Santos Julián y Basilisa, Mártires
Enero 6 - 9
Enero 6 - 9
Martirologio Romano: En Antinoe, de la Tebaida
(hoy Egipto), santos Julián y Basilisa, mártires 286-305. (s. IV).
Etimología: Julián = Aquel que pertenece a la
familia Julia, es de origen latino.
Basilisa = aquella que reina, es de origen
griego.
Nació san Julián en Antioquía, de padres cristianos, a fines del siglo tercero.
Nació san Julián en Antioquía, de padres cristianos, a fines del siglo tercero.
Habiéndose desposado con una honestísima doncella
llamada Basilisa, guardaron los dos, de común acuerdo, perfectísima continencia.
Porque el mismo día de la boda, a la que había concurrido la nobleza de la
ciudad, estando los desposados en su tálamo, se sintió en el aposento un olor
suavísimo de rosas y azucenas. Quedó maravillada Basilisa de aquella
extraordinaria fragancia y preguntó a su esposo, qué olor era aquel que sentía y
de dónde venía, porque no era tiempo de flores. Respondió Julián: El olor
suavísimo que sientes es de Cristo, amador de la castidad, la cual yo de su
parte te prometo, como le he prometido a Jesucristo, si tú consintieres conmigo
y le ofrecieres también tu virginidad. Respondió Basilisa que ninguna cosa le
era más agradable que imitar su ejemplo.
Poco después llevó el Señor para sí a los padres
de Julián y Basilisa, dejándolos herederos de sus haciendas riquísimas; y ellos
comenzaron luego a gastarlas con larga mano en socorrer a los
pobres.
Consagróse él a instruir en la religión cristiana
a los hombres y ella a las mujeres en diversa casa. Arreciaban por este tiempo
las persecuciones de Diocleciano y Maximiano, pero Basilisa pudo librarse de
ellas, y acabó su vida santa y preciosa de muerte natural.
Su marido Julián fue quien alcanzó la palma de un
glorioso martirio.
El bárbaro gobernador Marciano mandó prender al
santo y abrasar su casa y a Julián le pasearon por la ciudad cargado de cadenas,
y precedido de un pregonero que decía: Así se han de tratar a los enemigos de
los dioses y despreciadores de las leyes imperiales. Encerráronle después en
oscuro y hediondo calabozo, a donde fueron a visitarle siete caballeros
cristianos, que, con un sacerdote llamado Antonio, lograron ser compañeros de su
martirio.
Llegado el día de la ejecución, mientras el
gobernador, sentado en público tribunal, interrogaba a Julián, acertaron a pasar
por allí unos gentiles, que llevaban a enterrar a un difunto.
En tono de mofa le dijeron que resucitase al
muerto. Entonces Julián, en nombre de Jesucristo, le resucitó lo cual llenó a
todos de grande espanto, y más, cuando oyeron que aquel. hombre resucitado,
públicamente confesaba a Jesucristo.
Atribuyó el gobernador tan estupendo suceso a la
poderosa magia de Julián, y condenó al resucitado a los mismos suplicios.
Encerráronles a todos en unas cubas encendidas, mas los condenados salieron de
ellas sin la menor lesión; arrojáronles después a las fieras del anfiteatro, y
las fieras no osaron hacerles daño alguno. Finalmente, avergonzado el cruel
tirano, les hizo degollar, y así entregaron en este día sus almas purísimas al
Creador.
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