San Teodardo de Narbona, Obispo
Mayo 1
Mayo 1
n.: c. 850 - †: 893 - país: Francia
otras formas del nombre: Audard
canonización: culto local
En la región de Montauban, en la Galia Narbonense, muerte de san Teodardo, obispo de Narbona, que restauró la iglesia catedral de esta sede, sobresalió por su diligente magisterio y, finalmente, minado por la enfermedad, murió en un monasterio, rindiendo su alma a Dios.
San Teodardo nació en Montauriol, un pequeño pueblecito sobre el que se
levanta la actual ciudad de Montauban. Según parece, estudió la carrera de leyes
en Toulouse, ya que lo primero que sabemos de él es que las autoridades de esa
ciudad emplearon al abogado Teodardo. Se trataba de un curioso proceso que los
judíos de Toulouse, en Francia, hicieron a las autoridades eclesiásticas, no sin
razón, ya que en el transcurso de una procesión religiosa, los cristianos habían
abofeteado a un judío frente a las puertas de la catedral. Dicha procesión se
celebraba tres veces al año: en Navidad, el Viernes Santo y el día de la
Asunción. El arzobispo Sigeboldo, que fue a Toulouse a una de las audiencias del
proceso, quedó tan bien impresionado por el joven abogado, que le llevó consigo
a Narbona. Al poco tiempo, Teodardo fue ordenado diácono y nombrado archidiácono
de Sigeboldo. El breviario de Montauban dice de él que era «la vista de los
ciegos, las piernas de los cojos, el padre de los pobres y el consuelo de los
afligidos». Sigeboldo, al morir, le nombró su sucesor; el pueblo, que le amaba
tanto, se apresuró a ratificar la elección. Los peligros que representaban
entonces los viajes, no impidieron al nuevo prelado ir a Roma para recibir el
palio.
En su cargo trabajó incansablemente por reparar los daños que habían hecho
los sarracenos y por reavivar la tibia fe del pueblo. San Teodardo reconstruyó,
prácticamente, su catedral y, el año 886, restableció la diócesis de Ausona
(actualmente Vich) que, desde hacía largo tiempo, dependía de una abadía. Para
rescatar a los prisioneros de los sarracenos y alimentar a los hambrientos,
durante una carestía que duró tres años, no sólo gastó todas sus rentas, sino
que aun vendió algunos vasos sagrados y otros tesoros de sus iglesias. La vida
de constante esfuerzo y ansiedad por su grey acabó con su salud; no podía dormir
un solo instante y sufría de una fiebre continua. Con la esperanza de que los
aires natales le ayudarían a recobrar la salud, San Teodardo retornó a
Montauriol. Los monjes de San Martín, que le recibieron con inmenso gozo,
comprendieron pronto que sólo había vuelto para morir. En efecto, después de
hacer una confesión pública, en presencia de todos sus hermanos, el santo expiró
apaciblemente. Más tarde, la abadía tomó el nombre de San Teodardo.
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La vida de San Teodardo que se halla en Acta Sanctorum, mayo, vol. I, data
de fines del siglo XI. Ver también Gallia Christiana, vol. VI, pp. 19-22; y
Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. I, p. 306.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Tomado de: El Testigo Fiel
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