San Germán de Capua, Obispo
Octubre 30
Martirologio Romano: En Capua, en la Campania,
san Germán, obispo, del que habla el papa san Gregorio I Magno en sus escritos.
c. 541.
Nació en Capua, hijo de Amancio y Juliana,
ilustres ciudadanos de la ciudad; al morir su padre, Germán heredó un ingente
patrimonio y, con el consentimiento de su madre, vendió todo y donó a los pobres
lo recaudado. Así se pudo dedicar más libremente a la vida espiritual, a la que
se sentía llamado, con las santas lecturas, oración y mortificaciones. En el
519, al morir el obispo de Capua, Alejandro, fue designado por el clero y el
pueblo, a sucederle; después de resistirse por humildad, aceptó el
encargo.
El “Liber Pontificalis” nos relata algunos hechos ciertos; el papa san Hormisdas, después que habían fallado los intentos de sus predecesores, pensó en terminar con el cisma acaciano en Oriente, cuando fue elegido emperador Justino I en el 518.
El cisma tuvo origen cuando el patriarca de
Constantinopla, Acacio, para terminar con la controversia entre católicos y
monofisitas, acordó con estos últimos, sugerir al emperador Zenón de Bisancio
promulgar, en el 482, el “Henótikon”, fórmula de unión de los dos pensamientos
religiosos; la fórmula dirigida a todo el imperio no resolvió algunos puntos
teológicos delicados, y no satisfizo a ninguno. El papa san Félix III depuso y
excomulgó a Acacio, en el 484, iniciando así el cisma, que duró 35 años.
El cisma que había separado de Roma a la Iglesia
de Oriente, provocó el concepto de independencia del Sumo Pontífice, el cual
reivindicaba el derecho pontificio para definir en materia de fe y disciplina.
El emperador Justino I, desde el mismo día de su elección, junto con otros
personajes influyentes de la corte bizantina, como su sobrino Justiniano y el
patriarca Juan, pidieron al Papa que enviase una legación para restablecer la
paz entre las dos Iglesias.
Así en Enero del 519, el papa san Hormisdas, de
acuerdo con el rey Teodorico, envió una tercera legación, guiada por el obispo
de Capua, Germán, y compuesta además de otro obispo llamado Juan, el diácono
romano Félix, el célebre Dióscoro, diácono alejandrino residente en Roma, del
sacerdote romano Blando y el notario eclesiástico Pedro. El hecho de que Germán
encabezara esta misión, denota el gran aprecio que se tenía por su doctrina,
sabiduría y virtud. Fueron acogidos triunfalmente en Constantinopla y recibidos
en solemne audiencia por el Emperador; leído el célebre libelio del papa san
Hormisdas, por fin los obispos presentes aceptaron las tesis pontificias y
también el patriarca Juan se aceptó la fórmula del Papa. La paz en la Iglesia se
había alcanzado y el cisma finalizado.
Los legados pontificios permanecieron más de un
año en Bizancio para consolidar el resultado de la reconciliación, en la que se
condenó también como herejes a Nestorio y Eutiques, y para superar los
problemas que podrían causar algunos monjes escindidos. Hacia el 520 regresaron
a Roma.
San Gregorio Magno en sus “Diálogos” nos narra la gran amistad que le unió a san Benito de Nursia, que en una visión que tuvo en Montecasino, vio su alma elevada al cielo por los ángeles. Oró toda su vida por la santificación de san Pascasio. También fue amigo de san Sabino, obispo de Canosa y del papa san Juan I. Patrón de Cassino.
=
No hay comentarios.:
Publicar un comentario