San Atanasio de Alejandría, Obispo y Doctor de la
Iglesia
Mayo 2
Martirologio Romano: Memoria de san Atanasio, obispo y doctor de la
Iglesia, quien, preclaro por su santidad y doctrina, en Alejandría de Egipto
defendió con valentía la fe católica desde el tiempo del emperador Constantino
hasta Valente, soportando numerosas asechanzas por parte de los arrianos y
siendo desterrado en varias ocasiones. Finalmente, regresó a la Iglesia que se
le había confiado y, después de muchos combates y de haber conseguido muchas
victorias por su paciencia, descansó en la paz de Cristo en el cuarenta y seis
aniversario de su ordenación episcopal. (c.296 - 373).
En un mundo que se despertó improvisamente arriano, según
la célebre frase de San Jerónimo, quedaba todavía en pie un gran luchador,
Atanasio, que a los 33 años fue elevado a la prestigiosa sede episcopal de
Alejandría. Tenía el temple del luchador y cuando había que presenter batalla a
los adversarios era el primero en partir lanza en ristre: “Yo me alegro de tener
que defenderme” escribió en su Apologia por la fuga. Atanasio tenía valentía
hasta para vender, pero sabiendo con quién tenía que habérselas (entre las
acusaciones de sus calumniadores estaba la de que él había asesinado al obispo
Arsenio, que después apareció vivo y sano), no esperaba en casa a que vinieran a
amarrarlo. A veces sus fugas fueron sensacionales. El mismo nos habla de ellas
con brío.
Pasó sus últimos dos destierros en el desierto, en compañía
de sus amigos monjes, esos simpáticos anárquicos de la vida cristiana, que
aunque rehuyendo de las normales estructuras de la organización social y
eclesiástica, se encontraban bien en compañía de un obispo autoritario e
intransigente como Atanasio. Para ellos escribió el batallador obispo de
Alejandría una grande obra, la “Historia de los arrianos”, dedicada a los
monjes, de la que nos quedan pocas páginas, pero suficientes para revelarnos
abiertamente el temperamento de Atanasio: sabe que habla a hombres que no
entienden las metáforas, y entonces llama al pan pan y al vino vino: se burla
del emperador, llamándolo con apodos irrespetuosos, y se burla también de los
adversarios; pero habla con entusiasmo de las verdades que le interesan, para
arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.
Durante las numerosas e involuntarias peregrinaciones llegó
a Occidente, a Roma y Tréveris en donde hizo conocer el monaquismo egipcio, como
estado de vida organizado de modo muy original en el desierto, presentando al
monje ideal en la sugestiva figura de un anacoreta, San Antonio, de quien
escribió la célebre Vida, que se puede considerar como una especie de manifiesto
del monaquismo. Murió en el año 373.
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Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
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