Mayo 26
Calendario anterior: Mayo 12
Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, beato Francisco Patrizi, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que con admirable celo se entregó a la predicación, la dirección espiritual y el ministerio de la penitencia (1328).
Calendario anterior: Mayo 12
Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, beato Francisco Patrizi, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que con admirable celo se entregó a la predicación, la dirección espiritual y el ministerio de la penitencia (1328).
Etimológicamente: Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen
germánico.
El beato Francisco nació en Siena el año 1266.
El beato Francisco nació en Siena el año 1266.
Su piadosos padres fueron Arrighetto y Raynaldesca. Según leemos en un
escrito de fray Cristóbal de Parma, que fue su compañero y padre espiritual,
Francisco siendo de corta edad, acudía con frecuencia a la iglesia y escuchaba
asiduamente la palabra de Dios.
Embriagado por la elocuencia de fray Ambrosio Sansedonio, predicador
insigne, e impresionado por sus palabras, con las que en otro tiempo había
ensalzado con gran fervor las excelencias de la vida solitaria y dedicada a la
oración, determinó retirarse a vivir en soledad. Pero lo retuvo el amor a su
madre, que estaba ciega, y a quien cuidó con gran cariño.
Al morir ésta, cuando él tenía veintidós años y con la posibilidad de
realizar su ardiente deseo de vida eremítica, le pareció oír una voz interior
que le sugería: “El mal no está en el trato con los hombres, sino en la
imitación de sus vicios” y que Dios vería con agrado que se dedicara, con la
palabra y el ejemplo, a conducir a los hombres por el camino del bien.
Entonces él, que ya desde la niñez había elegido a “la gloriosa Virgen como
especial Madre y señora” y le había profesado siempre una gran reverencia, tanto
en el alma como en el cuerpo, pidió y fue admitido en la Orden de los Siervos de
santa María.
En el trato fraterno, aumentaron aún aquellas virtudes que habían adornado
el alma de Francisco cuando vivía en el mundo: la caridad para con todos, el
amor a la penitencia y a la pobreza, la humildad de corazón, la guarda de la
castidad, la paciencia en las adversidades, la filial devoción a la santísima
Virgen, a la que llamaba Señora y a la que invocaba con mucha frecuencia por su
dulcísimo nombre.
Ordenado sacerdote, mostró un gran amor a la Eucaristía, y así, cuando
celebraba, se le veía tan inundado de gozo y alegría que “cualquiera hubiese
creído – dice su biógrafo – que vía sin el velo de los sacramentos a Cristo
glorioso encarnado”. Tuvo un particular interés en explicar la palabra de Dios,
y, para hacerlo con más eficacia, se preparaba más con la oración que con los
libros, ya que estaba persuadido de que no la erudición sino la unción, no la
ciencia sino la conciencia, no los escritos sino la caridad enseñan la verdadera
teología.
Era tanta su entrega en la celebración del sacramento de la penitencia, en
el dar saludables consejos, en el apaciguar las discordias, en ayudar a los
necesitados, en atender a los enfermos, que acudían a él hombres y mujeres de
toda edad y condición.
A la edad de sesenta y tres años, poco antes de la solemnidad de la
Ascensión del Señor, presintió que se acercaba la hora de su muerte. Entonces,
como el que se dispone a emprender un viaje, dispuso en orden a sus libros y
enseres personales, visitó y bendijo a sus hijos espirituales. La vigilia de la
Ascensión quiso comer con la comunidad, en señal de fraternidad y de
despedida.
El día de la Ascensión – según refiere fray Cristóbal de Parma – purificó
su alma con el sacramento de la penitencia; luego, aunque estaba casi extenuado,
celebró la santa misa y con el permiso del prior se puso en camino hacia el
pueblo de Prisciano, situado en las inmediaciones de Siena, para predicar allí
la palabra de Dios. El biógrafo citado parece haber querido expresar el sentido
y la índole de toda la vida del beato Francisco, al representarlo, a punto de
morir, cumpliendo en el camino un deber de reverencia para con la Virgen: “Salió
al encuentro del siervo de Dios una mujer desconocida, la cual, desde una casa
de campo se le aproximó con un ramo de rosas, y le dijo: ‘Fray Francisco,
aceptad estas rosas’. El siervo de Dios las recibió de buen grado de sus manos
y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, las llevó a una imagen de la Virgen
gloriosa que estaba pintada en una ermita que allí había y , habiendo comenzado
la salutación angélica, poco a poco hincó en tierra la rodilla derecha y a
continuación se desplomó todo él por el lado derecho, ofreciéndose a sí mismo,
como flor y lirio, él que era virgen, a la Virgen, en la inminencia de su
muerte”.
Francisco fue llevado medio muerto al convento y allí, en presencia de los
frailes, expiró, el 26 de mayo de 1328. Su cuerpo fue sepultado con honor en la
basílica de Santa María de los Siervos en Siena. Benedicto XIV confirmó su culto
el año 1743.
(Texto tomado del "Propio del Oficio de la Orden de los Siervos de
Maria")
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Fuente: ServitasCadiz.com
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ORACION
Infunde, Señor, en nosotros
la suave piedad y el amor fuerte
con que tu siervo Francisco
veneró a la Madre de tu Hijo
y se entregó a la dirección espiritual
de tu pueblo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Infunde, Señor, en nosotros
la suave piedad y el amor fuerte
con que tu siervo Francisco
veneró a la Madre de tu Hijo
y se entregó a la dirección espiritual
de tu pueblo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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