Beato Tadeo Marchar,
Obispo de Cork y Cloyne
Octubre
25
Martirologio Romano: En Borgo Sant’Antonio, del Piamonte,
muerte del beato Tadeo Machar, obispo de Cork y Cloyne, en Irlanda, que, víctima
de las envidias de los poderosos, hubo de salir de su país y, de viaje hacia
Roma, descansó en el Señor.
(1455-1497).
Muy poco sabemos sobre la juventud de Tadeo, que fue el único irlandés elevado al honor de los altares durante el período comprendido entre la canonización de Lorcan O'Toole (1228) y la beatificación de Oliverio Plunket (1920). Pertenecía a la familia real de los MacCarthy. Nació en la región de Munster, conocida actualmente con el nombre de Desmond. Su padre era señor de Muskerry y su madre era hija de Fitzmaurice, señor de Kerry. El nombre de Tadeo fue muy común en la familia durante siete siglos. Se dice que él hizo sus primeros estudios bajo la dirección de los frailes menores de Kilcrea. Después, partió al extranjero. Según parece, se hallaba en Roma en 1482 (tenía entonces veintisiete años), cuando el Papa Sixto IV le nombró obispo de Ross. Tres años más tarde, cuando Enrique Tudor empezó a gobernar tres reinos, los geraldinos yorkistas decidieron imponer a su propio candidato en la sede de Ross.
Desde que el Papa había nombrado
obispo al Beato Tadeo, el auxiliar de su predecesor, Hugo O'Driscoll, estaba
descontento. Los enemigos de Tadeo alegaron que éste había obtenido del
Pontífice la dignidad copal con engaños. También le acusaron de otros crímenes.
El conde de Desmond se apoderó de las rentas de la sede, y el obispo tuvo que
refugiarse en abadía cisterciense, en las cercanías de Palma, que el obispo de
Clogher le había dado in commendam. Las maquinaciones de los Fitzgerald dieron
por resultado que la Santa Sede suspendiese al Beato Tadeo en 1488. Este a
entonces acudió a Roma para defender personalmente su causa. Al cabo de dos años
de investigaciones, el Papa Inocencio VIII confirmó la elevación de Hugo a la
sede de Ross, pero nombró a Tadeo obispo de las diócesis unidas de Cork y
Cloyne, que estaban entonces
vacantes.
Cuando el beato llegó a su diócesis, tuvo la desagradable sorpresa de ver que se le cerraban las puertas de su propia catedral y que las rentas de la sede se hallaban en manos de los Fitzgerald, los Barry y otros. En vano intentó hacer valer sus derechos y de conseguir, por medios pacíficos, que se le reconociese. Como todo resultase inútil, decidió partir nuevamente a Roma y apelar a la Santa Sede. El Papa condenó a los usurpadores y dio al beato cartas paara el conde de Kildare, que era entonces jefe del gobierno en Irlanda, para los prin cipales miembros del clan del propio Mateo y para otros personajes de impor tancia. En ellas, el Pontífice los exhortaba a proteger al beato y hacer triunfar la causa de la justicia. El Beato Tadeo emprendió, a pie, el viaje de vuelta. El 24 de octubre de 1497 llegó a Ivrea, al pie de los Alpes y se hospedó en la posada de los canónigos regulares de San Bernardo de Montjoux. A la mañana siguiente, le encontraron muerto en su lecho.
Los canónigos revisaron el equipaje del muerto y se enteraron de quién se trataba. Inmediatamente comunicaron la noticia al obispo de Ivrea, el cual mandó que fuese sepultado con la mayor solemnidad. Pronto corrió la noticia de la muerte de aquel obispo que viajaba a pie y de incógnito, como un hu milde peregrino y todo el pueblo asistió a los funerales en la catedral. Las personas piadosas siguieron visitando el sepulcro, y así empezó a extenderse el culto popular, favorecido por numerosos milagros. Mons. Richelmy, obispo de Ivrea y Mons. Callaghan, obispo de Cork, promovieron la causa de beatifi cación de Tadeo, cuyo culto fue finalmente aprobado en 1895. Su fiesta se ce lebra en las diócesis de Ivrea, Ross, Cork y Cloyne.
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No poseemos muchos datos sobre el Beato Tadeo. Las lecciones del oficio del día de su fiesta pueden verse en lrish Ecclesiastical Record (1896), pp. 859-861. El decreto de confirmación del culto se halla en Analecta Ecclesiastical, vol. III (1895), p. 456; dicho decreto da pocos detalles biográficos y habla más bien de los milagros obrados por el beato en Ivrea. Cf. V. Berardi, ltaly and lreland in the Middle Ages (1950).
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