Abril 6
Martirologio Romano: En el monasterio de San Gallo, de Suabia, en Alemania, beato Notkero Bálbulo, monje, que pasó casi toda la vida en este cenobio componiendo secuencias, grácil de cuerpo pero no de ánimo, tartamudo de voz pero no de espíritu, firme en todo lo divino, paciente en lo adverso, manso para con todos, diligente en la oración, la lectura, la meditación y el dictado († 912).
Martirologio Romano: En el monasterio de San Gallo, de Suabia, en Alemania, beato Notkero Bálbulo, monje, que pasó casi toda la vida en este cenobio componiendo secuencias, grácil de cuerpo pero no de ánimo, tartamudo de voz pero no de espíritu, firme en todo lo divino, paciente en lo adverso, manso para con todos, diligente en la oración, la lectura, la meditación y el dictado († 912).
También es conocido como: Notkero el tartamudo.
Por el año 840 nació Notkero en Elgg (cantón de Zurich), o más bien en Jonswyl (cantón de St. Gallen), de familia distinguida.
Por el año 840 nació Notkero en Elgg (cantón de Zurich), o más bien en Jonswyl (cantón de St. Gallen), de familia distinguida.
Todavía niño llamó a las puertas de la abadía, cuando se hallaba ésta en el
período de su mayor esplendor, como uno de los centros culturales más notorios
de Europa. Los monjes no dudaron en admitirlo, a pesar de su defecto de lengua,
que le proporcionó el sobrenombre de Bálbulus, es decir, tartamudo.
En la escuela monacal recibió educación esmerada, que proporcionó frutos
ubérrimos en las ciencias y artes entonces conocidas, en gramática, poesía,
música; en medicina, historia y patrística.
Tuvo por maestros a los monjes Iso, el famoso, comentarista de nuestro
calagurritano Prudencio -en St. Gallen fue siempre estudiado con mimo el gran
poeta español-, y después al irlandés Moengal. Llegó a ser bibliotecario en 890,
recinto el más sagrado de la abadía después de la iglesia; y años más tarde
hospedero, (892-894), cargo importante en aquellos tiempos de arduas
peregrinaciones.
Por su vasta cultura se le confió la dirección de la escuela abacial,
germen de las universidades medievales, también de origen eclesiástico. Tuvo por
discípulos a nobles y potentados, así como a Salomón III, obispo de Constanza en
890, y Waldo, obispo de Freising en Baviera del 884 al 906. Su larga vida se
extinguía plácidamente el año 912, dejando, una larga estela de santidad y de
ciencia. Un Papa humanista, Julio II, beatificó al gran artista benedictino en
1512, autorizando su culto en St. Gallen y en la diócesis de Constanza.
Su producción literaria fue muy extensa. En prosa cultivó el género
epistolar, en que expone cuestiones científicas con estilo llano y atractivo,
aunque a veces revela afición por las palabras raras y rebuscadas. Cuando su
discípulo el obispo Salomón era todavía diácono dedicóle la Notatio, que puede
ser considerada como el primer tratado de patrología latina. La avidez discente
del aventajado alumno es comparada con la hidra de Lerna, y con una hoguera,
basándose en Prudencio (Pe. 10, 881 s.).
Allí trae un catálogo de las obras que deben leerse, entre las que menciona
el comentario al Cantar de los Cantares de nuestro Justo de Urgel. De carácter
histórico son el Breviario de los reyes francos, que él continuó hasta Carlos
III el Gordo. En Gesta Caroli Magni demuestra nuestro Beato su admiración por el
emperador y anota en el prólogo las fuentes de que se sirvió para la composición
de esta obra, de excelente valor literario, aunque históricamente no se separen
siempre los hechos de las leyendas. A base del Martirologio que el arzobispo Ado
de Vienne entregó a St. Gallen el año 870 redactó Notkero su famoso
Martirologio, enriquecido con las muchas noticias hagiográficas existentes en el
monasterio, de donde vino a resultar un pequeño Año Cristiano, con la vida
sucintamente descrita de los santos.
Pero el principal mérito literario de Notkero estriba en la poesía y en la
música. Como el poeta español Prudencio, a quien él tanto estimaba, vio en la
poesía un instrumento adecuado de santificación, y a ella se consagró con
entusiasmo, destinándola al noble servicio de la liturgia y de la Iglesia.
Escribió un poema dialogado sobre las artes, y otro con el título De los cinco
sentidos, seguido de un apéndice en prosa rítmica.
Ambos los dedicó al joven obispo Salomón, y abundan en exhortaciones
morales. De Gran Bretaña e Irlanda se propagó por el continente anglosajón la
moda de los enigmas y acertijos en versos hexámetros, cuya fuente deriva de
Celio Firmiano Sinfosio, poeta del siglo V después de Cristo. Varias de estas
fábulas en dístico elegíaco se atribuyen a nuestro poeta: "El león enfermo", "La
ternera y la cigüeña", "La pulga y la podagra", etc. Al protomártir San Esteban
dedicó cuatro poemas, en que la oda sáfica y el endecasílabo dan expresión a su
entusiasmo devoto ante los milagros obrados por el mártir en Asia, Africa, Metz
y España. Quedan fragmentos de una vida dialogada de San Galo en versos
trocaicos.
El impulso lírico medieval produjo una forma poética, derivada de la
liturgia de la misa, en el siglo IX. Los floridos melismas que enriquecían el a
final del Alleluia se hacían difíciles de retener en la memoria de los cantores,
ya que la melodía estaba desprovista de notas escritas. Notkero buscaba un medio
para facilitar el aprendizaje musical, cuando la casualidad se lo brindó
excelentemente.
En el proemio o epístola dedicatoria de sus himnos a Liutward, obispo de
Vercelli (880-899), lo cuenta él mismo: "Cuando yo era todavía un jovencillo y
las melodías larguísimas, frecuentemente aprendidas de memoria, se me escapaban
del corazoncillo, comencé a pensar en silencio la manera de ligarlas
fuertemente. Entretanto aconteció que un sacerdote del monasterio de Jumiéges,
poco antes destruido por los normandos (862), vino a nosotros trayendo consigo
su antifonario, en el que había algunos versos para ser cantados en la
vocalización final del aleluya (ad sequentias erant modulati), pero que ya
estaban muy viciados.
Su vista me produjo alegría, pero su gusto me causó amargura". Continúa
refiriendo cómo comenzó a imitar aquellos versos, pero sin sus defectos, y que
su maestro Iso le felicitó por los méritos poéticos, corrigiéndole las faltas,
mientras le formuló la regla de oro para la poesía secuencial: A cada nota debe
corresponder una sílaba. Entonces él comenzó a escribir versos, que pronto
cantaron los niños y monjes de la abadía, y que rápidamente resonaron por toda
Europa.
Este es el nacimiento de la secuencia, que invadió los misales de Europa,
registrándose hasta 5.000, de diferente valor literario, de las que el misal
romano sólo conserva ahora cinco, verdaderas joyas de la poesía secuencial. De
este relato se deduce que Notkero no es estrictamente el creador de la secuencia
o prosa aleluyática —pues, si no se debe ya a Alcuino († 804), se originó en el
monasterio benedictino de Jumiéges, en el norte de Francia—, pero sí su
perfeccionador definitivo y, junto con Adam de San Víctor, el mejor poeta
secuencial. La forma primitiva y auténtica de la secuencia, que entronca en
Notkero, consiste en un par de versos, de diferente extensión (cola), con
sustitución de la cantidad métrica por el acento, y terminados generalmente en
a, debido a la vocal final del alleluia. La secuencia se cantaba en grupos de
dos estrofas de ordinario, alternando el coro de voces graves con las voces
blancas de los niños, o también en estrofas sucesivas. La variación métrica
llevaba consigo la variedad melódica.
Por citar una muestra, en la trilogía himnódica del Espíritu Santo, formada
por el himno Veni, creator Spiritus, del siglo IX, de hechura ambrosiana en
cuanto a su metro yámbico, donde ya se atisban los ecos de la rima románica; por
la secuencia Veni, Sancte Spiritus, del siglo XII, con manifiesta disposición
rimada del gótico, brilla por su estro y encendida devoción la Sancti Spiritus
assit nobis gratia, "reina de las secuencias" de Notkero, el primer poeta
secuencial de la Historia, cuyos ecos resonaron en las fiestas pentecostales de
Alemania, Italia, Francia, España... durante prolongados siglos. Así santificó a
la poesía y a la música, y se santificó a sí mismo por medio de la himnodia
sacra el Beato Notkero, "débil de cuerpo, pero no de espíritu; tartamudo de
lengua, pero no del alma, vaso del Espíritu Santo, como no lo hubo en su tiempo
con tal abundancia" (Ekkehard, IV, 980-1060).
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Fuente: oremosjuntos.com
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