Santo Tomás de Villanueva, Religioso y Obispo
Octubre 10
Martirologio Romano: En Valencia, de España, santo Tomás de Villanueva,
obispo, que, siendo religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, aceptó
por obediencia el episcopado, sobresaliendo, entre otras virtudes pastorales,
por un encendido amor hacia los pobres hasta entregarles todos los bienes,
incluida la propia cama. (c.1486 - 1555).
Nació en Fuenllana (Ciudad Real), hoy Villanueva de los Infantes, en el
seno de una familia de molineros. Era primo hermano de Cervantes. Vivió la
reforma de Lutero en toda su crudeza y optó por reformar la Iglesia empezando
por él mismo. Universitario y professor de Alcalá de Henares y Salamanca, a los
28 años renunció a todo e ingresó en los ermitaños agustinos recoletos en el
convento de San Agustín de Salamanca. En 1518, fue ordenado sacerdote y nombrado
prior de los Ermitaños Agustinos Recoletos de la ciudad salmantina, después de
Burgos y Valladolid. Su palabra tenía tanta fuerza como su amor a Jesucristo, su
pobreza personal y su preocupación hacia los pobres. Sufrió de fenomenología
mística, que él mismo se encargaba de ocultar porque le causaba mucha
vergüenza.
Hizo aquellas penitencias, que sus penitentes no querían hacer; se
encerraba con ellos en el despacho de arzobispo y se flagelaba la espalda ante
el crucifijo diciendo: "Hermano, mis pecados tienen la culpa de todo, es justo
que sea yo quien sufra el castigo".
Fue elegido provincial de los agustinos en Andalucía y Castilla; más tarde fue nombrado capellán de corte; renunció al obispado de Granada. En 1544, fue nombrado, por obediencia, arzobispo de Valencia, pero él mismo barría su habitación y remendaba su sotana, y gastó toda la fortuna del obispado en los necesitados. En el palacio arzobispal creó una especie de hospicio para todos los niños abandonados de su diócesis. Reorganizó la vida eclesiástica de la diócesis. Convocó un concilio en Valencia, que pusieron las pautas de la nueva regeneración del clero y anticipándose a Trento fundó un seminario, el colegio de La Presentación. Tuvo un gran amor y devoción hacia María con la que tuvo algún éxtasis.
Sus sermones han quedado como ejemplo de catequesis, basados en la
Escritura y en san Agustín. Su vida de oración y austeridad cristiana fue un
ejemplo vivo. A sus cristianos repetía: "No temo a los enemigos de fuera, sino
la corrupción interior". Antes de su muerte, había dejado todo a los pobres sin
asignar nada a sus familiares que no lo precisaban; "no me moriré hasta que sepa
que no me queda nada en este mundo". Murió en una cama prestada, de una
amigdalitis purulenta. Su culto se ha limitado a los calendarios locales desde
1969.
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