Camellini, recién llegado a San
Valentino.
El chico tenía gran admiración por su párroco: "¡Qué hermoso ser como él!
¡Celebrar misa con Jesús en mis manos, llevar el alma de Jesús...!". Con esa
devoción, el 10 de abril de 1945 tocó el organo y acompañó al coro en la misa
solemne, y al terminar recogió sus cosas y, ataviado con su inseparable sotana,
atravesó el bosque camino a su hogar, adonde nunca llegó.
El crimen, la gloria
Sus padres y vecinos temieron lo peor. Se le buscó durante tres días, hasta
que su padre y Don Alberto encontraron el cadáver, plagado de señales de tortura
y martirio. Como se supo después, el joven seminarista padeció tres días
continuados de tormentos y humillaciones, con insultos a Dios, Cristo y la
Iglesia. Lo primero que le hicieron fue quitarle la sotana y pegarle a
conciencia con un cinturón.
Al final le llevaron entre los árboles de Piane di Monchio, dejando un
reguero de sangre por las heridas causadas. El niño lloró pidiendo que le
perdonasen la vida, pero cuando recibió una patada como respuesta, comprendió
que todo era inútil. Sólo rogó que le dejasen rezar antes de morir. Lo hizo por
sus padres y por sus asesinos. Luego recibió dos tiros, uno en la cabeza y otro
cerca del corazón, y le semienterraron. La sotana se la quedaron los asesinos
como trofeo y la anudaron para convertirla en pelota de fútbol.
Tras un entierro sumario, después de la liberación, el 29 de mayo, recibió
el homenaje de todos los parroquianos, y su tumba comenzó a ser lugar de
peregrinación, con diversas curaciones atribuidas a su intercesión. En 2006 se
abrió en la diócesis de Modena su causa de beatificación, y tras certificar en
mayo de 2012 la correspondiente comisión de la Congregación que su muerte fue un
martirio in odium fidei, este Jueves Santo el Papa Francisco lo proclamó para
todo el mundo, preludio de su beatificación.
Un sueño hecho realidad de otra forma
Pocos días antes de morir, justo el Jueves Santo de 1945, Rolando había
escrito este pensamiento: "Jesús, te doy gracias porque te nos has dado en la
Santa Hostia y estás siempre con nosotros. Ayúdame a volver pronto al seminario
para convertirme en sacerdote". Jesús hizo algo mejor: asimilarle a su Calvario
para llevarle más deprisa a la gloria.
El 28 de marzo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo el
martirio de este Siervo de Dios, la fecha de la ceremonia de beatificación aún
no ha sido señalada.
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Fuente: Religión en Libertad
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