Segundo testimonio de Juan
Juan 1, 29-34.
Navidad.
Con toda alegría Juan nos presenta a Jesús, el Elegido de Dios.
Del santo Evangelio según san Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús venir hacia él y
dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es
por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto
delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía, pero he
venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan
dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una
paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que
me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja
el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu
Santo." Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de
Dios.
Oración introductoria
Cordero de Dios, quita mi pecado y hazme digno de poder tener un
diálogo de amor contigo en este tiempo de oración. Te amo, pero no soy
digno porque no he sido fiel a tu gracia, por eso envía tu Espíritu
Santo para que me ayude a amarte como Tú me amas.
Petición
Padre Santo, dame la gracia de experimentar tu presencia en esta oración.
Meditación del Papa
Cuando el Bautista ve a Jesús que, en fila con los pecadores, viene a
hacerse bautizar, queda asombrado; reconociendo en él al Mesías, el
Santo de Dios, Aquel que está sin pecado, Juan manifiesta su
desconcierto; él mismo, el bautista hubiera querido hacerse bautizar por
Jesús. Pero Jesús le exhorta a no oponer resistencia, a aceptar
cumplir este acto, para hacer lo que es conveniente y "cumplir toda
justicia". Con esta expresión, Jesús manifiesta haber venido al mundo
para hacer la voluntad de Quien lo ha enviado, para cumplir todo lo que
el Padre le pide; para obedecer al Padre Él ha aceptado hacerse
hombre. Este gesto revela sobre todo quién es Jesús; es el Hijo de
Dios, verdadero Dios como el Padre; es Aquel que "se ha bajado" para
hacerse uno de nosotros, Aquel que se ha hecho hombre y ha aceptado
humillarse hasta la muerte de cruz. (Benedicto XVI, 9 de enero de 2011).
Reflexión
En el Evangelio de hoy, se nos presenta dos tipos de bautismo: el
bautismo del agua impartido por Juan y la nueva forma del bautismo que
instituirá Jesucristo.
El rito del bautismo de Juan está lleno de significado. La persona
que se acercaba a Juan para ser bautizada se preparaba para este
momento tan importante. La entrada en el lago y la inmersión en el agua
tenía el significado de dejar sumergida la vida pasada e iniciar una
nueva vida. Era una muestra de conversión por la cual salía del agua
dispuesto a cambiar en su forma de ser en la vida cotidiana y en su
relación con Dios. El bautismo con agua será la preparación para recibir
el nuevo bautismo del que habla Juan cuando Jesús fue a bautizarse, el
bautismo proveniente del Espíritu Santo. Tenemos referencia de este
tipo de bautismo en los Hechos de los Apóstoles cuando Pedro habla a
los judíos de convertirse y hacerse bautizar por el Espíritu Santo.
El bautismo que será instituido por Jesucristo también hace
referencia a una nueva vida. En este caso, a la persona bautizada se le
abren las puertas a una nueva vida en el seno de la Iglesia al borrar
el pecado original. Por ello pertenece al grupo de los sacramentos que
hoy llamamos de Iniciación. Porque con él se inicia el camino para
poder recibir todos los demás sacramentos. La práctica de bautizar por
sumersión ya no se practica hoy en día, sin embargo, durante mucho
tiempo se conservó en algunas iglesias un baptisterio en el cual se
bajaba por una escalera a un lugar oscuro y después de ser bautizado
subía de nuevo a la luz, manteniendo el simbolismo como en el bautismo
del Jordán.
Propósito
Recordar que en nuestro Bautizo Dios nos dijo estas palabras al
hacernos sus hijos: "Este es mi hijo muy amado..." Y cada día nos
acompaña como Padre bueno.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, para tenerte como compañero de mi vida necesito
conocerte más, de manera directa, en la Eucaristía, en el Evangelio y en
la oración. No quiero quedarme en la superficialidad de quienes sólo
«oyen» hablar de Ti, pero no tienen una relación personal para conocer
tu voluntad. Sólo en el contacto asiduo contigo se podrá formar mi
corazón de discípulo y misionero de tu amor.
=
Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
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