Mayo 24
†: 1839 - país: Corea
canonización: B: Pío XI 5 jul 1925 - C: Juan Pablo II 6 may 1984
En Seúl, en Corea, santos mártires Agustín Yi Kwang-hon, en cuya casa se leían las Sagradas Escrituras; Águeda Kim A-gi, madre de familia, que recibió el bautismo en la cárcel; y sus siete compañeros, que fueron todos degollados a causa del nombre cristiano. Sus nombres son los siguientes: Damián Nam Myong-hyog, catequista; Magdalena Kim O-bi, Bárbara Han A-gi, Ana Pak A-gi, Águeda Yi So-sa, Lucía Pak Hui-sun y Pedro Kwon Tu-gin.
refieren a este santo: Santos Magdalena Yi Yong-hui y siete compañeros, San Pedro Yi Ho-yong
El 24 de mayo de 1839 fue decapitado en Seúl, Corea, fuera de la llamada
Puerta del Oeste un nutrido grupo de fieles seglares que se negaban firmemente a
abandonar la fe cristiana que habían recibido con gozo en su corazón. Ni la
prisión ni las amenazas de muerte fueron suficientes para que abandonaran la fe.
Sostuvieron el combate con valor y entereza y pusieron a Jesús el Señor por
encimaa de todas las cosas, incluyendo la propia vida. Éstos son sus
datos:
Agustín Yi Kwang-hon, nació en 1787 en Kwangju, en el seno de una
aristocrática familia, de la que varios miembros se habían convertido al
cristianismo y sido mártires en la persecución de 1801. Al tiempo de su martirio
estaba casado con santa Bárbara Kwon Hui, cuyo martirio se celebra el 3 de
septiembre, y a la vez padre de santa Agueda Yi (31 de enero). Luego de una
juventud despreocupada, se convirtió al cristianismo y llegó a ser un celoso
catequista, en cuya casa se realizaban reuniones de oración y lectura de las
Escrituras. Arrestado en abril de 1839, confesó la fe, se negó a abandonarla y
fue torturado y condenado a muerte.
Águeda Kim A-gi era catecúmena al tiempo de su arresto y prisión. Tenía 52
años, había nacido en Seúl el año 1787 y era viuda. Ni su familia ni su marido
habían sido cristianos, pero una hermana suya se hizo católica y le habló con
entusiasmo de su nueva fe, dejándola impresionada. Tuvo mucha dificultad en
aprender la doctrina cristiana, pues no lograba retener las lecciones del
catecismo, no obstante lo cual repetía con mucho fervor: «Jesús, María». Una vez
arrestada, los compañeros volvieron a explicarle los misterios de la fe y fue
bautizada en la cárcel con gran alegría suya, pasando del bautismo al
martirio.
Damián Nam Myong-hyog, llamado también Mun-hoa, nació en Munan, Seúl, el
año 1802. Llevó una juventud descuidada moralmente, pero un día presenció el
martirio de varios cristianos y quedó vivamente impresionado de la mansedumbre y
alegría con que los condenados enfrentaban la muerte. Entonces se convirtió y
cambió de vida, estudiando la religión con gran interés. Una vez bautizado fue
un decicidido apóstol seglar, y se le nombró catequista junto con san Agustín YI
Kwang-hon. Casado con la futura mártir santa María Yi Yon-hui, tuvieron un hijo.
Luego de torturados, tanto él como su esposa e hijo, Damián fue condenado a
muerte por ser cristiano. Murió dando gracias a Dios por la gracia del
martirio.
Magdalena Kim O-bi, de 45 años de edad -pues había nacido en Seúl en 1774-,
era al tiempo de su martirio viuda, y venía siendo asidua colaboradora de los
misioneros. Había llegado a la fe en la infancla y maduró como cristiana
fervorosa que deseaba servir de todo corazón al Señor. Viuda ya, y muerta
también su madre, a la que cuidaba, se ofreció a la IglesIa para un mayor
apostolado y se le encomendó hacerlo entre sus vecinos, logrando conversiones en
su entorno y bautizando en peligro de muerte a algunos de ellos. Llegada la
persecución fue arrestada en septiembre de 1836 y llevada a la cárcel. Confesó
con valentía la fe y fue condenada a muerte.
Bárbara Han A-gi, de 47 años de edad, pues había nacido en Kwang-ch'on,
Seúl, el año 1792, desempeñaba en la misión el puesto de catequista y de
enfermera. Hija de madre católica, había aprendido de ella la religión y la
practicó en su adolescencia, pero se enfrió religiosamente cuando se casó con un
pagano, hasta que su madre y otros católicos la animaron a volver a la práctica
religiosa. En 1822 perdió trágicamente a su marido y a sus hijos y volvió a la
casa de su madre. Desde entonces colaboró fervorosamente con la Iglesia.
Arrestada con la mártir anterior, soportó la cárcel y los malos tratos, se
sostuvo en la confesión de la fe y fue condenada a muerte.
Ana Pak A-gi, mujer de 46 años al tiempo de su martirio, había nacido en
Kangch'on, Seúl, en 1783, dio una espléndida confesión de fe arrancándose de su
familia por amor de Cristo. Nacida en una familia católica en un pueblecito de
la ribera del río Han, tenía poca memoria a la hora de aprenderse el catecismo,
pero ella misma decía que si su memoria era poca, su amor a Cristo era mucho. A
los 18 años se casó con un católico y tuvo con él dos hijos y tres hijas, a los
que procuró educar en el camino del Señor. Cuando comenzaron en la primavera de
1836 los arrestos de católicos ella habló a sus hijos de la gracia del martirio.
Poco después ella, con su marido y su hijo mayor, eran arrestados. Su marido y
su hijo, ante las torturas, apostataron, pero ella, pese a que las torturas le
fueron redobladas, perseveró en la fe. Su marido y su hijo venían cada día a la
prisión a pedirle que apostatara ella también y salvara su vida en bien de la
familia, y le ponían al corriente del dolor de todos los otros miembros de la
familia al pensar que iban a perderla. Ella, llena de angustia ante estas
tentaciones que se le presentaban, no quería, sin embargo, apartarse de Cristo y
tuvo valor no solamente de rechazar la apostasía sino de pedirles a su marido y
a su hijo que se volvieran ellos atrás de su apostasía. En vista de su fortaleza
acudieron amigos de la familia a la cárcel e insistieron ante ella poniéndole
toda clase de argumentos y llamándola «corazón de piedra» al negarse a decir una
sola palabra que hubiera podido devolverla a su hogar. A estas tentaciones
venidas de fuera se unía la debilidad de su cuerpo por las torturas. El juez le
insistió en que siguiera el ejemplo de su marido pero ella le anunció que moría
con gusto por Cristo. Y fue condenada a muerte.
Águeda Yi So-sa había nacido en Ich'on, provincia de Kyonggi, el año 1784 y
era viuda al tiempo de su martirio. Luego de una serie de contratiempos
familiares -viudez, ausencia de hijos, la penosa situación en que quedó su casa
paterna tras la muerte de su padre-, buscó en la fe cristiana respuesta al vacío
espiritual que sentía. Por fin ella y su hermano se bautizaron, tomando los
nombres de Águeda y Pedro respectivamente. No se sabe la fecha del bautismo, que
seguramente les fue administrado por un catequista al no haber sacerdotes.
Tampoco se sabe cuándo se mudaron de su pueblo a Hayang, pero quizás fuera por
asegurarle a Pedro una mejor formación cristiana. Ambos pudieron por fin recibir
la comunión cuando un sacerdote chino vino a Corea en 1834. Pero en febrero de
1835 ambos hermanos fueron arrestados. Su interrogatorio estuvo acompañado de
torturas porque querían sacarles los nombres de los católicos. La tortura fue
horrible y Águeda animó cuanto pudo a su joven hermano. Días más tarde volvió a
ser torturada y se dice que su cuerpo quedó como una masa sanguinolenta. Ella
repetía: No traicionaré a la Iglesia. Pasaron a la prisión de la corte, en Seúl.
Tuvo lugar un juicio en varias sesiones y ambos hermanos fueron condenados a
muerte. Al no ser confirmada enseguida la sentencia, se les dejó en la prisión.
Pedro murió en ella, y su martirio se conmemora el 25 de noviembre, y Águeda fue
martirizada por decapitación el año 1839.
Lucía Pak Hui-sun nació en Seúl el año 1801 en el seno de una familia rica,
en la que recibió una esmerada educación, dominando las lenguas y literaturas
coreana y china. Era hermana de Santa María Pak K'un-agi. La familia, y ella
misma por un tiempo, etaba vinculada al palacio real. Su padre, enemigo del
cristianismo, le dijo que si se hacía cristiana no podría vivir en su casa, y
entonces ella buscó alojamiento en casa de un pariente, donde vivió con mucha
modestia y sencillez, atrayendo a aquella casa a la fe cristiana. La poltcía los
arrestó el 15 de abrl de 1839 y fueron llevados a la cárcel. Se le indicó que
era impropio de una joven de palacio ser cristiana, pero ella se reafirmó en su
fe y se la torturó sin misericordia, hasta que fue condenada a muerte. Su
hermana sería marttnzada unos meses más tarde (3 de septtembre).
Pedro Kwon Tu-gin había nacido en la provincia de Kyonggt en 1805 en el
seno de una familia aristocrática que profesaba la religión católica. Perdió a
su padre en la infancia y a su madre en la adolescencia, pero no antes de que
ella le hubiera transmitido su entusiasmo y fervor por la religión cristiana. El
16 de enero de 1839 Pedro, su esposa y su cuñado fueron arrestados. Pedro
permanecIó firme, pero su esposa y cuñado ante las torturas apostataron. Pedro
les escribió desde la prisión invitándoles a volver a la fe. Se le acusó de
hacer crucifijos y pintar imáagenes sagradas. Condenado a muerte, marchó al
suplicio lleno de felicidad y ánimo.
Todos estos ilustres confesores de la fe fueron canonizados por el papa
Juan Pablo II en Seúl el 6 de mayo de 1984.
=
Resumido de la biografía de conjunto de Año Cristiano, BAC, 2003.
El Testigo Fiel
El Testigo Fiel
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