San Gilberto de Caithness,
Obispo
Abril 1
Abril 1
Martirologio Romano: En Caithness, en Escocia, san Gilberto, obispo, que
erigió la iglesia catedral en Dornoch y dispuso hospederías para los pobres, y
al morir recomendó lo que él mismo había observado durante su vida, a saber, no
hacer daño a ningún ser, llevar con paciencia las correcciones divinas y a nadie
dar ocasión de tropiezo. (c. 1245)
Los escoceses honraron desde antiguo a San Gilberto como a un gran
patriota, porque defendió la libertad de la Iglesia escocesa contra las amenazas
de Inglaterra, según cuenta la tradición. Nacido en Moray, San Gilberto recibió
las órdenes sagradas y fue nombrado archidiácono de Moray. Según la tradición,
siendo todavía muy joven, fue convocado con los obispos de la Iglesia de Escocia
a un concilio que tuvo lugar en Northampton, en 1176.
Como portavoz de los obispos escoceses, se opuso con fervor y elocuencia a
la idea de covertir a los prelados del norte de Gran Bretaña en sufragáneos del
Arzobispo de York. Sostuvo firmemente que la Iglesia de Escocia había sido libre
desde el principio y que sólo estaba sujeta a la autoridad del Papa; por lo
tanto habría sido injusto someterla a la autoridad de un metropolitano inglés,
tatno más cuanto que loa ingleses y los escoceses, vivían perpetuamente en
guerra. Según parece, ésta fue la idea que se impuso en el concilio.
Es cierto que en el sínodo de Northampton un clérigo llamado Gilberto
pronunció un discurso en este sentido, pero es muy difícil probar que se trataba
de Gilberto que fue nombrado obispo de Caithness, en 1223.
Según el Breviario de Aberdeen, San Gilberto sirvió a varios monarcas, La
leyenda cuenta que sus amigos quemaron los libros en que guardaba las cuentas,
con la esperanza de desacreditarle; pero las oraciones del santo lograron que
los libros aparecieran íntegros. Después del asesinato del obispo Adam,
Alejandro nombró a Gilberto obispo de Caithness. El santo gobernó su diócesis
sabiamente durante veinte años, construyó varios albergues para los pobres,
erigió la catedral de Dornoch y, con su predicación y ejemplo, contribuyó a la
civilización de su pueblo.
En su lecho de muerte dijo a los que le rodeaban: "Os recomiendo tres
máximas que yo he tratado de observar toda mi vida: No hagáis daño a nadie ni
tratéis de vengaros si os lo hacen. Soportad con paciencia los sufrimientos que
Dios os envíe, teniendo presente que Él purifica así a sus hijos para el cielo.
Por último, obedeced a la autoridad para no escandalizar a nadie."
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