Beata María Teresa de Soubiran La Louvière, Virgen y
Fundadora
Junio 7 - Octubre 20Fundadora de la Sociedad de María Auxiliadora
Martirologio Romano: En París, Francia, beata María Teresa de Soubiran La Louviére, virgen, que para mayor gloria de Dios fundó la Sociedad Hijas de María Auxiliadora, de la cual fue después alejada, para pasar el resto de su vida en profunda humildad. († 1889)
Fecha de beatificación: 20 de octubre de 1946 por el Papa Pío XII.
La familia Soubiran pertenecía a la antigua nobleza. Sus orígenes datan por lo menos del siglo XIII, y entre sus antecesores indirectos se cuentan San Luis de Francia, San Eleazar de Sabran y su esposa la Beata Delfina, Santa Roselina de Villeneuve, Santa Isabel de Hungría y buena parte de las familias reales de Europa. En el segundo cuarto del siglo XIX, el jefe de la familia Soubiran era José de Soubiran la Louviere, quien vivía en Castelnaudary, cerca de Carcasona. José se casó con Noemí de Gélis de l´Isle d´Albi. Sofía Teresa Agus tina María, segunda hija de este matrimonio, nació el 16 de mayo de 1835.
La familia Soubiran pertenecía a la antigua nobleza. Sus orígenes datan por lo menos del siglo XIII, y entre sus antecesores indirectos se cuentan San Luis de Francia, San Eleazar de Sabran y su esposa la Beata Delfina, Santa Roselina de Villeneuve, Santa Isabel de Hungría y buena parte de las familias reales de Europa. En el segundo cuarto del siglo XIX, el jefe de la familia Soubiran era José de Soubiran la Louviere, quien vivía en Castelnaudary, cerca de Carcasona. José se casó con Noemí de Gélis de l´Isle d´Albi. Sofía Teresa Agus tina María, segunda hija de este matrimonio, nació el 16 de mayo de 1835.
Los Soubiran mantenían las tradiciones religiosas de la familia, aunque en
una forma que reflejaba más la severidad que la alegría del cristianismo. Sofía,
dirigida por su tío, el canónigo Luis de Soubiran, se sintió pronto llamada a la
vida religiosa. En la congregación mariana bajo la dirección del canónigo, había
otras jóvenes que se sentían también llamadas por Dios. Cuando Sofía tenía
diecinueve años, Don Luis determinó fundar una comunidad de "beguinas", es
decir, de mujeres que viviesen en comunidad con votos temporales de castidad y
obediencia. Pero Sofía no creía que ésa fuese su vocación, ya que las "beguinas"
gozaban de mucha libertad y podían volver al mundo en el momento en que lo
deseasen. Ella se sentía más bien inclinada a la austeridad y a la vida retirada
del Carmelo. Sin embargo, al cabo de un período de vacilaciones y de solicitar
consejos, decidió finalmente plegarse a los deseos de su tío.
Así pues, se trasladó a Gante para estudiar el género de vida de las "beguinas" y, a su vuelta, fue nombrada superiora de la comunidad de Castelnaudary, que entonces inauguró su tío el canónigo. Estos acontecimientos tuvieron lugar entre 1854 y 1855.
Así pues, se trasladó a Gante para estudiar el género de vida de las "beguinas" y, a su vuelta, fue nombrada superiora de la comunidad de Castelnaudary, que entonces inauguró su tío el canónigo. Estos acontecimientos tuvieron lugar entre 1854 y 1855.
En los años siguientes, la nueva fundación prosperó, aunque en una forma
bastante diferente a la de los "beguinatos" belgas, ya que Sofía y sus
compañeras renunciaron a sus propiedades, establecieron un orfelinato y
practicaron, por regla la adoración nocturna al Santísimo Sacramento. A pesar de
los progresos, fue aquélla una época tan difícil para la comunidad y su
superiora, que la casa en que habitaban recibió el nombre de "el convento del
sufrimiento". En 1863, la madre María Teresa, como la llamaremos en adelante,
consultó acerca de su vocación a la superiora del convento de Nuestra Señora de
la Caridad, en Toulouse y a algunas personas de su confianza, quienes le
aconsejaron que hiciese los Ejercicios de San Ignacio. Así lo hizo bajo la
dirección del famoso jesuita, P. Pablo Ginhac. Dios le manifestó entonces
claramente que debía llevar adelante su propósito de fundar la congregación de
María Auxilidaora, tal como lo tenía planeado. El fin de dicha congregación
consistía en que sus miembros practicasen la vida religiosa en toda su plenitud
y trabajasen por "la empresa más divina y más humana que existe: la salvación de
las almas". Ningún trabajo debería parecer demasiado grande ni demasiado pequeño
a las religiosas, sobre todo si otras congregaciones no podían o no querían
tomarlo entre manos. El canónigo de Soubiran acabó por plegarse a los deseos de
su sobrina. El "beguinato" no se disolvió; simplemente, en septiembre de 1864 la
madre Maria Teresa y unas cuantas hermanas se mudaron al convento de la Rue des
Buchers de Toulouse, que iba a ser la residencia de la nueva congregación. A
partir del año siguiente, los escritos de la beata nos permiten seguir de cerca
su evolución interior hasta su muerte, ocurrida un cuarto de siglo más
tarde.
Las nuevas religiosas siguieron dedicándose al cuidado de los huérfanos y a
la instrucción de los niños pobres e inauguraron en Toulouse la primera casa de
huéspedes para jóvenes trabajadoras a la que se dio el nombre de Maison de
famille, porque era un verdadero hogar para las jóvenes que no lo tenían o que
vivían lejos del suyo. Las auxiliadoras practicaban diariamente la adoración
nocturna, en tanto que las "beguinas" sólo lo hacían una vez al mes. La madre
Teresa calcó las constituciones de su congregación sobre las de la Compañía de
Jesús. El P. Ginhac, que tomó parte muy activa en la nueva fundación se encargó
de revisar las constituciones. En 1867, el arzobispo de Toulouse aprobó a las
auxiliadoras y la Santa Sede publicó, en 1868, un breve laudatorio. En 1869, se
inauguraron los conventos de Amiens y de Lyon, en los cuales las religiosas
siguieron consagrándose al cuidado de las jóvenes trabajadoras. Durante la
guerra franco-prusiana, las religiosas de los tres conventos se refugiaron
primero en Southwark y después, en Brompton, donde los padres oratorianos las
ayudaron mucho. Más tarde, establecieron una "casa de familia" en Kenington. Tal
fue la primera fundación inglesa de las auxiliadoras.
En 1868, ingresó en la congregación una novicia que tres años después fue
elegida por voto casi unánime del capítulo, consejera y asistenta de la madre
general. Se trataba de la madre Maria Francisca, una mujer muy hábil e
inteligente, cinco años mayor que la madre María Teresa de Soubiran. A la vuelta
de Inglaterra, la madre María Francisca presentó un proyecto sobre el desarrollo
de la congregación; con "el brillo de sus discursos, la fuerza y claridad de sus
argumentos, la precisión de sus juicios, su tacto, su habilidad el manejo de los
negocios y su fe ardiente y avasalladora", consiguió que el plan fuese aprobado.
La cita anterior procede de los escritos de la beata María Teresa y muestra
claramente la influencia que ejercía sobre ella su asistenta. Desgraciadamente,
la beata no se dio cuenta durante mucho tiempo de que la madre María Francisca
era "dominadora, inestable y ambiciosa", como el tiempo había de probar. El
hecho fue que la congregación se desarrolló demasiado rápidamente y se abrieron
nuevas casas sin recursos suficientes. A principios de 1874, la madre María
Francisca declaró que la situación económica de congregación era desesperada.
(Actualmente sabemos que tal juicio era exagerado).
Al principio, la madre María Francisca se echó a sí misma la culpa; pero
pronto empezó a atacar a la madre María Teresa, acusándola de ser orgullosa,
débil, vacilante y de poco espíritu religioso. Al poco tiempo, empezó a correr
por todos los conventos de la congregación el rumor de que el mal estado de
cosas se debía a la fundadora. La madre María Teresa recordó entonces que m poco
antes le había parecido que el Señor le decía: "Tu misión ha terminado dentro de
poco, no habrá sitio para ti en tu congregación. Pero mi poder mi bondad estarán
contigo." Ella había respondido: "Amén". Desde entona estuvo dispuesta a repetir
nuevamente su "amén", pero antes quiso consultar al P. Ginhac. Este quedó un
tanto desconcertado e, inmediatamente, mandó llamar a la madre María Francisca,
quien le expuso a su modo la situación. Entonces, el siervo de Dios aconsejó a
la madre María Teresa que renunciase. Su consejera fue nombrada superiora
general.
La casa madre de la congregación era entonces la de Bourges. La nueva
superiora general no quiso que su predecesora retornase ni residiese en ninguno
de los conventos de la congregación. Así pues, la madre María Teresa se retiró
al convento de las Hermanas de la Caridad de Clermont, so pretexto de descansar
algunas semanas. El descanso se prolongó siete meses -"siete meses de
angustia"-, en tanto que la madre María Francisca determinaba su destino. No hay
para qué narrar en detalle las desagradables medidas que la madre María
Francisca tomó para evitar que la madre María Teresa reconquistase su antigua
influencia y su autoridad. Baste con decir que esas medidas culminaron con la
expulsión de la fundadora de la congregación. La beata tuvo que abandonar d
convento de Clermont y el hábito religioso en septiembre de aquel año. A fines
de 1874, la madre María Teresa, fundadora de la Compañía de María Auxiliadora,
volvió a ser simplemente Sofía de Soubiran la Louviere.
Sofía estuvo veinte años en el convento y tuvo que empezar una nueva vida,
una prueba muy dura para las personas que no viven "en el mundo", En vano
solicitó ser admitida en la congregación de la Visitación y en la orden del
Carmelo, "su primer amor". Entonces, pidió su admisión entre sus antiguas amigas
del convento de Nuestra Señora de la Caridad en Toulouse, quienes se dedicaban a
rescatar mujeres perdidas. Aquellas religiosas no le cerraron las puertas y
comprendieron su deseo de ingresar más bien en el convento de París. Después de
ciertas dilaciones debidas a algunas dificultades canónicas y a una enfermedad
que casi costó la vida a la beata, ésta hizo finalmente la profesión en 1877, a
los cuarenta y dos años de edad. Su diario muestra que entró entonces en un
período de gran serenidad espiritual y que el poder y la bondad del Señor
estaban con ella. El P. Hamon, su director espiritual, escribió: "La abnegación
de la madre de Soubiran era tan extraordinaria, que consiguió olvidar
completamente a su antigua familia religiosa, confiándola enteramente en manos
de la providencia; en esa forma obligó al Divino Pastor a mirar por sus hijas
huérfanas. La generosidad de ese sacrificio rayaba, a mi modo de ver, en el
heroísmo."
En todo caso, la madre María Francisca no permitía ningún trato, epistolar
ni personal, entre sus religiosas y la fundadora de la congregación. Sin
embargo, al cabo de ocho años, el contacto se restableció de un modo dramático.
La madre María Francisca despidió también de la congregación a la madre María
Javier, hermana de la fundadora, pues temía que su presencia conservase vivo el
recuerdo de la madre María Teresa. La madre María Javier ingresó también en el
convento de Nuestra Señora de la Caridad de París y dio a su hermana noticias
muy tristes sobre el estado de la congregación de María Auxiliadora. La madre
María Teresa escribió por entonces: "Ahora sí que estoy segura de que esa
pequeña compañía que Dios quiere tanto, sobre la cual ha velado tan amorosamente
y en la cual había tantas almas fervorosas y verdaderamente virtuosas, estoy
segura, digo, de que esa compañía está moralmente muerta, o sea que su fin, su
forma y sus métodos han cesado de existir. Acepto amorosamente los planes de
Dios, pues soy nada ante su santa e incomprensible voluntad." La Beata María
Teresa había contraído la tuberculosis. La larga enfermedad la obligó a pasar en
la enfermería los últimos siete meses de su vida. Murió el 7 de junio de 1889,
al murmurar estas palabras: "Ven, Señor Jesús". Trató de hacer la señal de la
cruz, pero no llegó a signarse.
Fue sepultada en el cementerio de Montparnase, en la cripta del convento de
Nuestra Señora de la Caridad. Actualmente, sus reliquias se hallan en la casa
madre de las auxiliadoras en París. La madre María Teresa de Soubiran fue
beatificada en 1946. La síntesis de su espíritu queda expresada en las palabras
que escribió en una carta, poco después de su expulsión de la congregación de
María Auxiliadora "Como podéis imaginaros, todo ello me ha hecho sufrir
enormemente Dios es capaz de medir la intensidad y la profundidad de mi dolor y
sabe hasta qué punto esa pena se ha convertido en una fuente de fe, esperanza y
caridad. La gran verdad de que Dios es todo y el resto nada se va convirtiendo
en la vida de mi alma y, sobre esa verdad me puedo apoyar seguridad, en medio de
los incomprensibles misterios de este mundo. Es éste un bien superior a todos
los bienes de la tierra, porque en el amor omnipotente podemos confiar durante
la vida y por toda la eternidad. No sé si hubiese podido aprender esa gran
lección sin pasar por tantas angustias; no lo creo. El tiempo pasa y pasa de
prisa; pronto veremos la razón de tantas cosas que sorprenden y desconciertan a
nuestra inteligencia débil y miope." La fiesta de la beata se celebra el 20 de
octubre.
Dado que la fundación forma parte de la vida de un fundador, añadiremos
unas palabras sobre la historia de la congregación que fundó la madre Soubiran.
La beata había predicho que las cosas iban a cambiar totalmente en la compañía
de María Auxiliadora, uno o dos años después de su muerte. Su profecía se
verificó. La congregación estaba muy descontenta del gobierno de la madre María
Francisca, y varias casas habían sido clausura das. A par 1884, la inestabilidad
administrativa se hizo intolerable. Por ejemplo, en menos de cinco años, la sede
del noviciado cambió siete veces. La crisis estalló 1889, cuando el capítulo
general se negó a ratificar los nuevos cambios que la superiora proyectaba. El
13 de febrero de 1890, exactamente dieciséis después de la expulsión de la
fundadora, la madre María Francisca dejó ser superiora y salió de la
congregación.
El cardenal Richard, arzobispo de París, nombró a la madre Maria Isabel de
Luppé superiora general. Bajo su gobierno, se hizo luz acerca de la verdadera
historia de la fundadora, la madre María Javier ingresó nuevamente en la
congregación y la compañía de María Auxiliadora recobró su forma original y
empezó a adquirir las características que le han merecido el sitio tan
distinguido que ocupa actualmente en la Iglesia.
Este corto artículo basta para probar que la historia de la Beata M Teresa
de Soubiran fue realmente extraordinaria. Lo mismo puede decirse sobre la vida
de la madre María Francisca, por más que no tenga cabida en una vida de santos.
Nos limitaremos simplemente a observar que murió en 1921, cuando la causa de
beatificación de la madre María Teresa ya estaba introducida. Después de la
muerte de María Francisca, se descubrió que era casada y que para entrar en la
congregación de María Auxiliadora había abandonado a su esposo. Como su marido
vivía aún y ella lo sabía, María Francisca no pudo hacer votos válidos, de
suerte que su generalato fue también inválido y, por consiguiente, todos sus
actos fueron nulos.
Por la misma razón, la madre María Teresa no dejó nunca de pertenecer,
canónicamente, a la congregación que había fundado. Nada sabemos acerca de los
últimos treinta años de la vida de María Francisca; según parece, poseía una
fortuna personal y vivió sola en París.
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Fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler
oremosjuntos.com
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