San Paulino de Aquileya, Patriarca
Enero 28
(804 d.C.). Uno de los más ilustres y santos prelados de los siglos VIII y
IX fue Paulino de Aquileya, quien parece haber nacido hacia el año 726, en una
granja cerca de Friuli. Su familia vivía del laboreo de la granja, y el joven
Paulino pasaba buena parte de su tiempo en los trabajos del campo. Sin embargo,
lograba reservar algunas horas al estudio, y con los años llegó a ser un famoso
gramático. Carlomagno le llamó, en una carta, Maestro de Gramática y Muy
Venerable. Estos epítetos nos hacen suponer que Paulino era ya sacerdote.
El mismo monarca, en reconocimiento de los méritos de Paulino, le regaló ciertas posesiones en su país. Parece que hacia el año 776, Paulino fue elevado contra su voluntad a la sede del Patriarcado de Aquileya. [Para referencia de este título, ver en esta obra la nota correspondiente a Sn. Lorenzo Giustiniani, el 5 de septiembre.] En dicha Iglesia se dejaron sentir los benéficos efectos de su celo, piedad e inteligencia. Carlomagno le pidió que asistiera a todos los grandes concilios de su tiempo, por remotos que fuesen los sitios en que se reunían, y el propio santo reunió un sínodo en Friuli, en 791 o 796, contra los errores que se iban propagando sobre el misterio de la Encarnación.
El mismo monarca, en reconocimiento de los méritos de Paulino, le regaló ciertas posesiones en su país. Parece que hacia el año 776, Paulino fue elevado contra su voluntad a la sede del Patriarcado de Aquileya. [Para referencia de este título, ver en esta obra la nota correspondiente a Sn. Lorenzo Giustiniani, el 5 de septiembre.] En dicha Iglesia se dejaron sentir los benéficos efectos de su celo, piedad e inteligencia. Carlomagno le pidió que asistiera a todos los grandes concilios de su tiempo, por remotos que fuesen los sitios en que se reunían, y el propio santo reunió un sínodo en Friuli, en 791 o 796, contra los errores que se iban propagando sobre el misterio de la Encarnación.
El más grave de esos errores era la herejía adopcionista: Félix, obispo de
Urgel de Cataluña, profesaba que Cristo, en cuanto hombre, era simplemente hijo
adoptivo de Dios. San Paulino escribió contra él una refutación que remitió a
Carlomagno. El santo prelado no se ocupaba menos de la conversión de los
paganos, que de la supresión de los errores, y predicó incansablemente el
Evangelio a los idólatras de Carintia y Estiria que no habían abandonado la
superstición. Al mismo tiempo, la conquista de los avaros por Pepino había
abierto un nuevo campo al celo del obispo. Muchos de los avaros, evangelizados
por los misioneros enviados por San Paulino y los obispos de Salzburgo,
abrazaron la fe. El santo se oponía con todas sus fuerzas a que los bárbaros
fuesen bautizados antes de haber sido suficientemente instruidos en la fe, y en
general al abuso, tan común en aquellos tiempos, de imponérsela.
Cuando el duque de Friuli fue nombrado gobernador de las tribus de los
hunos, a las que había recientemente conquistado, San Paulino escribió para él
una excelente "Exhortación," en la que urgía a buscar la perfección cristiana,
le daba reglas sobre la práctica de la penitencia y remedios contra los
diferentes vicios, especialmente contra el orgullo; le instruía además sobre el
deseo de agradar a Dios en todas las acciones, sobre la oración y las
disposiciones esenciales para ella, sobre la comunión, el cuidado de evitar las
malas compañías y algunos otros puntos. El libro termina con una hermosa oración
y la promesa del santo de pedir por la salvación del buen duque.
Las ardientes súplicas de San Paulino atraían constantes bendiciones del
cielo sobre las almas que le habían sido confiadas. Alcuino le rogó que no se
olvidase de implorar para él la divina misericordia, cada vez que ofreciera el
santo sacrificio del altar. La vida de Paulino terminó con una santa muerte, el
11 de enero de 804.
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Las obras de San Paulino fueron editadas por J. F. Madrisi, y se encuentran
en Migne, PL., vol. XCIX, cc. 17-130; ver también Acta Sanctorum, 11 de enero;
G. Giannoni, Paulinus II, Patriarch von Aquileia (1896); y DCB., vol. IV, pp.
246-248.
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Fuente: Vidas de los Santos de Butler -V-1
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