jueves, enero 10, 2013

San Pedro Orséolo o Urséolo, Monje Eremita

San Pedro Orséolo o Urséolo, Monje Eremita
Enero 10

Martirologio Romano: En el monasterio de Cuixá, en los Pirineos (hoy Francia), san Pedro Urseolo, el cual, siendo dux de Venecia, se hizo monje, distinguiéndose por su piedad y austeridad, y viviendo en un eremitorio cercano al monasterio. (928-987).
 
Miembro de una rica familia veneciana, era un buen soldado, capitán de la armada y vencedor de piratas, probablemente también activo conspirador en tiempos del dux Pedro IV Candiano (quién morirá en una revuelta cuando intentaba proclamarse rey). Pedro será nombrado nuevo dux de Venecia. Durante unos años se le juzgó excelente gobernante que puso en orden la ciudad y que restauró la basílica de San Marcos después de un incendio y renovó los tratados con Istria.
 
Pero el principal servicio que rindió a su Estado fue el arreglo con Gualdrada, la esposa de Pedro Candiano... Gracias a ello, Gualdrada retiró todas sus acusaciones contra Venecia. Las quejas de Gualdrada habían provocado una gran crisis, que desapareció con el arreglo.

Sabemos que tenía una esposa y un hijo, y que era hombre justo y piadoso, con buena fama entre los venecianos, hasta que un día de septiembre del 978, sin avisar a nadie, dejó su cargo, su fortuna  para hacerse religioso benedictino en el monasterio de San Miguel de Cuxá en el Rosellón, donde estaba su amigo Garino, abad del monasterio y san Romualdo, fundador de los camaldulenses. Según parece, su esposa, con quien había estado casado treinta y dos años, y su hijo, que un día sería Dux de Venecia, vivieron largo tiempo sin saber de él.
 
Sin embargo, la resolución de Pedro no debió ser tan inesperada como parece; hay razones para creer que él y su esposa habían vivido como hermano y hermana, desde el nacimiento de su único hijo, y hay quien sostiene que una carta de Raterio a Pedro demuestra que éste pensaba ya en la vida religiosa en el año 968.

Nuestro santo llevó en Cuxá una vida de intenso ascetismo y abnegación. No le bastó una decisión tan radical, y al cabo de unos años eligió una vida aún más solitaria, será ermitaño cerca del monasterio, hasta su muerte.  Se dice que en su tumba se obraron grandes milagros.
 
Su culto fue confirmado en 1731 por el Papa Clemente XII.
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