sábado, octubre 12, 2013

Nuestra Señora de Guadalupe, Señora de La Gomera, de las Islas Canarias

Nuestra Señora de Guadalupe, Señora de La Gomera, de las Islas Canarias
Octubre 12


Un navío del siglo XVI, en ruta hacia América, pasó cerca de la isla de La Gomera. Sus tripulantes advirtieron en tierra muchas luces brillantes que salían de una cueva. Atraídos por ello descendieron a tierra y encontraron en la cueva una pequeña imagen de la Virgen María con su hijo en brazos. La trasladaron al barco. Pero por mas que intentasen no podían navegar. Devolvieron la imagen al mismo lugar que la encontraron. Se dirigieron al puerto cercano de San Sebastián de la Gomera, informando a las autoridades de todo lo sucedido. Todos fueron al lugar, llamado Punta Llana.
 
La escultura, de color moreno, de unos 25 centímetros de altura fue invocada como Nuestra Señora de Guadalupe, proclamándola celestial patrona de La Gomera. Su ermita está en una marisma a la que se accede en pequeños barcos de vela y se realiza su bajada cada 5 años. Fue coronada canónicamente el 12 de octubre de 1973. Esta Guadalupe de Canarias tiene un significativo entronque con la Guadalupe de Extremadura y con la Guadalupe del Tepeyac en México. Sin duda, el viaje de Colón hacia América es considerado como uno de los periplos más importantes realizados jamás, y fue precisamente desde aquí, desde la Isla Colombina de La Gomera, desde donde el marino genovés soltó amarras rumbo a lo desconocido. Resulta cuanto menos curioso, si no providencial, que el Almirante orase ante la Virgen de Guadalupe extremeña antes de iniciar su singladura, encontrándola después en su primera escala en las Islas Canarias; así como que sea ésta y no otra la advocación principal de la América hispana. La Gomera es una de las siete islas principales de las Canarias.
 
Está situada en el Océano Atlántico, en la parte occidental del archipiélago. Pertenece a la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
 
Su capital es San Sebastián de La Gomera, donde se ubica la sede del Cabildo Insular.
 
PATRONA DE LA GOMERA Tradicionalmente se ha considerado a la Virgen de Guadalupe como la Patrona de La Gomera, pero ese patronazgo realmente comienza a ser efectivo bien entrado el siglo XIX. En las primeras décadas del siglo XVIII cuando fray Diego Henríquez habla de la Patrona de la Isla se refiere a la Virgen del Buen Paso cuya ermita se erigió antes de 1544 y estaba situada a la entrada de la rada de la capital gomera Lo que sí parece ser cierto, es que la devoción por la Virgen de Guadalupe data de principios del siglo XVI y está relacionada con la evangelización de América, al constituirse en una imagen extremeña que expandirá su cultro por el Nuevo Mundo, un culto que propagarán más tarde en las Islas emigrantes canarios que retornarán con pinturas y tallas de Nuestra Señora, ya revestida con el atributo de Patrona de México. Su llegada a la isla y su capilla se relaciona con el auto titulado primer Conde de La Gomera,
 
Guillén Peraza de Ayala (1484-1565) que mantuvo buenas relaciones con el convento extremeño de Nuestra Señora de Guadalupe, por lo que no es casual que el santuario que, según la tradición, mandó a edificar, fuera dedicado a esta advocación. Cabe recordar que la edificación del Santuario de la Virgen de Guadalupe, ubicado en el pago de Puntallana en la Gomera, se establece con anterioridad a 1542. La decadencia de su templo en el siglo XIX fue tal que en 1862 su ruina era manifiesta y es precisamente a partir de 1871 cuando se erige la Bajada Lustral, el comienzo de las Fiestas Lustrales tal y como hoy las conocemos, por lo que podemos centrar en ese período y no antes su conversión en fiesta insular.
 
APARICIÓN DE LA VIRGEN En un relato muy parecido al de tantas otras devociones marianas, cuenta la tradición -envuelta en leyenda- sobre la aparición de la imagen. Se dice que un navío, en aquella época de las primeras grandes rutas al Nuevo Mundo, pasó al amanecer cerca de la isla de La Gomera. Sus tripulantes (posiblemente extremeños, como tantos, cuya protectora es la Virgen de Guadalupe) advirtieron en tierra muchas luces brillantes que salían de una cueva. Atraídos por el resplandor y con la ayuda de una chalupa, descendieron a tierra. Allí encontraron, sobre un arbusto que se conoce con el nombre de Salado, una pequeña imagen sonriente de la Virgen María con su Hijo en brazos. La trasladaron al barco y la colocaron en la cámara principal mientras el capitán ordenaba desplegar velas rumbo a la Península. Pero, por más que lo intentaban, no podían navegar. El velero no se movía de su sitio. Se cuenta que la tripulación, extrañada, contempló atónita cómo una fila de palomas blancas revoloteaban en torno a la peña donde fue encontrada la imagen. Formaban una cadena desde tierra hasta la nave.
 
En vista del prodigio, el capitán -consciente del significado- ordenó devolver entonces la imagen al mismo lugar donde la encontraron: la Señora de los Acantilados quería quedarse en La Gomera. Tras depositarla cuidadosamente en el lugar donde la encontraron, se dirigieron presurosos al puerto cercano de San Sebastián, informando a las autoridades, al clero y al pueblo del hallazgo y de todo lo sucedido. En multitudinaria procesión, todos fueron a pie al lugar, llamado Punta Llana, una marisma a la que se accede en pequeños barcos de vela, a rendir homenaje a la milagrosa imagen. Ante Ella, se comprometieron a erigirle en su honor el pequeño santuario que hoy conocemos de la que, a partir de entonces, sería proclamada como Señora de la Gomera.
 
Se ignora quién la dejó en aquella costa, pues entonces la isla ya estaba conquistada y cristianizada. Tiene cofradía propia que cuida celosamente de su fiesta y tradiciones. Cada primer domingo de mes se acude al santuario -ubicado en un promontorio próximo al acantilado y al que también se accede por camino de tierra- para asistir a una misa solemne en honor de la Morenita de Puntallana. El hallazgo en el siglo XVI en Puntallana de la imagen de la Virgen puede considerarse, según el actual prelado nivariense, don Bernardo Álvarez, una visita de María al pueblo gomero de entonces, ya que la imagen es encontrada, por lo que el hallazgo no es fruto de una búsqueda o investigación, sino que se trata de una visita no pedida, inesperada y gratuita.
 
LA IMAGEN DE LA VIRGEN La iconografía guadalupana no es del todo extraña en el Archipiélago Canario. Además de en La Gomera, también en Tenerife abundan las pinturas que representan a la patrona de México según su iconografía habitual: iconografía que fue acuñada por el pintor de esa escuela Miguel Cabrera en el siglo XVIII. Así mismo en La Palma encontramos lienzos de esta advocación mariana, como por ejemplo el colgado en la escalinata de acceso al coro de la fastuosa iglesia de Santo Domingo de Guzmán en Santa Cruz de La Palma; o en el óleo sobre lienzo anónimo mexicano de San Juan Bautista de Arucas (Gran Canaria).
 
Muchas pinturas de esta Virgencita mexicana llegaron a Canarias enviadas por isleños que habían emigrado u ocupaban puestos de gobierno. Recordemos que la Virgen de Guadalupe es la patrona de Extremadura y llamada la Reina de las Españas. Recordemos que fuera de las fronteras nacionales, hay santuarios de esta advocación en Portugal, Polonia, Río-Muni, y en especial en América y Filipinas, donde más de 600 lugares llevan el nombre de Guadalupe, y en donde destacan los santuarios de Nuestra Señora de Guadalupe de Tepeyac, Villa de Guadalupe (México); Sucre y Mizque (Bolivia); Pascamayo, Nespeña, Balsas, Nasca y Ayquina (Perú); Quito y Quinche (Ecuador); Santa Fe de Bogotá (Colombia); la catedral de Basse-Terre y Point-á-Pitre (Antillas), etc.
 
La imagen más sobresaliente en La Gomera, por su importancia no artística, sino religiosa, es la de Nuestra Señora de Guadalupe, que en el santuario de su mismo nombre, en el pago de Puntallana, se mantiene hoy en día como flamante Patrona, cuyas esperadas Fiestas Lustrales atraen a los gomeros de dentro y de fuera de las fronteras insulares. La talla, en opinión de la doctora Constanza Negrín, procede de Malinas, según las características que tenía antes de la restauración a la que fue sometida. Muestra la tradicional configuración de este tipo de piezas: la madre, con el cuerpo ligeramente doblado en el regazo, mira frontalmente con expresión dulce, mientras el Niño, abrazándola levemente, aparece de perfil. La escultura, de color moreno, de unos 25 centímetros de altura, fue coronada canónicamente el 12 de octubre de 1973. Lleva al Niño en su brazo derecho, el que también recoge su manto. Representada como una joven adolescente, con el cabello largo y lacio, su rostro es de facciones muy menudas. Asoma por debajo de la túnica la punta de su zapatilla.
 
El cuerpo de la delicada talla presenta un ligero arqueamiento propio del gótico (Riquelme). A pesar de su arcaísmo, mantiene relación con la de Guadalupe de Teguise (Lanzarote). Fue restaurada por el escultor orotavense Ezequiel de León, descubriéndose su primitivo manto, oculto por diferentes repintes. En la actualidad se presenta como fue originalmente.
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