El vino de la vida
Juan 2, 1-12.
¿Cuál
es el vino que nos falta? ¿El de la paz, de la ternura, de la fe, la
esperanza y del amor...? Cuando faltan estos vinos, la vida se
"avinagra".
Del santo Evangelio según san Juan 2, 1-12
Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba
allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus
discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la
boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino." Jesús le responde:
"¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora." Dice su
madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga." Había allí seis
tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos
o tres medidas cada una. Les dice Jesús: "Llenad las tinajas de agua."
Y las llenaron hasta arriba. "Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al
maestresala." Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua
convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que
habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
y le dice: "Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están
bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora."
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó
su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
Oración introductoria
Espíritu Santo, ilumina mi oración de modo que pueda salir de mí mismo,
de mis preocupaciones y problemas, para abrir mi corazón a lo que hoy
quieres decirme. Pido la intercesión de tu Madre santísima, que
solucionó las necesidades de los demás, poniéndolas en tus manos.
Petición
Señor, así como cambiaste el agua en vino en Caná de Galilea, te pido que transformes mi vida en la clave del amor.
Meditación del Papa
El nuestro es un tiempo no fácil, sobre todo para vosotros los
jóvenes. La mesa está repleta de muchas cosas deliciosas, pero, como en
el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que haya faltado el
vino de la fiesta. Sobre todo, la dificultad de encontrar un trabajo
estable extiende un velo de incertidumbre sobre el futuro. Esta
condición contribuye a dejar para más adelante la asunción de decisiones
definitivas, e incide en modo negativo sobre el crecimiento de la
sociedad, que no consigue valorar plenamente la riqueza de energías, de
competencias y de creatividad de vuestra generación.
Falta el vino de la fiesta también a una cultura que tiende a
prescindir de claros criterios morales: en la desorientación, cada uno
se ve empujado a moverse de forma individual y autónoma, a menudo solo
en el perímetro del presente. La fragmentación del tejido comunitario se
refleja en un relativismo que oculta los valores esenciales; la
consonancia de sensaciones, de estados de ánimo y de emociones parece
más importante que compartir un proyecto de vida. También las decisiones
de fondo se vuelven frágiles, expuestas a una perenne revocabilidad,
que a menudo se considera expresión de libertad, mientras que señala más
bien su carencia. Pertenece a una cultura privada del vino de la
fiesta también la aparente exaltación del cuerpo, que en realidad
banaliza la sexualidad y tiende a hacerla vivir fuera de un contexto de
comunión de vida y de amor. (Benedicto XVI, 11 de septiembre de 2011).
Reflexión
Hoy el Evangelio nos lleva de boda. Será el primer signo de Jesús el
que allí se ofrecerá. San Juan ofrece su relato evangélico desde el
hilo conductor de la "hora". Todo cuanto él ha recogido sobre Jesús,
tiene como finalidad llevar al lector a la contemplación de la entrega
suprema de Cristo, verdadera "hora" en la que el Señor dará por
terminado cuanto el Padre le había confiado: "todo se ha cumplido" (Jn
19,30). Por eso Jesús se resiste a que nadie modifique su "horario"
redentor: se explica así que en el relato de las Bodas de Caná, Jesús
diga a su Madre: "mujer déjame, porque todavía no ha llegado mi hora"
(Jn 2,4). No es un desprecio del Señor hacia María, sino una afirmación
que El hace de la absoluta primacía de las cosas de su Padre a las que
se dedicará antes que a nada.
Es la primera hora, anticipo de aquella postrera, en la que María junto
con Juan, volverá a aparecer en la escena de Jesús, en la cual se
dirigirá nuevamente a ella para llamarla con el mismo nombre: "mujer",
haciéndola "madre" de Juan y de la nueva humanidad que nacerá cuando
Jesús resucite el primer día de la semana, es decir, también "tres días
después" de aquella escena al pie de la Cruz. María se da cuenta de una
carencia: la del vino. Hace de su descubrimiento una petición a su
Hijo e invita a los sirvientes a escuchar esa Palabra de Jesús: "Haced
lo que El os diga". Les propone lo que en el fondo ha sido su vida
desde que decidió que en ella se cumpliera los hablares de Dios:
"hágase en mí según tu Palabra". Ella propone a los otros algo que no
le es extraño, que es la entraña de su actitud ante Dios.
¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo? ¿El vino de la paz, el
de la ternura; el vino de la fe, de la esperanza y del amor; el vino
de la verdad...? Cuando faltan estos vinos, la vida se "avinagra".
Surgen los intereses partidistas, los chanchullos económicos, las
frivolidades vacuas, la mentira como herramienta de comunicación, el
relativismo moral, la violencia y el terror.
María vio la carencia en la boda, la hizo suya solidariamente, y se
puso manos a la obra. No se quedó en que relatar lo que sucede y
lamentase por lo que falta o va mal. Darse cuenta del "vino" que nos
falta, arrimar el hombro en lo que de nosotros depende, teniendo en la
Palabra de Jesús nuestra fuerza y nuestra luz. Esto fue Caná. Esta fue
María. Termina el Evangelio diciendo que "los discípulos creyeron en El"
(Jn 2,11) El final es que habiendo vino, hubo fiesta, y los discípulos
viendo el signo, el milagro, creyeron en Jesús.
Necesitamos milagros de "vino"; el mundo necesita ver que los vinagres
del absurdo se transforman en vino bueno y generoso, el del amor y la
esperanza, el que germina en fe. Hay un brindis pendiente siempre. Que
sea con vino como el de María en Caná.
Propósito
Necesitamos milagros de "vino"; el mundo necesita ver que los vinagres
del absurdo se transforman en vino bueno y generoso, el del amor y la
esperanza, el que germina en fe. Hay un brindis pendiente siempre. Que
sea con vino como el de María en Caná. No dejemos de participar en la
Eucaristía esta semana.
Diálogo con Cristo
Sólo el amor a Cristo será capaz de despertar en mí una mayor entrega,
sólo el amor me dará la fuerza para ser santo, sólo el amor me hará
obediente y perseverante, sólo el amor a los demás me impulsará a
servirles con el ejercicio continuo de la caridad.
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Autor: Monseñor Jesús Sanz Montes | Fuente: Catholic.net
Comunidad Católica Vidas Santas Páginas Católicas... dedicadas a las personas que aman la Vida de los Santos, Beatos, Venerables y Siervos de Dios del Mundo! En la vida de los hombres y mujeres llamados Santos encontraremos un camino a seguir en el deambular por este valle de lágrimas que es nuestra vida en la Tierra. En ella se busca el lema de la Paz, la Tolerancia y la Caridad, en un intento de recoger el máximo de imágenes de Santos
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