San Noé Mawaggali, Mártir
Mayo 31
Mayo 31
Martirologio Romano: En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución rehusó impávido emprender la fuga y ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes, tras atravesárselo, lo colgaron de un árbol hasta que entregó el espíritu por Cristo. († 1886)
Fecha de canonización: 18 de octubre de 1964 por Pablo VI.
Causó un gran revuelo en el año 1920 la beatificación realizada por el Papa Benedicto XV de veintidós mártires ugandeses, tal vez porque en aquellos días la gloria de los altares estaba vinculada a ciertos parámetros raciales, de cultura y de idiomas, (afortunadamente esto ha disminuido con el pasar de los años). De hecho, estos fueron los primeros africanos subsaharianos (por llamarlo de algún modo, nativos del “África Negra”) en ser reconocidos como mártires, y como tales ser venerados por la Iglesia Católica.
Causó un gran revuelo en el año 1920 la beatificación realizada por el Papa Benedicto XV de veintidós mártires ugandeses, tal vez porque en aquellos días la gloria de los altares estaba vinculada a ciertos parámetros raciales, de cultura y de idiomas, (afortunadamente esto ha disminuido con el pasar de los años). De hecho, estos fueron los primeros africanos subsaharianos (por llamarlo de algún modo, nativos del “África Negra”) en ser reconocidos como mártires, y como tales ser venerados por la Iglesia Católica.
Su vida terrena la pasaron bajo el reinado de Mwanga, un joven rey que,
habiendo asistido a la escuela de los misioneros (los “Padres Blancos” del
Cardenal Lavigerie), no aprendió ni a leer ni a escribir porque era “obstinado,
indisciplinado e incapaz de concentrarse”. Actitudes que podrían sembrar alguna
duda sobre sus facultades mentales, además de los comerciantes blancos venidos
del norte aprendió lo peor: habituarse a fumar hachís, beber alcohol en grandes
cantidades y disfrutar de prácticas homosexuales. Para esto último construye un
harén bien surtido compuesto por pajes, funcionarios e hijos de los nobles de su
corte.
Respaldado al inicio de su reinado por los cristianos (católicos y
anglicanos) que se unen a él para hacer frente común contra la tiranía del rey
musulmán Kalema, el rey Mwanga pronto ve en el cristianismo la mayor amenaza
contra las tradiciones tribales y, principalmente, un obstáculo para su
libertinaje. Quienes apoyan su enfrentamiento contra el cristianismo son,
primordialmente, los hechiceros y fetichistas que ven comprometidos su poder
tradicional, y así, en 1885, comenzó una feroz persecución, la primera víctima
es Hannington, obispo anglicano, pero la lista incluye al menos 200 jóvenes
asesinados por su fe.
El 15 de noviembre de 1885 Mwanga have decapitar al maestro de los pajes y
prefecto de la sala real. ¿Su delito?, ser católico y además catequista, haber
reprendido al monarca por el asesinato del obispo anglicano y haber defendido en
repetidas ocasiones a los pajes de los “avances” sexuales del rey. José Mkasa
Balikuddenbe pertenecía al clan Kayozi y tenía apenas 25 años.
El sustituto en el prestigioso cargo es Carlo Lwanga, del clan Ngabi, que
se convierte en el centro de la mórbida atención del rey. Pero Lwanga tiene un
“defecto”, es católico, y además en un período en que los misioneros están
prohibidos asume el papel de “líder” y sustenta la fe de los nuevos
conversos.
El 25 de mayo de 1886 fue condenado a muerte junto a un grupo de cristianos
y cuatro catecúmenos a quienes Lwanga logra bautizar secretamente por la noche,
el más joven es Kizito, del clan Mmamba, tiene apenas 14 años. El 26 de mayo son
asesinados Andrés Kaggwa, (jefe de los músicos y pariente del rey, quien había
demostrado ser especialmente generoso y valiente durante una epidemia), y
Dionisio Ssebuggwawo.
Se ordena que sean trasladados desde Munyonyo, donde estaba el palacio real
y donde se dictaron las sentencias, a Namugongo, lugar donde se efectuarán las
ejecuciones, un “vía crucis” de 27 millas, (44.6 kilómetros), recorridos en 8
días, junto a presiones de familiares para que adjuraran de su fe y la violencia
de los soldados. Una muere en el camino: Ponciano Ngondwe, del clan Nnyonyi
Nnyange, es atravesado por una lanza, era el paje real, había sido bautizado en
el apogeo de la persecución y por ello fue inmediatamente aprendido; Atanasio
Bazzekuketta, del clan Nikima, es martirizado el 27 de mayo.
Unas horas más tarde cae atravesado por las lanzas de los soldados, el
siervo del rey Gonzaga Gonga, del clan Mpologoma, y poco después es asesinado
Mateo Mulumga, del clan Lugane, quien tenía el rango de “juez”, tenía ya más de
cincuenta años de edad pero apenas tres de haberse convertido al
catolicismo.
Noé Mawaggali nacido en el distrito de Singa, en la zona de Mityana, en
1851, pertenecía al clan del Antílope y era alfarero de profesión. Vino al
conocimiento del cristianismo y se adhirió a Cristo, bautizándose el 1 de
noviembre de 1885. Nombrado catequista de la comunidad cristiana, cumplía su
encargo con gran celo, y estaba precisamente dando catequesis en su casa cuando
los emisarios reales vinieron a su poblado, Kiwanga, a poner fin a la comunidad
cristiana. Se le avisó y pudo huir, pero no quiso abandonar su puesto y por ello
fue martirizado. Atravesado primero con lanzas hasta dejarlo todo lleno de
heridas, fue luego colgado de un árbol para que fuese pasto de los perros y
fueron echadas a las hienas algunas vísceras suyas. Era el 31 de mayo de 1886.
Su hermana Munaku, entonces catecúmena, presenció su martirio y manifestó el
deseo de ser ella también martirizada, pero no lo fue. Vivió en la misión
consagrada al Señor y aún vivía cuando los mártires fueron
beatificados(1).
El 3 de junio, sobre la colina de Namugongo, son quemados vivos 31
cristianos, (entre ellos algunos anglicanos). Allí están los doce católicos a
cargo de Carlo Lwanga, quien le habría prometido al joven Kizito “voy a tomarte
de la mano, si hemos de morir por Jesús, lo haremos juntos, mano a mano”. En ese
grupo también estaban:
• Lucas Baanabakintu, Musoke Gyaviira y Tuzinde Mbaga,
todos del clan Mmamba;
• Santiago Buuzabalyawo, hijo del tejedor real y miembro del clan Ngeye;
• Ambrosio Kibuuka, del clan Lugane
• Anatolio Kiriggwajjo, guardián de los rebaños el rey;
• Mukasa Kiriwawanvu, camarero real;
• Adolofo Mukasa Ludico, del clan Ba´Toro, guardián de los rebaños del rey;
• Mugagga Lubow sastre real, del clan de Ngo;
• Aquiles Kiwanuka, del clan Lugave, y
• Bruno Sserunkuuma, del clan Ndiga.
• Santiago Buuzabalyawo, hijo del tejedor real y miembro del clan Ngeye;
• Ambrosio Kibuuka, del clan Lugane
• Anatolio Kiriggwajjo, guardián de los rebaños el rey;
• Mukasa Kiriwawanvu, camarero real;
• Adolofo Mukasa Ludico, del clan Ba´Toro, guardián de los rebaños del rey;
• Mugagga Lubow sastre real, del clan de Ngo;
• Aquiles Kiwanuka, del clan Lugave, y
• Bruno Sserunkuuma, del clan Ndiga.
Quienes asistieron a la ejecución se impresionaron al oírlos orar hasta el
final, sin un gemido. Es un martirio que no apagó la fe de Uganda, más bien se
convierte en semilla de muchas conversiones, como anunciara proféticamente Bruno
Sserunkuuma justo antes de su martirio: “un manantial que tiene muchas fuentes
no se secará nunca, nosotros ya no estemos pero otros vendrán despues de
nosotros”.
El grupo de mártires católicos elevados a los altares se completa el 27 de
enero de 1887 con la muerte del siervo del rey, Juan María Musei, que
espontáneamente confesó su fe ante el primer ministro del rey Mwanga por lo que
fue decapitado de inmediato.
Carlo Lwanga y sus 21 jóvenes compañeros fueron canonizados por el Papa
Pablo VI en 1964 y en el lugar de su martirio se construyó una magnífica
santuario, a poca distancia, otro santuario recuerda a los cristianos no
católicos que fueron martirizados también. Hay que señalar que junto a los
cristianos también fueron martirizados algunos musulmanes.
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(1)Este párrafo es tomado de: AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1
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Traducción del texto en italiano: Xavier Villalta
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