Santos Teodoto y Tecusa, Alejandra, Claudia, Faína, Eufrasia, Matrona y
Julita de Ancira, Mártires
Mayo 18
†: c. 303 - país: Turquía
otras formas del nombre: Faína = Thaina, Phaina, Polactia. Eufrasia = Euphrasia, Euphrosyne. Julita = Julia o Atanasia.
canonización: pre-congregación
En Ancira, en Galacia, santos mártires Teodoto y su tía Tecusa, y Alejandra, Claudia, Faína, Eufrasia, Matrona y Julita, vírgenes, que, después de haber sido prostituidas por orden del gobernador, fueron arrojadas a un lago con piedras atadas al cuello.
Como señaló el bolandista Delehaye, y con él el conjunto de la crítica
seria desde el siglo XIX hasta la actualidad, «el nucleo de la leyenda de
Teódoto y compañeros es una historia narrada por Heródoto, mientras que la
existencia misma del héroe no está avalada por ningún documento histórico»
(Anal. Boll., XXII, 320, and XXIII, 478, citado en Cath Enc. «St. Theodotus of
Ancyra»). Ante la contundencia de este juicio es difícil comprender las razones
que llevaron al cuidadoso Nuevo Martirologio a mantener en sus páginas una
celebración que no parece que tenga aquí cabida, sobre todo teniendo en cuenta
el explícito deseo de oner de nuevo el Martirologio en completa sintonía con la
verdad histórica, depurándolo de los aspectos legendarios con los que a lo largo
del tiempo se había entremezclado.
La leyenda de Teódoto y las siete vírgenes es ciertamente muy linda -como
son muy «lindas» en general las historias fantasticas bien narradas- pero si no
podemos extraer de allí ninguna relación con una hagiografía, parece bastante
inútil contarla en el contexto de un santoral hagiográfico. Puede leerse bien
desarrolada en el Butler-Guinea (1964), tomo II, 18 de mayo; también, aunque con
menos desarrollo, en la Catholic Encyclopedia bajo el artículo ya citado «St.
Theodotus of Ancyra» (en inglés); los demás santorales que he consultado,
ninguno trae ninguna noticia, ni a favor ni en contra, sobre ellos.
Daría la impresión de que la única razón por la que están reseñados es por
el prestigio de tratarse de una antigua tradición, pero no porque esa antigua
tradición asegure la existencia real de este grupo de santos. Sin duda que en
ellos tenemos la oportunidad de conmemorar muchos e innominados testigos
auténticos de nuestra fe, que dieron generosamente su vida, aunque no en forma
tan pintoresca, sí con la eficacia con la que la Iglesia floreció en la sangre
de sus mártires.
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Fuente: El Testigo Fiel
Fuente: El Testigo Fiel
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