Santa Casilda de Toledo, Virgen Eremita
Abril 9
La virgen mora que vino de Toledo
La virgen mora que vino de Toledo
Martirologio Romano: En el lugar llamado San Vicente, cerca de Briviesca, en la región de Castilla, en España, santa Casilda, virgen, que, nacida en la religión mahometana, ayudó con misericordia a los cristianos detenidos en la cárcel y después, ya cristiana, vivió como eremita († 1075).
Etimológicamente: Casilda = Aquella que canta con alegría, es de origen
árabe.
En el cerro que domina el valle, en el santuario actual, descansan desde el 1750 las reliquias de Santa Casilda, -"la virgen mora que vino de Toledo", muy venerada en Burgos, en la urna, obra de Diego de Siloé, rematada por su propia imagen yacente. El lugar ha sido centro de peregrinación durante siglos y no deja de frecuentarlo la piedad de nuestros contemporáneos.
En el cerro que domina el valle, en el santuario actual, descansan desde el 1750 las reliquias de Santa Casilda, -"la virgen mora que vino de Toledo", muy venerada en Burgos, en la urna, obra de Diego de Siloé, rematada por su propia imagen yacente. El lugar ha sido centro de peregrinación durante siglos y no deja de frecuentarlo la piedad de nuestros contemporáneos.
En torno a santa Casilda todo lo que encontramos es incierto, confuso y
contradictorio. Pero su figura tiene el encanto de la sencillez y el sabor de lo
heroico en el amor. Cautivó al pueblo cristiano medieval y le animó a la
fidelidad. Su propio nombre -casida en árabe significa cantar- es como un verso
con alas de canción.
Ni siquiera se conoce con exactitud el nombre de su padre, rey moro de
Toledo, al que se nombra como Almacrin o Almamún. Sobre su condición, unos lo
describen como un sanguinario perseguidor de los cristianos, mientras que otros
lo presentan como apacible y bondadoso.
La princesita mora tiene un natural abundante en clemencia y ternura.
Rodeada de todo tipo de comodidades y atenciones en la fastuosidad de la corte,
no soporta la aflicción de los desafortunados que están en las mazmorras. Siente
una especial piedad con los cautivos pobres y los intenta consolar llevándoles
viandas en el hondón de su falda. Un día, cuando realizaba esta labor
misericordiosa, fue sorprendida por su padre que le preguntó por lo que
transportaba, contestando ella que "rosas" y ¡rosas aparecieron al extender la
falda!
Quizá fueron los mismos cautivos cristianos quienes, viendo lo recto de su
conducta, le hablaron de Cristo; posiblemente correspondieron a sus múltiples
delicadezas y dádivas de la mejor manera que podían, instruyéndola en la fe
cristiana.
Pero, aunque en su corazón era ya de Cristo, ¿cómo podría recibir ella el
Bautismo con los lazos tan fuertes del Islam que la rodeaban?
Comienza una grave dolencia. El flujo de sangre aumenta y la ciencia médica
de palacio es incapaz de curarla. El Cielo le revela que encontrará remedio en
las aguas milagrosas de San Vicente, allá por la Castilla cristiana. Almamún
prepara el viaje de su hija con comitiva real. En Burgos recibe Casilda el
Bautismo y marcha luego a los lagos de San Vicente, junto al Buezo, cerca de
Briviesca. Recuperada la salud según se le dijo, decide consagrar a Cristo la
virginidad de su cuerpo milagrosamente curado y resuelve pasar el resto de sus
días en la soledad, dedicada a la oración y a la penitencia.
Murió de muy avanzada edad, siendo sepultada en la misma ermita que ella
mandó construir. Pronto se convirtió en lugar de peregrinación. Cuentan que los
caminantes sintieron desde entonces su especial protección y las mujeres la
invocan contra el flujo de sangre, y hasta dicen que basta que una mujer pruebe
las aguas y eche una piedra al lago para tener asegurada la descendencia.
Se juntan la historia, la imaginación del pueblo sencillo y la bruma del
misterio en torno a la santa. Resta aprender la lección del ejemplo. El amor a
Cristo have posible el trueque del regalo propio de la corte morisca por la
aspereza de una vida austera y penitente.
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
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